Capitulo 40: Madre

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Los recuerdos del beso de Damian inundaban la mente de Jonathan mientras despertaba, generando una oleada de emociones intensas que lo pusieron muy nervioso. El desayuno estaba en su pequeña mesita de noche asi que intento incorporaste de la cama, una sensación de debilidad se apoderó de él de manera alarmante. Cada movimiento era un desafío, y una sombra de preocupación se extendió por su rostro al considerar la posibilidad de que la kriptonita blanca que hicieron tragar esa noche pudiera ser la causa de su repentino estado debilitado.

-Maldición.

El temor se mezclaba con la confusión mientras Jonathan intentaba comprender la magnitud de la situación. Miró alrededor de la habitación, buscando pistas o algún indicio que pudiera explicar lo que estaba experimentando. La vez anterior no se habia sentido así, solo sentia que le faltaba algo, ahora esta mucho peor.

Un llamado a la puerta lo alerto, dándole un pequeño susto.

-Com permiso...- Alfred entro a la habitación y le dedico una sonrisa- Estoy aqui para darle un chequeo general, Amo Jonathan.

-Ah, sí, gracias.

Mientras Alfred llevaba a cabo el chequeo, intentaba concentrarse en las palabras tranquilizadoras del mayordomo, pero la preocupación persistía en sus pensamientos. La debilidad que experimentaba desafiaba la lógica de su resistencia sobrehumana, y la incertidumbre sobre los efectos a largo plazo de la kriptonita blanca aumentaba.

-Alfred, ¿crees que esto podría ser por la kriptonita blanca? -preguntó Jonathan, su tono reflejando la ansiedad que sentía- Me he sentido un poco debil al despertar.

El rostro de Alfred reflejó una sombra de preocupación antes de responder con serenidad:

-Es una posibilidad, joven Jonathan. Pero necesitaremos realizar más pruebas para confirmarlo. Mantén la calma, estoy aquí para ayudarte.

Aunque las palabras de Alfred buscaban reconfortar, la intranquilidad persistía en la habitación. Mientras el mayordomo continuaba con el chequeo, Jonathan reflexionaba sobre cómo lidiar con esta nueva amenaza.

Una vez completado el chequeo, Alfred se dirigió hacia la puerta.

-Estaré coordinando para llevar a cabo pruebas. Por favor, descanse y conserve sus fuerzas, Amo Jonathan.

Jonathan asintió, agradeciendo la atención de Alfred, pero la sensación de vulnerabilidad lo acompañaba incluso después de que el mayordomo abandonara la habitación.

¿Esto iba a ser permanente? No lo sabía, pero de solo pensarlo le daban ganas de vomitar.

El inútil de Jonathan Kent, vaya sorpresa.

Se recostó en la cama, sumido en sus pensamientos. La habitación estaba sumida en un silencio inquietante, roto solo por los suspiros de Jonathan mientras se preguntaba qué significaba todo esto, por ahora era un inútil pero tal vez habia otra forma de ayudar.

Con determinación, decidió no quedarse de brazos cruzados. Se levantó de la cama aun débil, dispuesto a explorar sus opciones. Sabía que debía enfrentar la situación con valentía, incluso si la kriptonita blanca lo amenazaba.

Mientras caminaba por la mansión, la sombra de la incertidumbre se cernía sobre él. Fue hasta la Baticueva de la mansion wayne por información sobre la kriptonita y sus posibles variantes, intentando entender sus efectos y posibles contramedidas. Entre archivos e investigaciones, encontró algo interesante.

Entre los archivos de la Baticueva, descubrió informes sobre movimientos sospechosos de camiones que transportaban piedras, pero sin especificar el destino. Intrigado por esta conexión potencial con la kriptonita blanca, decidió investigar más a fondo.

No te voy a abandonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora