Saco los dulces de la bolsita y los expongo sobre la mesa, mientras aguardo a que Shira termine de preparar los cafés en su cocina. Una vez termino, decido ojear el móvil: ningún mensaje.
¿Qué tanto estará haciendo?
Han transcurrido dos días desde que Garren apareció en mi trabajo para entregarme el móvil nuevo y devolverme la navaja que me regaló papá, y más de una semana y media desde que no he podido ver a Tom. Y, aunque me envalentoné a escribirle un mensaje para advertirle de que tengo su obsequio, todavía no he recibido respuesta alguna.
Frunzo el ceño; me siento preocupada, por mucho que Garren me asegurase de que todo iría bien y de que sólo necesitaba confiar en él. Si todo va a ir bien, ¿por qué —entonces— tanto secretismo al respecto? Soy consciente de que, saber de más acerca del mundo por el que se mueve, no sería bueno. Mas Tom parecía ansioso por mostrármelo, por lo tanto, ¿por qué no confía en mí? No quiero ser una carga, pero tampoco una ignorante.
¡Ogh, de verdad! Debo espabilar.
Aprieto los párpados y respiro profundamente, anhelando apaciguar mi taladradora inquietud, y dispuesta a centrarme en el presente; debo confiar en que todo irá bien. Joder, es de un demonio de quien estamos hablando, ¿por qué me preocupo tanto?
Suspiro y bloqueo la pantalla del móvil, antes de posicionarlo bocabajo sobre la mesa y enfocar mi atención hacia alguna otra cosa más entretenida. Sin preámbulos, una vez finalizo de preparar todo para merendar y aguardo a Shira prendiéndome un cigarro, danzo mis andares distraídamente por su gran salón. El hogar de mi preciosa amiga es llamativo pese a su coloración bastante apagada, tanteando continuamente tonalidades que se decantan por el malva y algún que otro toque gris oscuro en el mobiliario, generando un contraste equilibrado. A diferencia de mí, que doto de gran admiración por las plantas, la ojiverde es una fascinada de las flores; su acogedora y pequeña terraza, guarnecida con lucecitas tenues, lo demuestra. Ojeo mi alrededor; a pesar de que se trate de un bajo, el apartamento es muy luminoso y acogedor.
No demoro en distinguir el Grimorio sobre la mesita de té que está rodeada por el majestuoso sofá, apartado a un lado para despejarla. Gesticulo un mohín con los labios y me traigo el cenicero conmigo, antes de acomodarme sobre el acolchado sillón y arrastrar el enorme libro hacia mí para examinar decorosamente su portada; sin la funda del tomo de fórmulas de química, puedo apreciar la belleza que compone su negruzca y desgastada encuadernación: adornada con delicados tallos de laureles sobresaliendo de sus esquineras, dos lunas menguantes pegadas a cada extremo de una luna llena, y un cuarzo blanco incrustado en el centro de ésta última.
Acaricio con suavidad las figuras, sin atreverme a tocar la piedra, y decido abrir el considerable libro, atisbando un refinado índice en su primera página. No niego que me he planteado más de una vez el pedirle a Shira que me lo preste para leerlo, mas soy consciente de que quizá sea una petición presuntuosa, después de haber tardado tanto en devolverle el libreto. Además, sé que lo utiliza bastante para sus limpiezas y protecciones.
Envuelta por la curiosidad, leo los apartados que se presentan ante mis ojos: mitos, historias y leyendas, astrología y lectura de estrellas, calendarios lunares, limpiezas y purificaciones, rituales, recetas para pociones, conjuros e invocaciones y —para finalizar— un amplio bestiario.
No me lo pienso demasiado y me decanto por ojear delicadamente el último capítulo, hallando un amplio repertorio de ilustraciones detalladas sobre todo tipo de seres mágicos y criaturas demoníacas, además de una minuciosa descripción acerca de los conocimientos que se abarca sobre ellos y su existencia. Mis pestañas revolotean en cuanto alcanzo la página donde reconozco el boceto de la gárgola. Ladeo la cabeza y leo decorosamente su explicación; antes de lo ocurrido en el incidente con Morgana, Tom comentó que era la "mascota" de Bill, quien le dio un nombre y —por lo tanto— una identidad, por mucho que fuese devota a él. No obstante, el apego que tanto se relata por parte de esta criatura a su dueño en el Grimorio, no ofrece ninguna otra aclaración sobre la probabilidad de que pueda revelarse contra él.
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DAEMONIUM [Tom Kaulitz]
Teen FictionElla se encontraba en el mejor momento de su vida; después de tanto esfuerzo y trabajo duro, había alcanzado el éxito esperado. Él rozaba su límite de inmortalidad tras tantos milenios, y se había convertido en un magnate de los barrios bajos de Pa...