Capitulo 41: Batalla

91 16 12
                                    

-Quiero que traigas a Super Boy aqui para que podamos extraerle por completo la kriptonita.

-¡Jamás!

-Bien, pues entonces deja que muera. Rio -Escuchalo por ti mismo.

La situación se volvió aún más tensa cuando Thalia, con una sonrisa calculada, mostró la tablet a Damian. Los ojos de Damian se ampliaron al ver la imagen de Jon en la pantalla y Thalia presionó play en el audio. La voz desgarradora de Jonathon resonó en la habitación, llevando consigo la angustia y la desesperación.

//- ¿¡JON!?

-¿Qué tiene?

-No lo se, solo de desvaneció.

-¡Oh carajo, esta convulsionado!

-!LAMA A ALFRED!

-JONATHAN.

-Da-Damian....//

Damian sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar la angustia en la voz de sus hermanos. Sus ojos se abrieron de par en par, reflejando el miedo mientras sus manos temblorosas se apretaban. El pánico se apoderaba lentamente de él ante la situación crítica de Jonathan.

-Cuando Inhaló por primera vez la kriptonita en polvo, tambien inhalo un pequeño micrófono dentro de su cuerpo que ayudaba a que estemos un pequeño paso adelante.

Oh, mierda. Habia subestimado mas de lo que debia la situación. Estaba en una encrucijada, no tenia las respuestas para hacer esto. Se le acaban las opciones, sino hacia algo su amigo estaria en peligro, pero si se lo entrgaba a Thalia, no sabia que podria hacer con Jonathan... Pero al menos estaria vivo.

-¿Para que lo quieres?

-Facil, queremos ver todos los efectos que podria causar en él.

-¡No!

Jamas permitiria que le hicieran lo mismo que a él, y mucho menos al chico que le gusta.

La mirada de Damian se endureció ante las palabras de Thalia, su determinación reemplazando momentáneamente el miedo que lo envolvía. La encrucijada se intensificaba, y mientras el temor a lo desconocido lo perseguía, una feroz lealtad hacia Jonathan lo impulsaba a resistir.

- ¡Jamás permitiré que hagas eso! - exclamó Damian, su voz temblando entre la rabia y el miedo. Se aferró a la idea de proteger a Jonathan a toda costa, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia familia. La batalla interna en su mente se intensificaba, pero en ese momento, su prioridad era clara: proteger a su amigo, sin importar las consecuencias.

-¿Entonces planeas pelear? Eres igual que tú padre, así de debil. ¿Quieres que viva o no? No tienes mucho tiempo después de que convulsione.

-Bien... Te lo tendre que sacar de otra puta forma, madre.

Los batatangs de Damian surcaron el aire con precisión milimétrica, encontrando sus blancos con un estrépito metálico. Los secuaces de Thalia cayeron como fichas de dominó, silenciados abruptamente por la danza letal de los proyectiles. Con un gesto rápido, Damian los desarmó, asegurándose de que no representaran más amenaza.

En ese tenso interludio, Thalia desenvainó su espada con una elegancia mortal. La hoja, pulida y afilada, brillaba con la promesa de un duelo implacable. Damian, en guardia, observó la maestría con la que su madre manipulaba la espada. Era una danza que había presenciado en innumerables ocasiones durante su infancia, pero esta vez, estaba en el lado opuesto del escenario.

La primera embestida de Thalia fue rápida y certera, su espada trazando un arco mortífero en el aire. Damian, sin embargo, se movió con la agilidad y la gracia de un felino, esquivando con precisión los ataques. Cada movimiento estaba impregnado de la experiencia acumulada en los años de entrenamiento, pero no se amedrentó. Más bien, cada bloqueo, cada esquiva, era un recordatorio de su propia habilidad y determinación.

No te voy a abandonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora