A medida que caminaba sobre los pasillos de la facultad de derecho en la que Aeri impartía clases, mi presencia era como imanes que atraía las miradas de los demás alumnos.
Podía escuchar los elogios sobre mi apariencia, y otros sencillamente se preguntaban quién era yo, y de donde había salido. Tampoco estaba muy seguro, pero las leyendas decían que yo era hijo del inframundo, y también su rey.
Solo que hoy, estaba mostrando otra versión de mi, una que hace mucho tiempo no se mostraba, y la cual curiosamente se adueñaba de mi cada vez que Aeri se encontraba involucrada en situaciones de vulnerabilidad como lo fue la muerte de sus padres, o aquella vez que esos tipos intentaron abusar de ella.
Pero ¿Por qué ahora?
Últimamente me estaba costando demasiado volver a la versión del gato Kill, y mi forma humana venía casi de la nada.
¿Hay algo de Aeri que no sé? Hasta hace unos días me encontraba convencido de que sabía cada uno de sus secretos, y de sus sueños, pero a medida que ella crece se vuelve una humana mucho más compleja. Cada vez menos soy capaz de introducirme en su mente y escuchar a esa niñita que me molestaba con sus elocuencias, porque cada vez es más dispersa, y no logro entender cada paso que da.
Ayer desayunamos en silencio por primera vez en veinte años. Aeri miraba todo el tiempo desde el ventanal de su penthouse mientras bebía su taza de café, y únicamente se limitó a darme un beso en la cabeza, se fue y no regresó a casa durante todo el día dejándome bajo la supervisión de Doyun.
Por eso hoy, quizá hice la cosa más estúpida que jamás he hecho.
Matricularme en la facultad de derecho de Yonsei.
Y justo cuando estaba por echarme para atrás, un cazador de talentos académicos me arrastró hasta la oficina de trámites y matriculaciones.
—¿Qu-qué demonios está haciendo?—gesticulé mientras me alejaba lo más posible de ese masculino de sonrisa radiante como si los malos días no existieran para él.
—No tienes que ser tímido, todos queremos ser parte de Yonsei.
Pero estaba seguro de que yo no. Al menos era lo que Aeri decía a menudo, pues todas las élites se reunían en esta institución, pero ella jamás se ha sentido parte de ese pequeño porcentaje del país. Así que creo que este hombre está siendo muy hilarante al decirlo.
—¿No es por eso que estás aquí?
Bueno si, o eso era lo que pensaba hasta hace unos cuantos minutos antes de darme cuenta de que era una completa locura y de que me había dejado llevar por mis arrebatos.
—Yo en realidad...
—¿Necesitas una beca?
Maldición, si me dejaras hablar.
—No...yo—por qué de repente me estaba sintiendo amenazado por este sujeto que irradia alegría por cada poro de sí mismo.
Necesitaba salir de aquí y replantearme el por qué había actuado como un humano tonto y promedio.
—Tenemos varios planes de estudio, bajo ciertas condiciones que son muy fáciles de sujetarse.
¿Condiciones? Esto se escucha como si estuviese a punto de hacer un pacto con satanás.
Pero lo creo muy plausible sabiendo que es una institución demasiada estricta para su ingreso y permanencia.
Igual lo del ingreso me hace dudar un poco ahora que este tipo literalmente me está rogando para que yo acceda a semejante estupidez, sin embargo, recuerdo perfectamente cuando Aeri estaba por ingresar a la universidad, su perfil tuvo que ser avalado por el comité académico, aunque ser la nieta de Kang Minji le sumaba varios puntos por encima de la media.
¿Entonces qué ha cambiado? O por qué está tan desesperado para que yo forme parte de Yonsei.
—¿Ah si?—dije mientras me sentaba en una de las incómodas sillas de su oficina, buscando la mejor postura para no parecer un idiota a punto de caer.
—Ochenta por ciento de la beca será cubierta por Yonsei, el otro veinte te lo ganarás tú.
—¿Entonces cuál es la maldita ayuda?—exclamé furioso.
—Cuida tu boca.—advirtió.
Me quería ver la cara de idiota, porque sabía que ingresar a Yonsei no es cosa fácil, a menos que seas toda una aristocrática millonaria como Aeri.
—El programa de becarios no es tan indeseable como todos nuestros alumnos dicen.
Se atrevió a decir finalmente, porque estaba determinado a convencerme bajo cualquier argumento absurdo.
Sería un buen gerente de ventas. Al menos eso pensaría yo de él si no supiera que ser becario de Yonsei es una tortura.
Lo sé por los dos únicos becarios que Aeri ha tenido durante toda su carrera como profesora. Pude ver muchas lágrimas, horas de sueño, y a una mujer que literalmente hizo un infierno la vida de dos universitarios.
Pero, no está demás recocer el mérito detrás de la desdicha. Ahora esos dos becarios ocupan puestos de alto rango en las instituciones más importantes del país.
Así que puedo saber el sacrificio que significa pertenecer a Yonsei, pero antes debes pagar un precio muy alto, y no estoy de humor para jugar a esta mierda.
Solo que los ojos rogones y esa risilla burlona prácticamente me está diciendo que soy lo suficientemente cobarde para negarme. Y por supuesto que no.
—De acuerdo, me inscribiré en el programa de derecho.—dije con mucha seguridad.
¿Qué era lo peor que podía pasar?
—Muy buena elección, por eso te asignaremos como becario de la profesora Kang Aeri. Estoy seguro de que una personalidad tan fuerte como la tuya se acoplará a la joya más valiosa que tiene esta institución.
Me confié demasiado, y terminé cayendo en las garras de este cazador de voluntades, y ahora como se supone que deba manejar a la tonta de mi humana.
Porque honestamente, solo conozco esa versión amorosa con la que protege a Kill, sin embargo, creo que hay muchísimas otras facetas de ella que se encuentran fuera de mi alcance.
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All Versions Of Me
FanficExistían muchas versiones de mi que no conocías, pero yo tampoco sabía que todas ellas te amaban irremediablemente.