Luego del tenso encuentro en la sala de espera del hospital, Sandrine hizo un pedido de tregua en medio de la tormenta. Mi respiración era agitada, pero por el bien de nonna, asentí con un leve movimiento de cabeza, consciente de que, por ahora, debíamos unir fuerzas.
Los minutos se extendieron, y cada uno de ellos parecía una eternidad. El silencio incómodo entre Charles y yo era palpable. Mis pensamientos divagaban entre recuerdos y expectativas, tratando de encontrar una forma de lidiar con esta situación tensa y delicada. De repente, la voz del médico resonó en la sala de espera, interrumpiendo el incómodo silencio.
-Familiares de Maddalena Giuliani, por favor.-anunció el médico, llamando nuestra atención. Sandrine siguió al médico apresuradamente hacia la habitación de nonna, dejándome a solas con Charles.
-Supongo que te irás ahora.-dije en un tono que intentaba ser neutral, aunque el resentimiento se asomaba en mi voz.
-No, me quedaré.-afirmó con calma.-Estaba con Sandrine en Mónaco cuando todo ocurrió. La traje a Italia. Realmente me importa tu familia, a pesar de todo... Aun me siento parte de ella.-explicó con sinceridad en sus palabras.
-De alguna manera, fuiste parte de ella.-susurré.-Nonna te quería demasiado.
-Me bendijo antes que a ti antes de la ceremonia.-musitó con gracia.-Y habló mal de Max con DAZN cuando me sacó de la carrera en Hungría hace dos años.
Observé al ojiverde con una sonrisa agridulce que apenas se dibujaba en sus labios. El momento de quietud que siguió parecía sumergir la sala en un silencio profundo. Sintiéndome un poco reconfortada por su presencia, tomé mi móvil y redacté un mensaje a Oscar y Lily, agradeciéndoles por su apoyo constante a lo largo del viaje. Mis dedos se movían con cuidado sobre la pantalla, expresando su gratitud por las llamadas y mensajes que me habían acompañado durante ese difícil trayecto, para dejarles saber que ya me encontraba en mi destino.
Luego de unos minutos, Sandrine salió y supe que era mi momento de verla. Recorrí un pequeño pasillo y empujé la puerta de la habitación del hospital con una mezcla de temor y anhelo. Mi corazón latía desbocado, un ritmo que parecía ahogar el zumbido de los monitores médicos que resonaban en la estancia. Al entrar, mi mirada se posó de inmediato en ella: Nonna, acostada frágilmente en la cama, una maraña de cables y máquinas rodeándola. Una máscara de oxígeno cubría su rostro, y sus ojos, normalmente llenos de chispa, estaban ahora débiles y vidriosos.
El dolor se apoderó de mí al verla así, luchando por cada aliento. Tragué el nudo en mi garganta, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con escapar. Me acerqué a su lado, tomando su mano arrugada en la mía, tratando de transmitirle el amor y el apoyo que sentía por ella.
Me encontraba en una encrucijada emocional, tratando de mantener la compostura mientras el dolor latía en mi interior. Quería ser su fortaleza, mantenerme fuerte por ella, pero verla en esa situación me destrozaba el alma. Era Nonna, mi confidente, mi guía, mi roca en momentos de adversidad, y ahora era ella quien necesitaba fuerza. Prometí en silencio estar a su lado, con cada fibra de mi ser. La impotencia de verla así era abrumadora, pero el lazo que nos unía era indestructible. Me aferré a ese lazo con determinación, sabiendo que mi presencia y amor serían un bálsamo en su lucha.
Mis palabras resonaban en el aire como un voto sagrado, un compromiso inquebrantable que emergía de lo más profundo de mi ser. Sostenía la mano arrugada de Nonna entre las mías, transmitiendo un mensaje de apoyo que deseaba que resonara en su corazón.
-Nonna, aquí estoy. No te preocupes, no me iré. Lo más importante ahora es que te recuperes, ¿de acuerdo?-susurré. Mis palabras salieron con firmeza pero cargadas de amor, mientras buscaba los ojos de mi abuela en busca de un destello de esperanza.
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♧ The Great War | Charles Leclerc / Oscar Piastri ♧
FanfictionDonde Callie y Charles se casaron jóvenes, pero no saben si fue el mayor error de sus vidas.