—Es espeso —comenta risueñamente, delirando su atención hacia Morgana y sonriendo al apreciar los restos de Lorraine ahogándose en la sangre—. No ha sido cómo ella tenía pensado, pero al menos, ha chillado como una rata.
¿Qué cojones...?
—¡Sigrid! —grita Shira, dando un paso al frente para que la criatura que está ante nosotros la mire; si bien, recula en sus pies cuando avista a Morgana moverse y posicionarse con lentitud a sus espaldas, mientras clava su rojiza mirada sobre ella.
Sigrid delira sus castaños ojos hacia donde la llaman, no tardando en ceder a que sus pestañas revoloteen y ladee ligeramente la cabeza con cierta incertidumbre, como si tratase de reconocernos; el mohín titubeante que sus labios gesticulan se transversa rápidamente a un ademán molesto cuando ambos cruzamos miradas.
—Tú —acusa, señalándome—. Llegas tarde.
Frunzo el ceño.
¿Qué?
—¿Dónde está Sigrid? ¿Dónde está mi amiga? —desespera la ojiverde.
Se encoge de hombros con indiferencia.
—Aquí no —contesta.
Mis pestañas revolotean inquietamente.
Tienes que estar de puta broma.
—¿En dónde coño está? —bramo, evidenciando mi molestia—. ¿Qué cojones has hecho con ella?
Arquea sus cejas con cierta sorpresa, aunque percibo cómo sus labios dejan escapar un resoplido indignado, precedente a que se cruce de brazos.
—Tú cállate—reclama—. No mereces saberlo.
¿Perdón?
—¿Cómo dices? —asombro, acogiendo aire profundamente y relamiéndome los labios, simulando una sonrisilla irritada. Sin dilación, me desintegro y me encaro de frente, clavando fulminantemente mis ojos sobre los suyos. Morgana rápidamente se inquieta a sus espaldas y tensa su colosal cuerpo, pero la ignoro y enfoco toda mi atención sobre aquello que ha poseído a Sigrid: —. ¿Qué acabas de decir?
Su mirada se desorbita ligeramente, intimidándose al encontrarme encarándomele y manifestando sutilmente mi naturaleza; no obstante, reafirma su endurecido gesto contra mí y tensa su mandíbula por unos segundos.
—Qué no mereces saberlo —repite con firmeza—. Todo esto es por tu culpa.
Frunzo el ceño, desconcertado.
—¿Mi culpa?
—Sí —afirma, acercándoseme—. Por tu culpa, ella no está aquí.
¿Qué...?
—¿A—A qué te refieres? —pregunta Shira—. ¿Qué quieres decir con que ella no está aquí?
Danza su interés hacia la ojiverde, precedente a fulminarme; resopla de nuevo y me gira la cara, encaminándose hacia Morgana para acariciarle la cabeza. Ésta ronronea bajo su tacto y se tranquiliza, tumbándose a sus pies.
Vuelve a señalarme con el dedo acusadoramente:
—¡Si él hubiese hecho bien su trabajo, esto no hubiese pasado! ¡Pero no lo ha hecho! —enfurece.
Me enrabio.
—Pero ¿qué...?
—¡Por tu culpa su luz casi se apaga! —interrumpe en un grito.
Sus palabras me acribillan como cuchillas vietnamitas impregnadas del veneno más mortífero; no entiendo nada.
¿De qué coño habla?
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DAEMONIUM [Tom Kaulitz]
Teen FictionElla se encontraba en el mejor momento de su vida; después de tanto esfuerzo y trabajo duro, había alcanzado el éxito esperado. Él rozaba su límite de inmortalidad tras tantos milenios, y se había convertido en un magnate de los barrios bajos de Pa...
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