Your Eyes

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Azulin no pegó ojo desde ese día, habían pasado dos días desde que Coco su capitán volvió a humillarle frente a todos incluido el Sargento y su hermano, el chico ya estaba hasta la mierda de Coco y sus castigos estúpidos, siempre dejándolo como un idiota y él quedando como el superhéroe de todo una total porquería considerando que por su orgullo siempre acababa en esa  situación, pero claro ¿cómo iba a dejarlo de joder? algo que era lógico hasta lo más razonable pero Azulin prefirió seguir metiendo los dedos al fuego y quemarse cuantas veces se le ocurrieran siempre acabando en la misma de un castigo a él y Coco con total tranquilidad, ya hasta le había tocado a Gordi cumplir el castigo con él por quererlo defender de Coco.

Por otra parte estaba el capitán de reclutas, estresado por las actitudes de Azulin siempre buscándole pelea en todo, si él decia verde Azulin decía rojo y ya era algo de no parar, siempre de los siempre jodiendo al otro y no solo a él sino a toda la compañía y hasta al maldito Sargento con sus acciones, a veces creía que era una necesidad como respirar o algo así porque jamás los dejaba en paz, si no jodía con su aspecto jodía con el de los demás, ya eran dos veces en las que Coco lo había castigado lavando los uniformes de todos por pelear con Pandi y con Achuchones, todos estaban que explotaban por su culpa y hasta consideraron el cambiarlo de compañía o mejor sacarlo del ejército, una vez estuvo cerca de hacerlo y por fin liberarse del chico pero Gordi le pidió (de rodillas casi) que no lo hiciera, suplicó por el bien de su hermanito que no hablarán con el general y lo sacarán al carajo de una vez por todas, y Coco tenía una debilidad por Gordi que tal vez era su tierna mirada rosa o su aspecto como muñeco de porcelana pero se detuvo y condenó a todos el seguirlo aguantando, pero la condición para no sacarlo a la mierda era que Gordi no se metiera en sus castigos ni buscará protegerlo...
Accedió de mala gana pero ¿qué iba a hacer? le había prometido a Mamá que lo cuidaría sin importar qué aún si eso fuera verlo cumplir castigos difíciles.

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Un día soleado para la mala suerte de todos, si los circuitos eran complicados sin sol imaginen con el abrasante sol sobre ellos quemandoles la piel y la cabeza, parecía que Dios a veces se ponía en su contra y peor aún cuando hoy se iba a trabajar en el piso de tierra ardiente, Caricias los puso a flexionar los brazos haciendo lagartijas con el mínimo de cincuenta, pan comido para Coco y una pesadilla para Azulin que está vez si estiró bien y calentó antes de. Iba a por las treinta cuando una sensación de punzadas sobre su bícep lo hizo rendirse y caer de pecho al piso, sudando a mares asqueado de su propia piel grasosa y pegajosa uniéndose a la tierra arenosa bajó él, tenía los brazos acalambrados y le daban contracciones en el abdomen, pensando cansado si detenerse ahí o seguir, optando por parar un poco a descansar y recomponer sus fuerzas para seguir con las lagartijas, eso fue hasta que vio a su némesis hacerlas como si nada con su puto cigarro en la boca fumando tranquilamente y sacando el humo por los labios entreabiertos, Azulin se hizo de tripas corazón y guardó aire volviendo a hacer las lagartijas en su posición inicial y contando desde donde se quedó llendo de 29 a 35 y luego temblando por el fallo muscular que sufrían sus brazos cansados.
Coco contó las cincuenta y se siguió hasta ochenta que era dónde iba ahora mismo, respirando con suavidad combinando su aliento con el humo del cigarro exhalando bocanadas de la mezcla en el aire para luego tomar nuevo y contaminarlo con el tabaco encendido, así continúo hasta que llegó a las cien y más renovado se levantó de la posición a gatas sacudiendo sus manos quitándose el cigarro de los labios para exhalar pesadamente llamando la atención de Caricias que sin dudarlo se acercó hasta él con una sonrisa de satisfacción.

—¡Cien! Esperado de ti Coco, eres un excelente soldado—

Dio una palmada de felicitación sobre sus omóplatos y Coco, con un gesto de cabeza agradeció el cumplido viéndolo irse a revisar a los otros con su severidad puesta de máscara.
Se sentó a fumar en la banca más cercana mientras veía a los demás hacer lo inhumano para terminar las cuarenta lagartijas, especialmente Gordi que ya estaba rojo como un tomate sudando peor que cuando corría respirando a bocanadas pesadas de aire rápido, tras dar una más se cayó de bruces en la tierra privado de oxígeno, Coco corrió a socorrerlo hincado frente a él, dió una palmadita en su espalda y quitó el cabello de su frente haciendo aire con la mano.