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Hace unos pocos meses que fue reclutado por carta al ejército de su pueblo, algo que para sorpresa de Coco fue muy poco esperado, sus padres estaban extasiados y alegres como si se hubiera ganado la lotería ese mismo día pero para él fue una mezcla de emociones en unas aspas de batidora.
Había cumplido los veintiséis y ya tenía que enlistarse en las filas militares, cortarse el cabello y presentarse en el cuartel para recibir el entrenamiento de reclutas, aún recuerda el dia en qué se fue al ejército como si hubiera sido ayer...

Un verano cálido y precioso, sol brillante hojas verdes nada de nubes, tenía puesto su pulcro uniforme y a su hombro una pequeña mochila con sus objetos personajes, cosa de nada en realidad un par de camisas y las botas de soldado, sentado esperando que el camión llegase a por él, mirando al suelo con los ojos pasivos y la mochila a su lado, frente de él su padre y su madre esperando también la llegada de un automóvil pero no del ejercito, sino uno casual que manejaría su futuro suegro y colega de su padre.
El rugido de un motor llamó la atención de él y para su mala suerte era el coche de su suegro uno moderno y sofisticado que su padre halagó apenas apareció en el camino, montados en este iban dos personas, un hombre mayor rollizo de barbas negras con finas canas grises y acompañado iba la prometida de Coco, una mujer de negros cabellos y ojos azules con un vestido tipo bata floreado a color lila resaltando la preciosa piel morena y también el ligeramente abultado vientre, su padre lo levantó de un tirón manteniendo esa sonrisa cínica a su suegro y cuando el coche se estacionó a unos pocos metros tuvo que copiar la sonrisa "amable" de su padre.

—¡Arándano! ¡Pero qué gusto verlo!—

El menudo señor alzó los brazos para saludar a su padre de mano, un apretón fuerte y justo que solo dos viejos pueden tener, le siguió a él que sin siquiera sonreírle un poco pidió un apretón, Coco en respuesta asintió con respeto ganándose una pequeña mueca de aceptación por parte del suegro, su madre, se dedicó a ir por la mujer del auto y saludarla con abrazo y beso en la mejilla, apreciando su estómago y el vestido tan "primaveral" que tenía.

—¡Pero si aquí está la novia!—

Exclamó su padre llendo a abrazar a su prometida, ella con simpleza sonrió perlada ante los abrazos y tras que su padre la soltará asió su tierna vista a él, caminando despacio hasta su existencia con las manos en el vientre esbozando una jovial sonrisa que lo dejaba incómodo.

—Hola Coco—

Le saludó con una voz suave y dulce, él sonrió lo más amplio que pudo y tratando de verse más alegre que nunca tomó sus manos para acercarse a por un beso, beso que fue correspondido con un pequeño roce de labios al que más que beso sería "picotazo".

—Así que se va el soldado, debo decir que me siento halagado de que continúes esa profesión Coco—

Dijo el suegro Arándano con las manos en la chaqueta, Coco cambiando su semblante de calma miró al señor con determinación.

—Gracias señor, es muy amable de su parte —

El mismo hombre solo atinó a sacar de su bolsillo un gordo habano que al encenderlo hizo pequeños aros de humo, Coco aún manteniéndose firme esperó que hablara con el sarcasmo usual de siempre.

—Claro que esto del ejército no es para todos, no estarás pensando en dejar a mi pequeña sola ¿o sí muchacho?—

Unas risas de sus padres que más que alivianar el momento solo empeoraron todo inundaron la situación puesto Arándano se veía realmente serio al decirlo, hubo un silencio corto en el que sus pensamientos fueron cortados por la mano de su prometida entrelazada con la de él, la miró a sus orbes azules y con la falsedad de una sonrisa contestó a las palabras del hombre.

Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora