Capítulo 28: Vueltas

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La luz del sol se colaba por toda la habitación. No sabía qué hora era, ni en qué día de la semana estaba, ni siquiera dónde se encontraba. Lo único que sabía era que se encontraba fatal y el intenso dolor de cabeza que tenía, la mataría. Se dio la vuelta y se tapó con las sábanas para intentar oscurecer todo a su alrededor. Necesitaba dormir hasta que se acabara el mundo o el mundo acabara directamente con ella. Quizás quien acababa con ella era su tía.

Grace entró en la habitación abriendo la puerta como si un tornado estuviera a punto de arrasar la ciudad. Hablaba a lo lejos, cosas que Cassie no era capaz de comprender. No tenía ganas de escuchar a nadie, así que permaneció debajo de las sábanas. Con suerte, su tía no se daría cuenta de que estaba ahí escondida.

—Te estoy hablando, señorita —le destapó las sábanas de muy mal humor. Definitivamente, las sábanas no la habían hecho invisible—. ¿Tú ves normal el estado en el que te encuentras? —Cassie solo gruñó y se volvió a tapar con las sábanas, dejando libre su cabeza—. Estoy muy enfadada contigo. Te doy mi permiso y mi confianza para que vayas a una fiesta y, ¿así me demuestras que puedo confiar en ti? Estoy muy decepcionada contigo.

Grace daba vueltas por la habitación. Estaba tan enfadada que, si hubiera sido un dragón, lo más seguro era que echaría fuego por la boca. Aunque, sin serlo, sus palabras eran peor que quemarse con la llama de un dragón.

—¡Borracha! Nunca pensé que volverías borracha a casa.

—Pero si no bebí nada —balbuceó.

—¿Perdón? ¿Tú te estás viendo? Si no eres capaz de levantarte de la resaca que tienes —negó con la cabeza resoplando, mientras miraba a su sobrina, quien permanecía tumbada de lado sin moverse—. No solo te emborrachas, sino que también me mientes... No esperaba eso de ti. Estoy muy decepcionada contigo.

Cassie no dijo nada, solo se pasó las manos por la cara. Sabía que su tía estaba enfadada y cualquier cosa que dijera podía utilizarse en su contra, así que lo mejor era permanecer callada.

Silencio.

Las dos se quedaron calladas. Cassie con los ojos cerrados, suplicando para que su tía se fuera y la dejara tranquila, y Grace mirando a su sobrina, inmóvil en la cama, esperando a que al menos le diera una disculpa.

—De verdad que estoy alucinando contigo —resopló—. Menos mal que ese chico cumplió con su palabra y te trajo de vuelta a casa.

¿Perdón? ¿Había escuchado bien? ¿Tyler la había llevado a casa? ¿En qué momento había ocurrido aquello?

—Te tuvo que acompañar a tu habitación y todo.

—¿Qué? ¿Tyler estuvo anoche aquí?

—¡Será posible que ni te acuerdes! De verdad, me tienes alucinada, Cassie Miller —resopló—. Pues sí. Al menos ese chico es decente. Aunque no sé si echarle la bronca por haberte dejado beber tanto, pero está claro que la responsable de la borrachera eres tú.

—¿Y qué te dijo? —preguntó, mientras echaba un vistazo debajo de las sábanas.

Respiró aliviada al ver que llevaba el mismo vestido de la pasada noche y que, incluso hasta sus calcetines, estaban perfectamente colocados sobre sus pies. Al menos, no había hecho ninguna estupidez. Ni ella, ni Tyler.

—Nada, porque no hablé con él.

—Entonces, ¿cómo sabes que estuvo aquí?

—Porque le oí entrar contigo. Estuvo dos minutos y, seguidamente, se fue. Oí la puerta de casa.

—¿Y por qué sabes que era él?

—Porque esta es la chaqueta vaquera que llevaba anoche y me asomé por la ventana cuando se fue en su coche —Grace cogió la cazadora y se la mostró a Cassie. Sí, definitivamente aquella chaqueta era de Tyler—. Pero ese no es el caso. ¿Se puede saber qué se te pasó por la cabeza para hacer semejante tontería? ¡Por Dios, Cassie! ¡Te podía haber pasado cualquier cosa!

Último curso en Westhill RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora