Diez

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Después del altercado en Yonsei, Aeri se disculpó con los chicos por el mal rato que les hizo pasar por su causa, y agradeció que ambos salieran en su defensa, un gesto que jamás olvidaría.

Entonces, avisó a Yoongi que cancelaría todas sus clases mintiendo con que había cogido un resfriado, y necesitaba un poco de reposo, lo cierto es que se sentía muy agraviada.

Cuando llegó a su departamento, lo primero que hizo fue despojarse de sus ropas llena de frustración mientras se miraba en el espejo, segura de que encontraría las marcas de Seokjin.

Su piel era tan blanca y delicada que con el mínimo roce obtendría un color violáceo. De verse así misma en el espejo no dudó en sentirse asqueada, y las emociones hablaron por sí misma dejando escapar un sollozo desgarrador, a causa de ese letargo que no ha podido evadir con éxito durante un largo tiempo.

Ese letargo tenía un nombre:

Kim Seokjin

No es la primera vez que se encontraba bajo esas circunstancias, en muchas otras ocasiones había tenido las manos de Seokjin sobre ella, intimidándola, y recordándole que era únicamente suya, y que algún día estaría a su lado, en el lugar que le correspondía.

¿Suya? Aeri carcajeó incrédula, por supuesto que era suya para atormentarla, porque ese hombre jamás mostró una pizca de afecto por ella, todo lo que hacía era apoderarse de la poca voluntad que aún le quedaba.

Era irrisorio que ese hombre la hiciera temblar incluso en la adultez, segura de que jamás seria completamente libre si lo tenía en las sombras acechándola.

Y hoy, por primera vez tuvo el coraje de abofetearlo, pero Seokjin no lo dejaría pasar, haría hasta lo imposible para hacerla pagar por esta humillación.

Si tan solo fuese un poco más valiente, se aseguraría de contarle a todos el infierno que Seokjin le ha hecho pasar desde que prácticamente eran unos niños.

O si tuviese oportunidad, se apuñalaría el corazón para dejar de sentir miedo, y liberarse por fin de Seokjin.

De niña, su abuela le dijo que Seokjin cuidaría de ella cuando fuesen más grandes, pero nunca creyó que se convertiría en una auténtica pesadilla.

Seokjin fue hosco con ella desde el principio, la menospreciaba por los ligeros rasgos extranjeros que heredó de su madre irlandesa, y nunca perdía la oportunidad para humillarla delante de otros aduciendo que aún si fuese la nieta de un Rey, jamás sería tan poderosa como su familia.

No eran pareja, o él jamás le entregó su corazón si quiera para decir que lo amaba, y él a ella, sencillamente eran compañeros y algún día las campanas de la iglesia tocarían para ellos.

Kang Minji lo decretó desde que ella tenía ocho años y él once. Porque su abuela era fiel creyente de preservar el linaje, y la unión de sus padres e incluso la de su hermana mayor eran un ejemplo de ello.

Su padre se casó con la hija de un Rey Europeo convirtiéndose más tarde en Duquesa, y su hermana mayor con un magnate que le doblaba la edad. Un poco chapada a la antigua las creencias de su abuela.

Desde luego la suerte de ella y de su hermano menor irían más o menos en el mismo sentido.

A Doyun se le presentaron varias candidatas hijas de familias prominentes, y a ella la encadenaron a Seokjin, aunque oficialmente ninguno se reconocía como pareja, tarde o temprano tendrían que formar una familia.

Quería borrar tantas cosas su cabeza, pero ni siquiera sabía por dónde empezar, quizá la muerte de sus padres, las presiones de su abuela para ser casi perfecta, o la primera vez que estuvo con Seokjin.

Recordar aquello último le provocó un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral, porque Seokjin es la razón por la cual su relación con la población masculina es casi nula.

Cualquier hombre que se acercara a ella con intenciones adversas, se consideraría muerto, porque Seokjin era demasiado posesivo con las cosas que consideraba suyas, y Aeri entraba en ese supuesto.

Ni siquiera ha tenido una cita adecuada o se ha enamorado por primera vez, lo más cercano que ha tenido a eso eran las veces que Seokjin reclama su frágil cuerpo.

Y se casarían en cuanto él obtenga la magistratura del Tribunal Supremo, exactamente cuando sea un auténtico hombre de poder.

Por esa razón, Seokjin se encontraba reacio a las intenciones que Aeri tenía sobre esa magistratura. Si ella lo derrotaba en el examen de oposición, aquella boda se retrasaría y Seokjin perdería el favor de su abuela para desposar a la joya más preciada de la familia Kang.

Si hacia un poco de introspección, los intentos de Seokjin por monopolizarla comenzaban a ser notorios ante los ojos de los demás, regularmente aquellas cosas prefería hacerlas en privado, por eso Yonsei era el único lugar en el mundo en el que se podía sentir a salvo, pero el que la haya besado a la fuerza enfrente de sus alumnos, significaba que Seokjin comenzaba a perder la paciencia respecto a esa relación que ni siquiera tenía una forma de ser llamada.

Quizá por esa razón Aeri no vio venir su reciente actitud violenta que había cesado en los últimos meses, pensó que incluso Seokjin había encontrado a una nueva presa y su obsesión con ella desapareció por arte de magia, sin embargo, hoy le recordó nuevamente que estaban más unidos que nunca, y no solo eso, también había quedado expuesta enfrente de su sobrino, y del nuevo becario.

Entonces, tendría que alejarlos de ella lo más pronto posible, porque la última vez que tuvo becarios, Seokjin casi les arruina la carrera. Es por eso que utiliza constantemente otras herramientas para provocar que sus becarios deserten mediante cargas excesivas de trabajo.

En ese momento no lo sentía tanto por Jimin, ya que es su sobrino y tiene la protección de su poderoso padre y de su hermana mayor, sino por el otro chiquillo que no tendría la culpa de nada, sin embargo, se atrevió a retar a Seokjin, y no fue bien recibido por éste, por supuesto que tomaría represalias, así que mañana mismo hablaría con Yoongi para que sea reasignando a otro profesor.

No podría cargar con más culpas de lo que ya lo hace.

Un poco menos aturdida, se enrolló en su bata de baño, cobrando un poco más la cordura y reparando en que no le ha prestado atención a Kill desde que llegó.

El felino se encontraba sentadito en medio de la cama mirándola con mucha cautela, que ni siquiera emitió ruido alguno para que Aeri tuviese oportunidad de reordenar sus pensamientos, lo cual logró con éxito.

—Ven aquí gato panzón. No sabes cuando te extrañé.

Aeri abrazó al gato susurrándole cuan importante es para ella tenerlo a su lado. Lo impresionante para el felino fue que el rostro de Aeri se encontraba bañado en lágrimas, tan silenciosas como su propia agonía.

Fue en ese momento, en el que Kill llegó a la conclusión de que algo más profundo ocurría en la vida de Aeri, y él no tenía la menor idea de lo que estaba pasando.

Entonces ¿Qué también la conocía?

Quizá, veinte años no han sido suficientes para distinguir todas las heridas de Kang Aeri.

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