Veintinueve

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Había pasado un tiempo desde que los príncipes de Harvania se encontraron con Atil.

—¿Dónde está mi emperatriz?

Se veía tan omnipotente que incluso los muertos se arrodillaron ante él por aquella luz cegadora que lo rodeaba en ese momento. Logrando que los príncipes intuyeran de inmediato el hecho de que Atil había logrado su fase máxima como ángel.

—Pregunté, dónde está ella.

—Por favor, sé cauteloso, te encuentras en mi reino.

—¿Seguirás actuando arrogante después de haberte robado a mi esposa?

—La diferencia entre tú y yo es que jamás la obligué. En cambio tú...no estoy muy seguro.

El ambiente comenzó a sentirse gélido después de que ambas fuerzas se reunieran e intercambiaran palabras para nada amigables.

—Estoy ansioso por hacerte polvo, no sabes cuánto esperé por este momento.—Atil advirtió con desdén.—A ti, y a ese engendro que nunca verá la luz del sol.

Killian torció una mueca de hastío, Atil hablaba mucho y no era el más paciente que digamos, porque en ese momento, existían prioridades, como la certeza de que Aria y Adair escaparan muy lejos del inframundo, pero en ese instante, nadie era capaz de decirle eso que tanto anhelaba escuchar.

De pronto, un rayo alcanzó a Killian y apenas si pudo esquivarlo con éxito.

—Vaya, me hablaron de lo poderoso que eras, pero un simple rayo casi te parte en dos ¿Qué sucede Killian? Aún no has descubierto cómo utilizar tu poder.

Atil se equivocaba completamente, en realidad, Killian se obligó a neutralizar totalmente su poder cuando Aria decidió quedarse a su lado.

¿La justificación?

Miedo

Killian sabía cuál era su verdadera condición, y si seguía desarrollando sus poderes, incluso podría llegar a herir a la única mujer que le ha importado. Porque él mismo se consideraba un peligro para Aria, y la simple idea de hacerle daño algún día le enloquecía, y aún si sacrificaba su dignidad como un rey oscuro, la vida de Aria y la de su hijo era más preciada que todo el poder del mundo.

—No soy un tirano. Parece que vivo entre cadáveres y niebla, pero no me apetece jugar al villano. Pero, creo que a ti sí te gusta ese juego.

—Es un desperdicio, he venido hasta aquí para ver tu espada desenvainada, pero todo indica a que no has perdido tu esencia humana ¿Te importaría si juego contigo un rato?

Las intenciones eran claras, Atil quería la cabeza de Killian, y si quería desquitarse con él, lo aceptaría sin temor a morir.

—Killian descubrió algo esta mañana.—Izar susurró con cautela a Baham.—Ravna se ha colado al inframundo, y tuvieron un encuentro en el oráculo de los remedios.

—Supongo que son malas noticias.—Baham se adelantó.

—Killian necesita morir en esta vida para que Demir pueda nacer.

—¿Aria lo sabía?

Izar negó apenado.

—Solo espero que Adair se la haya llevado muy lejos, y asegurarse de que nuestro rey nazca.

De pronto, una luz cegadora sorprendió al par de príncipes, como si de una bomba expansiva se tratara, y finalmente, el momento por el que tanto esperó Atil sucedió luego de agitar su espada bañada de cristales.

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