Me mantengo absorta entre las páginas, mientras doy otro sorbo a mi café y fumo con calma.
Ojeo superficialmente la puerta de mi habitación y sonrío; su declaración de anoche aún retumba en mi mente, provocándome un extraño cosquilleo en el estómago. No obstante, mi cabeza continúa divagando acerca de las visiones que he tenido desde que conocí a Tom, y del gran parecido que tienen con su historia. Todas y cada una de ellas, están plasmadas en el libro de Shira, generándome una gran incertidumbre.
¿Qué significarán?
Suspiro y danzo mis ojos hacia Sora, quien se pasea delante de mí sobre el mármol de la cocina, ojeándome de vez en cuando entretanto ladea su cabeza. Sonrío; parece entender aquello que está carcomiéndome por dentro.
Le acaricio por detrás de las orejitas.
—¿Tú qué opinas, Sora? —murmuro, mientras jugueteo con su naricilla.
—¿Qué opina sobre qué?
Su voz, me incita a desviar mi atención hacia la puerta de la habitación; Tom bosteza y se estira, a medida que se me aproxima a paso sosegado y perezoso. Sus brazos me abrazan por detrás y su barbilla se apoya sobre mi hombro, causándome cosquillas en el cuello con sus besos.
—Buenos días —río ligeramente, envolviéndome en la ambrosía de su aroma fresco y varonil—. He preparado café.
Su ronroneo acaricia mis sentidos dulcemente, aligerándome a girar sobre mis pies y encararle; beso tiernamente sus labios, impregnándome del sutil sabor a menta.
—¿Está interesante la lectura?
Ladeo la mirada hacia el pequeño libreto y me encojo de hombros; quiero compartir con él mis dudas, pero no estoy dispuesta a ser una molestia de buena mañana.
—Muy interesante —aludo tímidamente.
Él arquea sus cejas y entorna sus ojos detenidamente sobre mí.
—¿Pero...?
Inspiro hondo y aprieto los labios, mordisqueándome la mejilla internamente.
—Puede esperar. No voy a lincharte a dudas de buena mañana.
Eleva su comisura pícaramente y gesticula un mohín burlón, aproximándome más a él; su corpulencia me hace sentir pequeña y protegida.
—No te preocupes, dormir no es una necesidad básica para nosotros, así que no me influye —explica, depositando un suave beso en mi frente antes de prepararse un café—. ¿Qué dudas tienes?
Mis pestañas revolotean ligeramente con su súbita revelación; desconocía que los demonios no necesitasen dormir.
Inspiro hondo y tomo otro sorbo de mi café, prendiéndome un cigarro y dándole una calada; Tom se enciende otro y ojea superficialmente las páginas que estoy leyendo. Noto que su ceño se frunce discretamente, aunque no parece dispuesto a decir nada al respecto y me mira, aguardando a que lo acribille a preguntas.
Suspiro.
—¿Tú conoces esos dibujos? —curioseo, advirtiendo de cómo respira hondo y me analiza discretamente con la mirada.
Asiente.
—Sí.
Oh.
—¿Qué es?
—Es el reino de mi padre —responde, dispuesto a explicarse: —. Los dibujos son una representación del subsuelo.
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DAEMONIUM [Tom Kaulitz]
Teen FictionElla se encontraba en el mejor momento de su vida; después de tanto esfuerzo y trabajo duro, había alcanzado el éxito esperado. Él rozaba su límite de inmortalidad tras tantos milenios, y se había convertido en un magnate de los barrios bajos de Pa...