Treinta y seis

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Jeon Jungkook

La seguridad que Jimin desplegó en su propiedad era digna de un mini magnate como él, e incluso las fuerzas especiales se encontraban camuflajeadas en los puntos claves de la residencia familiar.

Después de lo ocurrido anoche, Jimin ordenó a sus médicos de confianza tratar el estado de salud de Aeri y prohibió estrictamente las visitas del ala norte donde actualmente la mujer descansaba.

Pero aún así, quería verla incluso si tenía que pasar por encima de estos gorilas.

Cuando bajé de mi coche, los guardias me abrieron paso como si formara parte de esta familia, pero luego escuché a uno de los hombres de Jimin decir que el acceso para mí era libre por órdenes del "presidente".

Sonreí con algo de astucia porque lejos de ser el director ejecutivo de Royal Sea, mi conexión con Jimin y Aeri es casi innegable ahora.

Cuando entré a la residencia principal incluso me encontré con más personal de seguridad, la diferencia es que estos estaban mucho más armados que un militar.

He ahí lo importante que Aeri es para Jimin, y de cierto modo eso me llenó de alivio.

Justo cuando iba a dar el siguiente paso, la figura de una pequeña salió de la cocina con un vaso de jugo que intentaba no derramar en el suelo mientras las manos le temblaban, y subía contando los escalones.

¿Una niña en casa de los Kang?

—¡Oye!—la llamé a la distancia provocando que se detuviera casi de inmediato, y cuando ambos conectamos nuestras miradas, sus ojos e incluso los míos se agradaron con algo de sorpresa.

La niña entonces miró en todas las direcciones nerviosamente, como si esperara a que alguien la salvara de la situación. Era tierna, y por unos segundos me recordó a Aeri cuando era pequeña.

—¡Por favor, no le diga a mi nana que me escapé!

La niña apretó los ojos y me suplicó como si  su vida dependiera de ello. Y su presencia enternecedora me hizo querer saber más de ella ¿Una nana? Definitivamente esta niña es una Kang, porque es casi una tradición familiar que los descendientes de esta noble estirpe recurran a las nodrizas para el cuidado de los presuntos herederos.

—¿Quién eres tú?—pregunté intentando suavizar mi voz para no asustar más a la niña.

—K-Kan...—entonces, se detuvo de golpe como si recordara algún dato importante y de inmediato se auto corrigió.—Park Ahyoung.

¿Park...? De ninguna manera.

Sonreí irónicamente.

Mi papá es Jimin.—dijo robóticamente, como si hubiese ensayado por horas la respuesta.

—Definitivamente no.—dije y le sonreí mientras le estiraba una de mis manos esperando ser correspondido por ella, así que la niña se lo pareció pensar detenidamente, y con un poco más de confianza nuestras manos se encontraron en un ligero apretón, generando así un choque de electricidad que nos sacudió a ambos.

Quizá para ella fue una sensación desconocida, pero para mí esto era mucho más profundo de lo que es capaz de imaginar.

Porque esta pequeña cosita definitivamente es mía.

Entonces, tengo la certeza de que ahora mi corazón está completo; porque Jimin y Ahyoung son la pieza que necesitaba para resurgir.

Ravna tenía razón, el sol y la luna son el medio para ponerle fin a la guerra.

Y yo iba a proteger a mi sol, y a mi luna.

Cómo se llama usted.—preguntó con esa vocecita encantadora y tan propia para ser apenas una niña, no cabiendo la menor duda de que ha sido instruida por Aeri. E incluso la forma de erguirse era correcta, porque ella tenía ese aire tan aristocrático de su madre.

No había ni un gramo de maldad en ella, porque todo en Ahyoung es noble, y en su mirada podía hallar la paz que todos los pecadores buscamos para liberarnos de las brazas del infierno. Que sabía ella del miedo, nada. Y prefería que nunca tuviera la desdicha de conocerlo.

—Jungkook.—dije mientras subíamos por las escaleras agarrados de las manos. Y al ver la dificultad por sostener el vaso de jugo, la ayudé.

—¿A qué ha venido a mi casa? Jimin está trabajando, y mi nana dice que mamá está enferma por eso no puedo verla.—el puchero que hizo estrujó mi corazón, más encantando no puedo estar. Es tan linda.

—¿Por eso te le escapaste a tu nana?

—Sí, pensé que si mamá me veía se recuperaría pronto. Y como a ella le gustan mucho los jugos de naranja, le pedí a la señora Yu que preparara uno.

Jimin, parece que la coartada sobre tu paternidad no incluía a una madre sustituta para la niña. Es evidente que la madre es Aeri.

Pero más allá de molestarme, las razones son obvias.

Cuando llegamos hasta la habitación donde se encontraba Aeri, las enfermeras que la asistían al ver a la niña le regalaron un pequeña reverencia permitiéndole el acceso.

Entonces, Ahyoung soltó mi mano y corrió hasta su madre quien yacía profundamente dormida.

Era increíble como las emociones pueden cambiar de un momento a otro; hasta hace unos segundos me encontraba anonadado por Ahyoung, y ahora me sentía desgraciado.

Quizá la culpa es completamente mía, tal vez si me hubiese dado cuenta mucho antes, Aeri no estaría sufriendo, ni tampoco Ahyoung.

De pronto, un nudo en la garganta se me formó cuando vi a la niña subirse a la cama, y acurrucarse en el pecho de la mujer mientras le contaba como le estaba yendo en su día.

Quería hacer todo por remover la tristeza en sus ojos, pero lo mejor que puedo hacer es quedarme observando en silencio esperando a que despierte, o de lo contrario, el infierno será pequeño para castigar a Atil y a Cyrene.

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