Veintiocho

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El cielo enfureció no solo porque la expedición por derrotar al rey del inframundo se frustró, sino por la serie de eventos que desencadenó.

Primigeniamente porque el rey del inframundo eligió como su compañera a la emperatriz de Harvania descaradamente, y los príncipes se revelaron ante su emperador por haber sido lanzados como carne de cañón ¿Qué no eran un equipo? así que no estaban seguros de si Atil alguna vez los consideró parte de su ecuación o solo el medio para llegar al fin.

Naturalmente, los príncipes se sintieron ofendidos y Killian entendió perfectamente el dicho "divide y vencerás" y con una sonrisa victoriosa consiguió el respaldo de los cuatro reinos de Harvania.

—La emperatriz está embarazada.

Un sublime silencio sorprendió a la corte imperial y el rostro aburrido de Atil fue el detonante perfecto para saber que la desgracia pronto caería sobre toda la humanidad.

—Su majestad ha sido seducida por el diablo.—uno de los sacerdotes informó.—Y su concepción ha sido bendecida por los príncipes.

—Qué has dicho.—Atil preguntó con voz absurda.—Mi emperatriz jamás haría algo así.

—Lamento que haya sucedido así. Pero la emperatriz ahora es una traidora y tenemos que tomar medidas extremas antes de que dé a luz.

—Su majestad de la orden de ejecución.—otra voz suplicó por el castigo de Aria.

—Sabe lo peligroso que es si el mal se expande por cada uno de nosotros. Ese niño es la prueba que necesitamos para aniquilar completamente a Killian.

—No solo a ellos. También los príncipes deben ser ejecutados por alta traición.

Todos los nobles y la casta clerical de Harvania terminaron aturdiendo a su emperador, quien aún trataba de asimilar la noticia.

¿Aria se atrevió a traicionarlo? Era inconcebible que su preciada mujer se haya enamorado de alguien más, y tal parecía que si. Además, alguien se atrevió a codiciar algo que le pertenecía, así que, no podía esperar para tenerlos de frente y ser implacable con ellos por haberse burlado del emperador.

Atil se levantó de su trono con mirada áspera, y tan pronto, se dirigió al jefe máximo de la iglesia soltando palabras que cambiarían totalmente el destino de los involucrados.

—Esta noche partiremos al inframundo. Hay un par de asuntos que necesito poner en orden. Ah.—se detuvo.—Las cuatro familias reales: Vrádivas, Sigrid, Astaseul, y Raginei, deberán ser ejecutados y tratados como traidores, incluso hasta sus futuras generaciones, claro, si es que queda algo de ellos.

El emperador de Harvania no tendría piedad. Y era capaz de derramar mucha sangre.

[••••]

—Atil ha enloquecido.—Izar pronunció.—Es una de las razones por las cuales le retiramos nuestro apoyo, el poder parece que lo ha cegado por completo y perdió el sentido de la realidad.

—Quiero entenderlo, pero parece que soy incapaz.—Adair secundó.

Esa misma noche la noticia voló hasta el inframundo, y los príncipes se prepararían para recibir al emperador Atil. Sería una noche por demás larga.

—El problema es que le han dado poder a alguien que jamás ha sabido controlarlo. No solo nosotros estábamos bajo su yugo, los humanos por igual.—Killian se unió al intercambio de palabras.

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