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Para Coco el platicar con Azulin acerca del cambio en la temperatura fue más agradable de lo que creyó, de forma inhumana ahora no se sentía tan lejano y por menos quería ignorar al chico, es decir antes le mataba hablarle pero ahora se sentía incluso tranquilo cuando hablaban.
Eso no fue de un solo día, Azulin y el mantuvieron un contacto muy calmado durante bastante tiempo, Coco y él platicaban mucho lo que no solo golpeó a los dos sino a su entorno, los chicos se sorprendían de ver qué no peleaban tanto y ahora solo bromeaban o hacían algo tranquilamente, pero no todos empezaron a curiosear, en realidad les importó muy poco en ese momento y ahora solo lo que lograban notar de los dos, pero para el mayor cambio estaban Azulin y Coco, demostrando sus grandes cualidades el uno del otro.

Cómo esta tarde, el camino se vió aminorado por un excelente descanso para todos después de caminar sin descanso casi dos noches, los muchachos estaban muertos de cansancio así que los dejaron dormir cómodamente en un prado oculto de los árboles, copas verdes y un cielo blanco que iluminaba sus ojos, Azulin estaba a su izquierda sentado con las piernas abiertas y el, solo con las rodillas dobladas a ambos sitios con ojos calmos y una sonrisa imperceptible para su perfil, Azulin, tomando aire entre una risa tranquila habló, mordiendo un pequeñito trozo de madera delgado.

—¿Cómo eras en la infancia?—

Pregunta Azulin con más curiosidad y ternura que nada más, entonces Coco hace una risa y sonríe cohibido entrecerrando los ojos, Azulin copia la sonrisa y los dos se ríen simultáneamente algo que normal sería imposible de ver pero ahora es mucho más posible que una pelea, Coco toma aire y hace la cabeza hacia atrás suspirando mientras habla mirando al cielo extendiendo sus manos hacia atrás quedando perfectamente cómodo en esa posición, Azulin lo ve lleno de curiosidad y luego Coco por fin deja la pausa.

—¿Cómo me imaginas?—

Azulin se ríe y saca la madera de entre sus dientes sonriendo ampliamente mientras ve a Coco de reojo, tamborilea sus dedos en el pasto amarillento y gira un poco la cabeza para responderle ahora copiando su posición pero en lugar del cielo lo ve a él.

—Bueno, te imagino como un niño enorme, tú sabes de esos niños que se ven como matones pero en el fondo son suaves como masa, tengo el presentimiento de que eras el rey de las peleas—

Y Coco se ríe, poniendo nervioso a Azulin por la risa que provoca en el moreno y este con las mejillas rojas solo esconde la cara mientras Coco niega lentamente para corregirlo de su error evidente, Coco chasquea la lengua y le contesta a Azulin quién ya se ve serio debido al rostro que pone Coco mientras le habla.

—Pues te equivocas, de niño yo era más pequeño que los otros y mucho más ancho, casi como una masa tenía las manos gordas y también era demasiado penoso como para acercarme a cualquiera, en realidad no era muy sociable de niño —

Azulin se ríe enternecido por la imagen inventada de su mente de un Coco infantil, pequeño y regordete lo imagina divertido pensando en cómo algo tan diferente al ahora se transformó en ese mastodonte de a su lado, supuso que el tan esperado "estirón" del que todos hablan.

—Es imposible que tú hayas sido gordo de niño, totalmente imposible—

Coco se ríe con un silencio pequeño solo suspirando presa de la pequeña carcajada delicada, ahí Azulin buscando hacer un poco de risa entre la plática alza una mano y se deja caer en el pasto ligeramente pero no al completo, solo a medias para ver todavia a Coco, le gusta mucho la posición en la que está, su cabello vuela con el aire y la sonrisa que tiene le hace sentir cálido, pero no cálido de lujuria sino de cariño.

—¿Entonces me equivoqué en todo menos en lo de ser el rey de las peleas?—

Coco vuelve a sonreír y solo niega suave de un lado a otro, Azulin dedica una cara pasmada por las reacciones de Coco buscando desesperadamente guardar cada una en su mente para siempre, ahí Coco termina de contarle para dejar de causarle la tan conocida curiosidad.

Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora