Kang Aeri
—Es normal, las parejas lo hacen todo el tiempo.
Seokjin y yo apenas teníamos dieciséis, y esa tarde la abuela lo había traído para que mi profesor particular se encargara de Seokjin a petición de su padre.
Pero no éramos pareja. Al menos en ese entonces, yo ingenuamente anhelaba que fuéramos una.
—¿L-Lo somos?—dije tímidamente.
—Nos casaremos en el futuro. Naturalmente nos hace una pareja.
El chico que se encontraba recargado sobre mi escritorio comenzó a acotar la distancia entre nosotros, y a media que sus pasos se escuchaban cada vez más cerca de mí, ese tonto corazón que alguna vez latió por él me traicionó.
Seokjin me miró por primera vez con ternura, no había ni una pizca de frialdad en él, y eso me desarmó por completo.
Entonces, me tomó por el cuello besándome ferozmente, y por esa razón, él se volvió el primer chico al que besé, y también al que le entregué todo de mí.
Que ingenua fui.
—Eres mía, recuérdalo siempre.
Dijo, antes de que explotara dentro de mi, y aquello se repitió tantas veces como pudimos porque eso era lo que hacían las parejas. Y tal vez era la única manera en la que ese chico podía ser mío.
Hasta que un día.
La bofetada de la realidad llegó a mí cuando se lo confesé a la abuela.
—¡Es inconcebible! Ambos son jóvenes y decidieron arruinar sus vidas.
Seokjin y yo teníamos la cabeza gacha, mientras escuchábamos a los mayores tomar la decisión por nosotros.
—Aún si ese niño naciera, y ambos se casaran, todavía son jóvenes con arduas responsabilidades. Dile al médico de la familia que venga.
—No abuela, no lo hagas.
Le supliqué, no solo a ella, sino a Seokjin, pero en vez de protegernos, decidió hacer de mi vida un infierno. Y ahí supe, que codiciar a un hombre que no sentía lo mismo por mi, fue el peor castigo que la vida me pudo dar.
Desde ese momento, el hombre que más idolatré, se volvió mi peor pesadilla y quería que pagara por todo. Porque siendo Atil o Seokjin, de cualquier manera yo odiaba a los dos.
Y él también sentía lo mismo.
La noche había caído, y la luna sobre nosotros iluminaba la terraza.
Después de tres largos años volvíamos a nuestra posición del gato cazando al ratón.
Seokjin inesperadamente blandió la legendaria arma de Adair, y yo mejor que nadie sabía que la última bala estaba dispuesta a ser utilizada esa misma noche.
—Híncate.
Diría que error mío fue abandonar la cena, pero de cualquier forma esto sucedería ¿No?
—Hubieras hecho esto hace dieciocho años. Podría haberte obedecido con mucha facilidad.
—¿No tienes miedo de que estés a punto de volverte mi esclava?
Si, tenía mucho miedo. Y no exactamente por mi, más bien, por todos aquellos que me rodeaban, en especial por mi querida Ahyoung.
—Vuelves a estar igual de indefensa que en el pasado. Sigues estando completamente sola como en aquel día cuando caíste profundamente dormida ¿No es curioso eso?
Relajé mis expresiones y me hinqué, necesitaba hacer tiempo hasta que Jimin se diera cuenta de mi repentina desaparición.
—Pero sabes que es lo que más me agrada de todo esto. Que el hombre que amas haya corrido a los brazos de otra persona ¡No es fantástico! Aliviaré tu dolor.
Seokjin verdaderamente había perdido la cabeza, y era peligroso sin duda que tenga en su poder aquella arma. Ni siquiera yo sé que otros alcances implica ser arruinada por su bala dorada.
—Ambos sabemos que es una obra tuya. Pero el hechizo de nuestro rey está a nada de desaparecer ¿Crees que se quedará quieto cuando se entere de que lo has engañado?
—Eso es imposible. Mientras Cyrene siga a su lado, el hechizo jamás desaparecerá. Y por encima de mi poder no hay nadie más.
—Te equivocas.—dije.—En el pasado pudiste deshacerte de mí, pero no de mi hijo.
De pronto, un silencio reinó entre nosotros, y la mirada de Seokjin pareció divagar por un instante.
—Repítelo.—ordenó.
—Creo que has subestimado a Demir. Las profecías se cumplen, aún si hayas buscado desesperadamente que él no naciera. Su esencia estuvo ahí desde que lo concebimos.
—Mientes.
—Que ganaría con mentirte. Nuestro príncipe está vivo.—comencé a carcajear estruendosamente, mi intención era que nos vieran, para cualquiera sería dramático hallar al presidente del máximo tribunal del país apuntando a una mujer con un arma.
—Te va a destruir. Así que adelante, dispara que me muero por ver tu final.
Llevé a Seokjin al límite, mientras rogaba a todos los cielos para que Jimin pronto llegara.
Y si no es el caso, confío en que muy pronto encontrará la manera de romper el hechizo de la bala de oro. Si ya lo hizo una vez, estoy segura de que lo volverá hacer.
—Si es el caso, entonces, no me importaría vivir la ira de Demir, y tampoco la de Killian.
Seokjin tomó de mi barbilla obligándome a mirarlo desde mi posición, y con su otra mano acercó el arma a la altura de mi pecho, lo que por inercia me hizo tomarla intentando alejarla.
—Ves, estás temblando. Pero muy pronto la pesadilla acabará. Y prometo que te amaré tanto como alguna vez lo deseaste.
El dolor será solo un momento.Quizá regresé en el momento equivocado, o a lo mejor las profecías de Ravna se estaban cumpliendo en una serie de eventos caóticos. No estaba segura, pero mira que me estaba llevando la peor parte.
De pronto, el aire se volvió gélido, y las hojas de los árboles caían como si fuera otoño, pero en realidad estábamos en verano.
La luna comenzaba a ocultarse detrás de las nubes que viajan hacía cualquier parte del mundo, tan libres como yo anhelo serlo, y aquel nudo en la garganta no me dejaba suplicar por auxilio.
Cuando Seokjin le quitó el seguro al arma, cerré mis ojos y puse toda mi fe en aquellos que me aman, para algún día regresar.
Entonces, Seokjin disparó. El hombre que alguna vez amé volvió hacerme daño, y no sé si eso haya sido la razón por la que mi corazón haya dolido tanto.
Lentamente fui cerrando mis ojos mientras la figura del masculino se desvanecía delante de mí.
Porque él otra vez había ganado.
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All Versions Of Me
FanfictionExistían muchas versiones de mi que no conocías, pero yo tampoco sabía que todas ellas te amaban irremediablemente.