CAPÍTULO I.

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Respiro y me analizo atentamente a través del reflejo del espejo de los baños con dificultad; el último trago me ha generado estragos, sin lugar a duda. Maldita sea. Inspiro hondo y me dispongo a empaparme completamente, con la intención de que el agua enfríe mi piel, acalorada debido al sofocante calor que emana la discoteca y el alcohol que recorre por mis venas. Gesticulo una mueca; tengo el vago presentimiento de percibir demasiados olores mezclarse en mis sensores olfativos, mareándome de mala forma.

Oh, para qué habré dicho que sí, reflexiono, recordando la promesa que le hice a mi preciosa compañera de trabajo Shira, después de comentarle mi ascenso en éste: "Ahora eres la jefa, Siri, debemos celebrarlo por todo lo alto". Sus palabras retumban como enormes tambores en mi cabeza, incitándome a desprenderme de un bramido amargo.

Para qué he dicho que sí.

Sacudo la cabeza y me doy unas palmaditas en las mejillas, acicalándome la larga melena hacia atrás y permitiendo que las ondulaciones desciendan en cascada por mi espalda. Me recompongo el —débilmente— ceñido vestido negro, reafirmando mis caderas y figura; pese a estar al borde del coma etílico, me siento más guapa que nunca.

Inspiro hondo y me doy un empujoncito con las manos en la pica, para envalentonarme a retornar junto a los demás.

Ánimo.

Shira y los demás se encuentran bailando en la pista, cerca de la mesa VIP que han decidido reservar a causa de ser "una celebración especial"; conocer que, a partir de ahora yo me encargaré de toda la oficina, parece ser un soplo de aire fresco para ellos. Aunque, no es de extrañar, si contamos con el mérito surgido gracias a mi aventurada publicación de la trilogía por la que tanto he trabajado desde los quince años; tantísimos borradores, correcciones, cambios y noches en vela, parecen haber florecido cuando decidí —con el total permiso del superior de acarrear yo con los gastos— utilizar nuestra editorial como nexo para su publicación y toda su publicidad. Un éxito generado a base de un pseudónimo que no integraría, bajo ningún concepto, un favoritismo por parte de nuestra maravillosa y magnífica editorial.

Fabuloso.

Me encamino torpemente hacia ellos, quienes no dejan de brindar una y otra vez en mi honor, el cual se agrava cuando Shira me distingue a pocos metros de ellos y taconea alegremente hacia mí.

—¡Por ti, querida mía! ¡Lo lograste!

Su orgullo, digno y semejante al de una madre presenciando los triunfos de su hija, logra ruborizarme completamente.

—Sin intento, no existe logro.

Mi comentario le ensancha la sonrisa aún más.

—Por eso eres mi capricorniana favorita, portas el éxito en la sangre.

Ruedo los ojos; sus creencias astrológicas siempre me han parecido curiosas y bastante interesante. Mas —ciertamente—, algo asfixiantes cuando transcurrimos por altibajos en la oficina.

Todo tiene un por qué, incluso aquello que quizá no creemos que existe, según ella.

—Quizás sí, quizás no. Quién sabe.

Shira entrecierra los párpados, tratando de analizar mis palabras; no obstante, el alcohol que recorre por su organismo, no le permite mostrar la seriedad que tanto anhela exponer, causándome cierta gracia. Finalmente, decide rodar los ojos y reírse, antes de tomarme de la mano y arrastrarme junto a ella hacia la mesa, ofreciéndome una copa de champán.

—Bebe, hoy todo esto es por ti.

Inspiro profundamente y observo la insistente copa frente a mí; poseo demasiado alcohol en el cuerpo como para gestionar con prudencia el si aceptarla o no.

DAEMONIUM [Tom Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora