Uno

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Actualidad

Alguien me podría explicar cómo fue que terminé siendo el gato chic de una heredera, a la que tenía que escuchar las veinticuatro horas del día quejarse de sus alumnos.

Por supuesto que debía de pagar un precio muy alto para tener el estilo de vida que hoy Kang Aeri me ofrecía.

—Hey gato panzón, tú crees que deba ser menos ruda con ellos.—Aeri lamentó mientras le daba un sorbo a su taza de café muy abatida.

Desde luego querida, si yo tuviese esa clase de gilipollas como alumnos, no dudaría en preguntarles quienes eran los constituyentes del noventa y siete. Andando, levanta ese bonito trasero que tienes porque yo sé que tú quieres preguntárselos en el próximo examen.

Oh, si, si, esperen. Creo que me he saltado varios tramos de la historia, y he sido muy desconsiderado con mi ama al no presentarla adecuadamente.

La castaña que ven ahí sobre su escritorio lamentándose del por qué sus alumnos son un grupo de animales salvajes en la plena flor de la juventud, es nada menos que Kang Aeri, la segunda nieta de la familia Kang.

Digamos que tiene tres importantísimas ocupaciones:

Primera: ser una profesora universitaria a tiempo completo.

Segunda: junto con su hermano menor, ser el repuesto de su hermana mayor en caso de que la sucesión de la familia Kang se vea alterada. Algo que está lejos de suceder después de que su hermana mayor terminara embarazada.

Tercera: cuidar de su precioso y fiel compañero gato al que llamó Kill, o gato panzón, o gato tonto, y aunque mi humana tenga reservado los peores apodos para mi, jamás dejaría de ser su prioridad número uno.

O al menos, eso era lo yo creía hasta que ÉL apareció. Pero esa parte de la historia la contaré más adelante. Mientras sigamos con el pequeño monólogo.

Y yo, soy Kill, el gato panzón de Aeri, el rey Killian, el Dios del inframundo, el ángel renegado que fue lanzado a la tierra, y todas las demás versiones de mi que nunca te podrás imaginar.

Mi humana y yo vivimos en el último piso del complejo de apartamentos al sur de la ciudad, donde la vista al Rio Han es impresionante, la misma que puedo ver cada mañana al despertar, mientras disfruto de la cómoda vida de Aeri que se puede costear gracias a su trabajo como profesora en una de las universidades más prestigiosas del país.

Pudimos ser millonarios si ella aceptaba unirse al negocio familiar que era liderado por su abuela y su hermana mayor. Pero mi humana obtuvo la certificación como profesora universitaria, y despegó tan alto como pudo.

Aunque, la ocupación original de Aeri es la abogacía, prefirió el gremio magisterial donde es muy popular entre los estudiantes de derecho. A la misma que ellos apodan Su Alteza Real, por muchas razones.

—Kill, que opinas de pasar el próximo verano en Santorini, o tal vez en Mykonos.

Aeri me preguntó como si en esta forma en la que me encuentro pueda responderle como ella quisiera. Pero mi respuesta siempre será un sí.

Desde que era muy pequeña y perdió a sus padres, Aeri desarrolló un apego emocional hacía su gato Kill. Un nombre que escogió de manera muy aleatoria, pero del cual no me podía quejar.

A raíz de ese momento, fuimos inseparables, haciendo todo juntos, desde el desayuno, hasta acompañarla a la universidad en la que trabaja, y regresar a casa.

Por ejemplo, hoy era el día de mis chequeos de rutina con el veterinario, acompañado de una larga sesión de spa. Por esa razón, sus hermanos decían que yo era un gato consentido, y con un alto valor sentimental para Aeri que ni siquiera ellos pueden competir contra ello.

Mientras Aeri conducía hasta la clínica veterinaria, se encargó de armonizar el trayecto sintonizando los debates políticos que extrañamente a mi me generaban cierta concentración y que ella muy bien lograba identificar.

Era nuestra rutina mañanera: despertar, beber café mientras observamos el amanecer desde la terraza de su penthouse, y después conducir hasta el campus mientras nos enterábamos de la farándula política.

Los políticos de hoy en día son muy ocurrentes. No es así Kill.—sonrió y después apretó el acelerador mientras reía agraciadamente para mi. Segura de que yo guardaría muy bien el secreto sobre su mal hábito por el exceso de velocidad.

Por primera vez en muchos años me detuve a observar el recato de Aeri, tenía una nariz respingada y rasgos faciales bien definidos como esos labios naturalmente contorneados. Sin dejar a un lado ese nivel de sofisticación que heredó de su abuela y que otras mujeres de su familia también poseían, pero ninguna logró perfeccionarlo tanto como Aeri lo hizo. Mi ama era muy bonita, y nunca pensé que Su Alteza Real fuese capaz de comparársele en belleza a mi precioso ángel Aria.

Él aura aristocrática existía, y Kang Aeri lo describía mejor que nadie. Ella había dado un paso adelante como adulta, encontrando de alguna manera el valor que le faltó cuando perdió a sus padres, y muy pocas veces se dejaba ver vulnerable, porque sabía que al llegar a casa yo la estaría esperando para hacer de su mundo algo mejor.

Tal vez yo tenía una misión en este mundo diferente a la de ella, y quizá mi tiempo a su lado tenga fecha de caducidad en cuanto logre encontrar a mi querido ángel Aria. Pero me llevaría un gran sabor de boca al saber que no todos los seres humanos son despreciables, existen mejores almas como la de Aeri, la pequeña niña que me acogió cuando me quedé sin hogar, y la esperanza me había abandonado.

Mientras escuchaba los planes que Aeri tenía preparado para sus alumnos el día de hoy, toda mi atención se desvió al enorme anuncio pagado por Lancome en el cual daban a conocer al nuevo rostro de la marca.

Mi corazón inmediatamente dio un vuelco cuando unos ojos inocentes me hipnotizaron, junto con esos rizos que caían como cascadas por el rostro de la modelo bajo una leyenda demasiada sugestiva "Aria, como un ángel caído del cielo"

La había encontrado, era ella, ella era mi precioso ángel Aria.

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