LXXIX ♧ Sorpresa

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♤ Oscar Piastri ♤

La mañana en Mónaco traía consigo temperaturas más bajas de lo esperado. Las cortinas del apartamento de Callie y Charles dejaban filtrar los rayos del sol, iluminando cada rincón de la residencia sin aportar tanto calor. Mientras Manuele se ocupaba de algunos documentos, aproveché para explorar el lugar.

El apartamento, de tamaño promedio, estaba impregnado de un aire minimalista y sobrio, pero lo que realmente llamaba la atención eran las fotografías que adornaban las paredes. Desde las imágenes del monegasco en sus primeros días en karts hasta victorias en la Fórmula 1, cada foto contaba una parte de la historia de su viaje.

Me detuve frente a la imagen de Callie, con un tutú de bailarina a los 10 años, su inocencia capturada en el tiempo. Al recorrer las fotos, me encontré con un grupo que incluía a Max, Esteban, Alex, Charles y Callie, recordándome la amistad que estos compartían desde hace muchos años. El minimalismo de la decoración no hacía más que resaltar la riqueza de los momentos vividos en ese lugar. Cada objeto parecía tener su propia historia, como si las paredes fueran testigos de la vida que ellos habían construido juntos.

-¿Oscar, Manuele?-preguntó con voz adormilada.

Al escuchar su voz, volteé y encontré a Callie recién despierta y envuelta en la suavidad de sus pijamas, giró hacia mí sus ojos aún adormilados. No pude resistirme y me acerqué, abrazándola con ternura, depositando pequeños besos en su rostro como notas suaves en una melodía matutina. La calidez de su abrazo y el susurro de su voz despertaban en mí una mezcla de cariño y alivio, como si en ese instante pudiera disolver cualquier sombra de preocupación que la noche anterior había dejado.

-Buongiorno, bambina.-saludó Manuele.-¿Pudiste descansar un poco?

-Un poco...-susurró apenada. Eran las 9:30 am.-¿Qué hacen ustedes aquí?

-Yo te prometí que estaría aquí cuando abrieras los ojos.-expliqué.

-Y yo recibí una llamada de tu número anoche, pero al parecer sacaste tu mejor imitación de Max Verstappen, diciendo que Charles estaba en la cárcel.-replicó el italiano con un tono de humor.

Frotó sus ojos y tras lanzar un breve bostezo, se acercó hacia la mesa donde estaba Manuele. Se sentó a su lado y comenzó a inspeccionar los documentos uno por uno con mirada curiosa.

-¿Qué tan malo es?-preguntó preocupada.

-Ciudadano ejemplar, primer ofensa. Estará fuera bajo fianza el martes.-explicó Manuele.-Eso sí, iremos a juicio, pero tenemos todas las posibilidades de ganarlo ya que estamos cooperando con la justicia.

-Fue Antonio, ¿verdad?-cuestionó molesta.

-No podemos saber quién interpuso la denuncia...

Suspiró pesadamente. Rodó sus ojos y apoyó su cabeza entre sus manos. Aproveché para servir un vaso de jugo de naranja y acercarlo, para tratar de abrir su apetito. Siempre que algo sucedía, Callie pasaba días sin comer. Tenía que evitarlo a toda costa.

Ella se arregló con rapidez, y juntos nos dirigimos hacia la estación. Aunque sabíamos que en domingo las gestiones serían limitadas, ella insistió en ir una vez más. La comunicación con los Leclerc se había vuelto un desafío desde la noche anterior, y Callie también deseaba que Charles supiera que Manuele ya se encontraba en Mónaco y que su estancia tras las rejas no se prolongaría mucho. En ese trayecto, el silencio entre nosotros dejaba espacio para las preocupaciones no dichas, pero al mismo tiempo, nuestra presencia mutua ofrecía un consuelo ante la incertidumbre.

-Yo iré.-ofrecí nervioso.

Callie abrió los ojos como platos al escuchar mi propuesta. Sus nervios eran evidentes, pero mi intención era brindarle algún consuelo, que sé que encontraba al lado de Manuele.

♧ The Great War | Charles Leclerc / Oscar Piastri ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora