Cuarenta

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—¡Qué hace! Por favor deténgase.

Jungkook irrumpió la propiedad de Kang Minji, mientras el cuerpo de seguridad trataba de impedir la entrada al hombre de aura siniestra, que ni los mismos agentes de seguridad se atrevían a desafiar.

Después de escuchar las noticias por la propia Aeri, tomó la valiente decisión de enfrentar la autoridad de la anciana.

—Nadie puede impedirme nada.—bramó entre dientes abriéndose paso con la espalda perfectamente erguida y mirada adusta.

Para los colaboradores de Kang Minji todo lo que estaba pasando era caótico desde que una de sus nietas abandonó la propiedad, y Ahyoung preguntaba con insistencia por su madre, a lo que Minji le explicó que se quedaría unos días con ella hasta que su madre arreglara varias urgencias personales. O más bien, hasta que Aeri tomara la decisión.

Entonces, el comedor principal se vio sorprendido por un torbellino que la matriarca de la familia no esperaba.

—¿Qué es todo esto?—recriminó.

—Vine por mi hija ¿Está mal que lo haga? Y no, no me respondas, no me interesa escucharte.

—Que irreverente ¡Fuera!

Sólo que Jungkook no acató las órdenes de Minji rodeando la mesa hasta encontrarse con Ahyoung quien se quedó estupefacta cuando escuchó al hombre expresar que era su padre, y éste a su vez la cargaba entre sus brazos.

—¡No, no van a ningún lado!—Minji se levantó de la mesa disgustada por el arrebato de Jungkook, y quien no le mostraba ni una pizca de sumisión.

—¿Con qué derecho te atreves a intentar entregarle mi hija a otro hombre? Es tu sangre pero la tratas como si fuera una mercancía.

—Si das un paso más, yo misma me encargaré de enterrarte.

—Ni siquiera tienes idea de quién soy.—la retó.—Al menos trata de vivir tus últimos años con dignidad.

Como si el tiempo se le acabara, Jungkook se dio la vuelta con la niña en brazos mientras Minji lanzaba toda una serie de improperios para impedir que se llevara a la pequeña consigo. Sin embargo, Jungkook también se encontraba cabreado por los últimos eventos alrededor de su vida.

Así que sacó su móvil y tecleó un número telefónico que se sabía de memoria, o más bien, el único.

Aeri contestó de inmediato como si estuviese casi a la espera.

Dime por favor que tienes a la niña.

—Está sana y salva. En unos minutos alguno de mis hombres estará pasando por ti.

No estoy para tus juegos, trae a mi hija.

Entonces, Jungkook miró con interés a Ahyoung, quien parecía estar a gusto con su presencia, y de cierta manera le llenaba el pecho de ternura cuando la niña se aferraba a él, era tan cálido que no podía evitar regresar a los días que compartió con Aeri. Y sin darse cuenta, ambas se robaron su corazón sin saber el por qué.

—Qué lugar del mundo quisieras conocer.—preguntó aleatoriamente para que la niña se sintiera aún más en confianza.

—Quisiera regresar a mi casa de la playa con mamá ¿Tú nos puedes llevar?

—Te gusta pasar más tiempo con mamá ¿Cierto?

—Mamá juega conmigo, vamos a muchos lugares y siempre me cocina lo que quiero.

Y por unos segundos, Jungkook anheló ser parte de esos momentos que Aeri y Ahyoung construían juntas.

—Entonces, iremos todos.

—¿De verdad?—la emoción en los ojos de la pequeña era evidente, porque si bien, la ciudad le parecía interesante, pero extrañaba su hogar y las actividades que podía hacer ahí, en el único lugar donde las personas eran agradables y se sentía libre.

Entonces, Jungkook logró maquinar un plan que le trajera felicidad a sus chicas, porque ahora nada era seguro para ellas.

Por otro lado, Aeri esperó nerviosa a uno de los hombres de Jungkook que prometió enviar, ansiaba con todas sus fuerzas reunirse con Ahyoung, quería asegurase ella misma de que la niña estuviese sana y salva. Cuando de pronto, Jungkook entró por la puerta de su casa con su hija en brazos, provocando que Aeri saliera corriendo por la menor.

Cuando madre e hija se encontraron, no dudaron en abrazarse mutuamente mientras eran vistas por Jungkook, y en ese momento, terminó de comprender lo mucho que deseaba protegerlas, y no estaba seguro de si el mundo podía ser tan generoso con ellas.

—Tienen que regresar a casa.—Jungkook dijo de repente.

—¿Qué?—Aeri preguntó confundida.—Acabamos de regresar.

—Y no has tenido los mejores días. Mi deber es asegurarme de que ambas estén bien.

—¿Mamá podemos regresar?

A juzgar por la emoción de Ahyoung que tenía por regresar al Mediterráneo, negarse no era una opción. Además, Jungkook tenía razón, las cosas han marchado mal desde que regresaron, y lo menos que prefería es que Ahyoung fuese el objetivo de los demás.

—Sé que las cosas entre nosotros no están del todo bien, y hay demasiadas interrogantes en el medio, pero prometo que dejaré todo en orden e iré detrás de ustedes.

Aquello se escuchaba como una promesa a largo plazo, o probablemente era la única forma que Jungkook tenía de tranquilizar a la mujer. Porque nada estaba asegurado, Atil cada día ganaba más poder y su obsesión por Aeri crecía también.

—Supongo que eso implica volver a separarnos.—Aeri dijo no muy convencida, queriendo hurgar en la mente de Jungkook para saber cuáles eran sus verdaderas intenciones para que él mismo rogara por su partida.

—Está vez será muy diferente.

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