Espeto un bramido desde lo profundo de mi garganta, y lanzo la prenda a la cama con irritación.
Maldita sea, ¿por qué tengo que pasar por esto?
—"No me digas qué no te convence".
Ruedo los ojos y aprieto los labios, reprimiéndome las ganas de desfogar toda mi molestia contra ella por enredarme en esta situación.
—Por supuesto qué no, Shira. ¿Cómo voy a ponerme el vestido rojo para ir a cenar? ¿Te has vuelto loca? —indigno, buscando otra prenda menos llamativa en el armario—. Se supone que iba a ser un café, ¡un café! Lo has complicado todo y encima, ahora, me vienes con la excusa de que no puedes venir porque te encuentras mal.
—"Me ha bajado hoy mismo, no es una excusa... ¡Qué poco comprensiva!".
Comprensiva la santísima madre qué te parió, cabronaza.
Suspiro con desgana; estaba dispuesta a disfrutar de mi semana de vacaciones con total tranquilidad y sin sentirme presionada a socializar un mínimo, antes de volver al trabajo y enfocarme en él y en las ventas de mis proyectos literarios. Mas Shira, no ha demorado ni veinticuatro horas, tras la última cena, en proponer otra quedada con Draven para este lunes.
Maldita sea, si ya nos vimos el viernes.
No he podido negarme, pues quiero evitar presenciar su imponente figura tocándome a la puerta, junto a una riña y otra dura charla sobre mi falta de ganas para intimar con otros seres humanos. Si bien, para "mi suerte", llegado hoy lunes, casualmente a mi queridísima amiga le ha visitado ese día del mes, indisponiéndola para venirse, mas no para menguar su maquiavélico objetivo de posicionarnos a Draven y a mí en una situación íntima.
Condenada Celestina malnacida.
Gesticulo un mohín y demando ayuda a Sora mediante un puchero, pero solamente recibo un curioso ladeo de cabeza por su parte, que me empuja a tirarme por la ventana.
¡Joder!
—¿No puedo ir simplemente con unos pantalones y una blusa? ¿O...?
—"¡Ni se te ocurra!" —irrumpe ágilmente, generando eco en toda la habitación con su imponente tono de voz a través de la línea: —. "¡Te lo prohíbo!".
—¿Por qué?
—"Recuerda nuestra charla, Sigrid".
Ruedo los ojos.
Qué sí, qué sí.
—La recuerdo, mas considero que estás presionando un poco la situación.
—"¡Já! Os estoy haciendo un favor".
Frunzo el ceño, entretanto continúo rebuscando en mi armario.
—¿A esto llamas tú "un favor"? ¡Casi parece qué nos estés arrastrando hasta el altar para decir el sí, quiero!
Ella ríe.
—"No me importaría casaros, congeniáis bastante...".
¡Y una mierda!
—¡Ni siquiera le conozco!
—"Pero sé qué te encantará".
¡Oh! ¡Válgame la vida!
—No sabría decirte, Shira.... Creo que esto está siendo muy apresurado.
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DAEMONIUM [Tom Kaulitz]
Ficção AdolescenteElla se encontraba en el mejor momento de su vida; después de tanto esfuerzo y trabajo duro, había alcanzado el éxito esperado. Él rozaba su límite de inmortalidad tras tantos milenios, y se había convertido en un magnate de los barrios bajos de Pa...