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Monster

El extraño gritó y se le fue encima al moreno queriendo encajarle el cuchillo por la espalda, Coco se dió la vuelta conteniendo al tipo de encima suyo deteniendo sus manos en el aire antes de que lo apuñalara, ahí horrorizado vió que no era ni siquiera parecido a los unicornios porque no tenía la piel oscura o un cuerno de collar, era un osito un muchacho con su mismo casco y ropas grises sucias empuñando la bayoneta en sus manos huesudas, Coco tartamudeo unas palabras pidiéndole que se calmará y el niño en respuesta puso más fuerza sobre su agarré.

—¡Espera estoy de tu lado! —

Gruñó Coco con cansancio pero el muchacho no escuchó, una docena de balas le destrozaron la cabeza y atravesaron su pecho cayendo muerto a su lado, Coco sorprendido por aquello recién pasado quitó el cadáver de encima y le dió vuelta mirando más de cerca notó que él chico tenía una cadena militar de ni más ni menos que él campamento corazón y la fecha de su inscripción al lado de su nombre que era "Limón", en total confusión miró al otro lado pensando en si tal vez era una jodida equivocación o una broma de mal gusto.
Sí, eso debía de ser una puta broma pesada...

Tomó otra vez el rifle y arrastró otra vez por el camino cayendo en la mala cuenta de que habían más cadáveres ahí y no había ni uno solo de un unicornio, todos ellos eran ositos de su uniforme y el gris que usaba Limón pero ningún unicornio ahí, las explosiones lo obligaron a detenerse un poco estando más cerca de aquellos que los atacaban cayó al lado de otro cadáver este sin la mitad baja del cuerpo con los intestinos secos afuera usando el mismo uniforme que Coco solo que no poseía la placa militar, como si alguien se la hubiera arrancado.

Pecas había dejado de disparar y ordenó a Caramelo más municiones, pero al darse la vuelta notó que había demasiados soldados vivos. Lleno de ira pensó en todas las maneras posibles para revertir esto y haciendo uso de la idea que Coco planteó cambió las órdenes, iba a subir a esos soldados al campo de batalla fuera lo que fuera armándolos con simples cuchillos dentados y un rifle a medio cargar los lanzó a todos con la excusa de cubrir más terreno.

—¡Pero qué haces Pecas nos van a descubrir!—
—¡Cierra la puta boca y llévalos a todos arriba! ¡No debe de quedar ni uno solo vivo así los tenga que matar yo!—

Dijo Pecas recargando la ametralladora disparando a diestra y siniestra sin importar qué o quién estuviera en el camino creando un caos sangriento, Sonrisas observaba esto desde el refugio abrumado por su soledad hasta que Caramelo lo encontró.

—¡Toma un rifle y sube soldado! ¡Son órdenes del comandante lleva tu trasero al campo de batalla!—

Sonrisas tragó saliva asintiendo con nerviosismo siendo empujado por Caramelo a subir, dejando a Caramelo sólo con los heridos permaneció mudo viendo que ambos hombres se veían más tranquilos de sus heridas sacó el revolver de su bolsillo disparando a ambos en la cabeza terminando con sus vidas a pesar de las súplicas por ambos, accionando una granada después y salir huyendo de ahí escuchando la explosión cobrarse a los cuerpos de sus  camaradas...
Azulin se había refugiado en un agujero, tirado de rodillas al pecho respirando con dificultad teniendo una temblorina horrible sintiendo como la orina se escurría por sus pantalones mojándose de ella asustado por oír los disparos a lo lejos se tapaba los oídos lloriqueando al lado del cadáver de alguno de esos tipos, se sentía ridículo estando ahí tirado pero no le funcionaban las piernas para levantarse no quería ni siquiera abrir los ojos, por primera vez estaba siendo empático con el chico muerto de hace días necesitaba volver a casa y ya, así que solo se tiró en el suelo, por primera vez Azulin estaba temiendo de morir solo.

Coco aún estaba incrédulo de lo que veía en ese campo de batalla porque no estaba asustado no, no tenía nada de miedo por los disparos ni las explosiones tenía miedo de matar a los que le atacaban, eran igual a él eran ositos eran...
Niños.
Por una sola vez desde que obtuvo consciencia tenía terror de matar y le oraba a dios los pocos rezos que sabía solo para suplicarle que ninguno se le cruzará, veía a sus compañeros salir de la trinchera armados tan solo con un rifle y otros con simples cuchillos morir atravesados por las bayonetas o quemados por explosiones de sus mismas granadas que parecía alguien arrojaba sin ver, los estaba viendo morir en confusión de quién era el que los asesinaba, Coco no podía creerse el que su misma raza los quisiera asesinar pero no encuentra explicación porque ¿si ya los habían visto por qué los seguían matando?, ¿es que acaso no conocían como eran los unicornios o peor lo sabían y eran desertores, Coco se pasmó en medio del campo escuchando gritos, fuego, balas y granadas llenar el aire respirando entrecortadamente con los ojos llorosos por el humo, las manos sudorosas y un terror masivo de no saber qué hacer, pensando tal vez en dejarse disparar y morir ahí con tal de no matar a ninguno de sus compañeros de la villa, pero entonces el grito de alguien lo sacó del pensamiento que tuvo he inmediatamente se giró a ver a su lado izquierdo, encima de un compañero apuntando con su arma estaba otro osito a nada de dispararle al que se encontraba rogando piedad sobre la tierra con las manos en alto y sin dudarlo arrojó contra él cruzando la distancia de metros en pisadas rápidas arremetiendo a su derecha para tirarlo tratando de quitarle el arma de las manos forcejeando con el osito arrastrándose ambos hasta un agujero de tierra repleto de agua con lodo, Coco jaloneaba el arma de las manos negras del otro, un hombre de ojos verdes con una herida en la cabeza mal tapada por curitas que le gruñía enseñando los dientes rojos por la sangre que brotaba de los golpes, Coco le habló tirando del rifle.

Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora