~☽⛦☾ ~

82 11 13
                                    

Se ha dormido, pensamos mientras miramos fijamente sus bonitas y blancas manos, llenas de heridas por intentar quitarse a ese horrible señor de encima.

Tocamos el vestido que lleva puesto; está roto y sucio de sangre y barro. Suspiramos y miramos nuestro alrededor; es un lugar oscuro y feo. No nos gusta donde la tienen encerrada; huele mal y no deja que su olor a flores pueda notarse.

Pero no pasa nada, la protegeremos.

De repente, escuchamos como la gran puerta se abre y aparece esa alta mujer de pelo negro y rizado; su sonrisa es fea y mala, pero su olor nos da mucha hambre. Tenemos guardada una idea genial que, de seguro, hará feliz a Sigrid; sabemos todo lo que ha estado pensando en hacerle a ella y a los otros y nosotros vamos a cumplir su deseo. Pero aún no podemos, aún tenemos que comer más para conseguirlo.

La mujer busca algo con los ojos; si es el señor de antes, no lo encontrará. Ya no existe. Ahora es polvo.

—¿Dónde coño se habrá metido...? —murmura. Entonces nos mira fijamente e inclina su cabeza y sonríe otra vez y deja pasar a otro hombre de cara mala que le da un montón de billetes; ella los cuenta y asiente con la cabeza —. Una hora.

Se marcha y cierra la puerta.

El señor nos mira y ríe flojito, pero su sonrisa no es buena. No tiene buena intención; lo sabemos porque sus colores son muy oscuros y se hacen más grandes cuando se nos acerca.

Inclinamos la cabeza y lo miramos sin movernos; sus piernas siguen débiles y sus brazos también; el primer hombre sólo ha podido sanar sus costillas rotas. Pero no pasa nada; cuando comamos, estará bien. Estará fuerte. Sólo tenemos que esperar a que se acerque un poco más; sólo un poco más.

—Bueno, bueno, bueno... habrá que aprovechar toda esa hora, ¿no crees?

Parpadeamos; no entendemos qué quiere decir con eso, pero sabemos que no quiere hacer cosas buenas con ella y su cuerpo.

—No nos gustas —decimos cuando se agacha delante nuestro y su gran mano empieza a tocar sus piernas; su tacto es áspero y nada suave.

Él ríe.

—Oh, cariño... verás cómo vas a disfrutar.

—¿Por qué quieres hacer esto?

Nuestra pregunta le hace reír más.

—Oh, preciosa... he pagado mucho para hacer esto... Y pienso aprovechar ese cuerpo tuyo todo el tiempo que tengo.

Su respuesta nos hace dudar un momento.

¿Habrá más?

—¿Sois muchos?

Ríe otra vez.

—¿Los que hemos pagado para esto? Ni puta idea, pero lo mejor es que no me compliques las cosas y me dejes disfrutarte.

Su voz es irritante.

Volvemos a mirar nuestro alrededor y pensamos en lo que nos ha dicho; si hay más como él, significa que podremos comer mucho. Pero si esperamos mucho, ella podría molestarse con nosotros; y no queremos que se enfade con nosotros.

Además, ella está esperándole a él.

No sabemos bien por qué; él no lo ha hecho bien. No estaría triste si él hubiese hecho bien su trabajo, pero la ha dejado sola. Ahora sólo estamos nosotros con ella y vamos a demostrarle que no le necesita para ser feliz.

Pero...

Él la hace muy feliz; lo sabemos porque, cuando él está cerca, su luz brilla muchísimo y su corazón late muy deprisa.

DAEMONIUM [Tom Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora