El día había iniciado de forma tranquila para todos los Gliesianos; cada habitante realizaba sus respectivos deberes dentro del pequeño planeta con mucho entusiasmo y algo de prisa ya que buscaban terminar a tiempo para unirse al loure al que habían sido invitados, otros tantos se lamentaban porque se encontraban demasiado ocupados como para asistir, por otro lado, los niños hacían sus tareas o se dedicaban a jugar, los jóvenes se reunían con amigos y los trabajadores del palacio se ocupaban en tener todo listo para la celebración que se estaría llevando a cabo.
Todos sonreían y sus pulmones recibían el aire puro y sereno de su hogar.
Vaya.
¿Quién iba a decir que las cosas iban a terminar así?
Que Gliese pasaría a ser un número más en la lista de planetas destruidos y conquistados por la reina Lyra.
Parecía como un sueño... no, más bien... una completa pesadilla.
Y no había forma de cambiar lo ocurrido.
La reina Lyra observaba con una ceja alzada la escena frente a ella, el patético príncipe llorando mientras sostenía a su padre en brazos.
Pensaba en darles dos minutos más antes de terminar con ellos, en el fondo realmente estaba disfrutando de aquel sufrimiento, de esa tortura así que matarlos de forma apresurada tal vez no sería tan divertido.
Oh si, que bien se sentía verlos sufrir.
— ¿Quieres dedicarle algunas palabras de despedida a tu bastardo, mi querido Rey?— espetó Lyra batiendo su cabello en señal de indiferencia.
Arcanus tragó saliva con dificultad y después de varios intentos, por fin comenzó a abrir los ojos y observar a su hijo con lágrimas decorando su rostro.
— Oh... mi más grande orgullo...— susurró debido a lo débil que se encontraba, Jimin solo se limitó a hacer un puchero.— Estoy tan feliz de haber tenido la oportunidad de ser tu padre...— el rey lentamente acercó su mano al rostro del pelirosa y le secó una de sus lágrimas.
— Vas a estar bien...— respondió el príncipe mientras sostenía la mano de su padre.— te vas a recuperar...
Arcanus admiró el rostro de su hijo una vez más, sus ojos... esos ojos azulados iguales a los de su amada, que dicha saber que esa imagen sería la última que vería antes de partir.
Estaba feliz por ello.
— Jimin...— carraspeó su garganta.— Prométeme que mantendrás a Gliese en alto...— el príncipe observó a su padre con pesar, notando como su mirada se desvanecía en cada segundo.— Prométeme que protegerás a tu gente... prométeme que siempre tendrán un hogar... ¿de acuerdo?
— Eso suena a una despedida... no te puedes ir, no nos puedes dejar...— el ojiazul se mordió el labio, su barbilla temblando.— No me puedes dejar...
Los guerreros y guardianes bajaron sus cabezas con tristeza, el tono tan débil en la voz del rey solo significaba una cosa y mierda, eso estaba doliendo demasiado.
— No te dejaré hijo mío, te estaré cuidando desde el cielo; la estrella rosada que tanto amas ver en las noches es tu madre... cuando vuelvas a mirarla, la acompañará una estrella azulada... ese seré yo.— Arcanus sacó un collar de su bolsillo y se lo tendió en la palma, cerrándole la mano en un puño.— Tus padres siempre te estarán cuidando...
— Ya basta. Ya basta, papá.— sollozó Jimin recargando su cabeza en el pecho de su padre, sintiendo la sangre mojándole el cabello ligeramente.
No quería decirle adiós a su progenitor.
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Gliese - Kookmin (+18)
FantasyEscapando de su hogar por culpa de una guerra, el príncipe Jimin y su gente llegan a un planeta completamente desconocido llamado Tierra. El pelirosa se promete a sí mismo no tener ningún tipo de relación con nadie en aquel lugar, sin embargo, el pr...