LXXXIV ♧ Voy a matar a Harper Kennedy

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Después de una mañana intensa en el circuito, finalmente llegó el alivio con la conclusión de las labores a las 3 pm. Junto a Oscar, decidimos escapar del circuito hacia el hotel y nos sumergimos en una breve pero necesaria siesta compartida, seguida de la calidez reconfortante de una taza de café.

Aunque la fatiga empezaba a ceder ante la presencia reconfortante de Oscar, anhelaba algo más profundo. Deseaba pasear juntos, entrelazando nuestras manos, lejos de las cuatro paredes del hotel. Sin embargo, la realización de ese anhelo estaba a punto de manifestarse con la concreción del divorcio.

El rumor había flotado en el paddock desde tempranas horas: la fiesta en el Regency atraía a la mayoría, desde pilotos hasta el personal de las escuderías. La tensión de la semana de prácticas se desvanecía, dejando espacio para la expectativa de una noche de viernes vibrante. Mentiría si dijera que lo rechazaba totalmente, pues por alguna razón la idea de asistir pasaba por mi mente con insistencia.

¿Debería ir a la fiesta? ¿Oscar se sentiría cómodo asistiendo? Conocía la naturaleza reservada de Oscar y no quería forzarlo a algo que no disfrutaría, donde se sintiese forzado a estar. Evitando tocar el tema, decidí que lo abordaría solo si él lo mencionaba, queriendo evitar la sensación de que lo estaba arrastrando a la celebración.

Fue entonces cuando mientras llenábamos nuestra ficha de predicciones para el 2024, cuando me sorprendió trayendo el evento a la conversación.

-Yo digo que... Puede que sea la última temporada de Nico.-dijo anotando.

-¿En serio? Yo apostaría por Bottas.-respondí pensativa.-A este punto, cualquiera podría retirarse menos Fernando.-ambos reímos.

-¿Escuchaste que hay una fiesta en el Regency hoy?-preguntó curioso. Levantó su mirada de la hoja de papel que tenía en las manos.

-Si, escuché a Axel mencionar algo al respecto.-confesé con disimulo.-¿Por qué la pregunta?

-Porque pensé que te gustaría ir.-dijo expectante.-¿O no es así?

-Pues, si.-me encogí de hombros.-Ha sido una semana tensa y sería bueno distraerse, pero no sé que piensas tú. Yo quiero ir contigo.

-Yo digo que ir es una buena idea.-soltó despreocupado.

-¿Juntos?-cuestioné algo nerviosa.

-Podríamos llegar junto a Lando, para que no sea tan sospechoso.-sugirió.

-¿Estás seguro? Es que... Se que no es el tipo de lugares que te gustan.

-Distraerse está bien de vez en cuando.-sonrió.-Es cierto que prefiero quedarme en casa o en el hotel en su defecto, pero llevamos ya varios días aquí y me estoy aburriendo.-susurró divertido.-Además, tú te quedas conmigo en casa muy a menudo. Es mi momento de ceder.

-Está bien.-acepté entre risas ante su última confesión.-Hazlo una cita triple y llama a Lando. Dile que nos espere. No tardaré.-guiñé un ojo mientras me dirigía a mi closet.

El cálido abrazo del clima bahreiní fue la excusa perfecta para deslizarme en un vestido corto que, de alguna manera, se sintió como la elección precisa para la ocasión. Noté que el negro había sido la elección de ambos, y eso generó una sincronía visual que no pude pasar por alto. Oscar, ataviado con una camisa de botones del mismo tono, logró que el negro se convirtiera en nuestro cómplice estilístico.

La verdad sea dicha, Oscar irradiaba una elegancia que iba mucho más allá de las prendas que vestía. En esa noche, se veía jodidamente sexy, y no pude evitar perderme por un instante en el detalle de cómo el negro resaltaba su trabajado cuerpo y contrastaba con la claridad de su piel. La atracción estaba ahí, palpitante, pero Lando, quien nos esperaba en el lobby, nos recordó que aún había compromisos por cumplir.

♧ The Great War | Charles Leclerc / Oscar Piastri ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora