Espiro la humareda del cigarro con vagancia, observando detenidamente su foto de perfil, hecha desde un ángulo picado; sólo puede verse su sonrisa mientras expone a la gata durmiendo plácidamente sobre su pecho. Ladeo la cabeza y releo la conversación; me intriga saber qué tipo de charla habrá tenido con la bruja blanca, que está tan obsesionada con protegerla.
Chasqueo la lengua con amargura, y dejo la colilla en el cenicero que reposa sobre la mesa de noche, antes de quitarme de encima los cuerpos de las dos putas, los cuales se deshacen una vez me irgo de la cama; estas dos últimas semanas, han sido demasiado agitadas como para poder contener mi hambre con decencia.
Gruño internamente.
Me estoy demorando con el café.
Me estiro, deseando descontracturar toda la tensión de mi cuerpo, y analizo mi alrededor; Bill, continúa durmiendo plácidamente entre los cadáveres de los dos tíos de mala muerte que acompañaban a esas prostitutas. El expediente de trata infantil de los cuatro, ha sido sumamente largo y tentador como para intentar cohibirse; y oír sus gritos suplicando una amnistía, mientras el terror de sus víctimas recorría sus organismos (unísonamente con sus pretensiones de huir de nosotros), ha sido más que gratificante. Si bien, no suficiente; ansío saborear de nuevo su ambrosía con gran desespero.
Mierda.
Me visto con los calzoncillos y los pantalones; salgo de su habitación y bajo las metálicas escaleras hasta llegar al salón, dirigiéndome directamente hacia el mueble bar que se halla próximo a los sofás.
La pequeña nave industrial que conseguimos tras derrocar a los Templarios, ha tenido un buen lavado de cara, aunque mantenga su estructura desgastada y antigua; la luz solar se adentra vagamente por las cristaleras laminadas, cuyas mantienen un ápice de oscuridad bastante reconfortante.
Desvío la mirada hacia Garren, quien aguarda pacientemente mi presencia en los sofás mientras se toma una copa de whiskey; sus ojos vagan perdidos entre las vivas llamas de la gran fogata de cemento, situada en el centro de la sala. Advierto de la perturbación de su aura; encontrar a Morgana está siendo más difícil de lo esperado y, la muerte de Roland, continúa enrabiándole de mala forma. Encima, se han hallado dos cuerpos más que eran parte de nuestras bandas y asesinados del mismo modo: empalados.
Doy un profundo sorbo al whiskey que me he servido y me encamino hacia el sofá que está a su lado, lanzándome bruscamente sobre él.
—¿Y bien?
Mi pregunta le incita a inspirar con pesadez; la situación no está marchando tan bien como esperábamos. Y él sabe que yo lo sé y que, el que sea de esta forma, me cabrea; no obstante, su personalidad honesta es la única que soporto. Por apariencia, puede decirse que Garren es mayor que yo; su corpulencia robusta y fuerte, además de desgastada por el trabajo duro que ha soportado, para obtener su tan respetada reputación, expone sus días vividos con creces.
Da otro sorbo a la copa y suspira; un mecanismo de advertencia, que utiliza siempre para prepararme con lo que procedo a escuchar a continuación:
—No creo que esté por estos barrios, Tom —comenta, danzando su tuerta mirada seriamente hacia mí —. Hemos cepillado todas las calles, y no hemos encontrado nada ni en los lugares más remotos de esta escoria.
Arqueo mi ceja y elevo sutilmente la comisura izquierda, en un vago intento por apaciguar la molestia que comienza a emerger en mí.
—¿Qué insinúas?
Otro suspiro abandona sus labios.
—Sabes bien qué insinúo.
Chasqueo mi lengua con amargura.

ESTÁS LEYENDO
DAEMONIUM [Tom Kaulitz]
Novela JuvenilElla se encontraba en el mejor momento de su vida; después de tanto esfuerzo y trabajo duro, había alcanzado el éxito esperado. Él rozaba su límite de inmortalidad tras tantos milenios, y se había convertido en un magnate de los barrios bajos de Pa...