Extra: Damian.

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Damián se movía con una precisión mortal en la sala de entrenamiento de la Liga de las Sombras. Su figura esbelta y atlética se deslizaba entre los obstáculos y enemigos simulados, cada golpe y cada movimiento reflejando años de entrenamiento intensivo. Su mirada estaba perdida, cargada con el peso de las almas de las personas que había matado para satisfacer las exigencias de su madre, Thalia al Ghul.

El sudor resbalaba por su frente, pero no mostraba signos de fatiga. Sus músculos se contraían y relajaban con la fluidez de un depredador en plena caza. Sin embargo, en sus ojos no había pasión, solo una fría y calculada eficiencia. Cada golpe que propinaba a los maniquíes de entrenamiento era impecable, cada patada perfectamente sincronizada, pero faltaba la chispa de vida y emoción que había tenido años atrás.

Las sombras de la sala de entrenamiento eran profundas y opresivas, creando un ambiente casi irreal. Thalia observaba desde un rincón oscuro, su expresión impenetrable. Sus ojos seguían cada movimiento de su hijo, evaluando su destreza y su determinación. Vestida con un traje negro ajustado, emanaba una autoridad y un control que era palpable. Su presencia, aunque silenciosa, llenaba la sala.

Cuando Damián terminó su rutina, su respiración apenas alterada, Thalia se adelantó, interrumpiendo su entrenamiento. Su figura se deslizó fuera de las sombras con la gracia de una pantera, sus pasos silenciosos pero firmes. La luz tenue de la sala iluminó su rostro, revelando una belleza fría y una mirada de acero.

-Es suficiente por hoy, Damián -dijo Thalia con voz autoritaria.

Damián se detuvo y giró hacia su madre, su mirada aún vacía.

-Madre, ¿qué sucede?

Thalia se acercó, su mirada firme.

-Tenemos planes importantes, hijo. La kriptonita blanca está lista para ser probada en Superman. Pero Jonathan Kent podría interferir, y no podemos permitir eso.

Damián frunció el ceño, su preocupación evidente.-¿Destruir a Jon? No. Eso no es necesario. Déjame hablar con él. Puedo convencerlo de unirse a nosotros. Si está de nuestro lado, no intercederá.

Thalia lo miró con escepticismo.-Para hacer eso, tendrías que sacarlo del campamento. Eso es complicado, Damián. No podemos arriesgarnos a fallar.

Damián apretó los puños, su determinación evidente.-Me encargaré de todo. Solo necesito que no lastimen a Jon. Dame tiempo para convencerlo.

Thalia consideró sus palabras, su mirada fría y calculadora.-Y Batman. Si dañamos a Superman, él no dudará en acabar con la Liga. Debemos neutralizarlo también, tambien sus otrs "Hijos".

Damián negó con firmeza.-No lo mataré. Podemos ponerle una trampa. Si está ocupado, no podrá interferir.

Thalia suspiró, frustrada.-Tus sentimientos te hacen débil, Damián. Esto no tiene sentido.

Damián sostuvo la mirada de su madre, su resolución inquebrantable.-No soy débil, madre. Jon es la clave. Si lo tengo de nuestro lado, no habrá necesidad de más violencia. Y Batman con los adoptados... solo confía en mí. Sé cómo manejarlo.

Thalia lo observó en silencio por un momento, luego asintió lentamente. -Muy bien. Tienes tu oportunidad. Pero no falles, Damián. Si Jon se convierte en un problema, será eliminado. Y Batman... no tomes riesgos innecesarios, recuerda que eres el proximo lider, asi que orgulleseme como tal.

Damián asintió, agradecido por la oportunidad pero consciente del peligro que corría. Sabía que debía actuar rápido y con precisión. Su amistad con Jon y su lealtad a su madre estaban en juego, y el destino de ambos mundos dependía de su próximo movimiento.

-Sí, madre. No fallaré -dijo Damián, su voz firme y decidida.

Mientras salía de la sala de entrenamiento, una sensación de rabia comenzó a crecer dentro de él. Había albergado la esperanza de que, al cumplir las exigencias de Thalia, ella pudiera amarlo de nuevo, verlo más como un hijo y menos como una herramienta. Pero se daba cuenta de que solo era un arma en sus manos, una pieza más en su juego de poder.

"Soy un idiota," pensó, sintiendo el ardor de la ira mezclado con la tristeza. "Ella nunca me verá como algo más que un peón."

Pero esa misma rabia también alimentó su determinación. Si ser un arma significaba proteger a su familia y a Jonathan, entonces aceptaría su papel. Utilizaría esa furia para fortalecer su resolución.

"No fallaré," se prometió a sí mismo. "Salvaré a Jon. Y protegeré a la familia, aunque mi madre nunca me vea como algo más que una herramienta."

Salió de la sombra de la Liga, listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino. La batalla dentro de él era intensa, pero estaba decidido a encontrar una solución que no involucrara más muerte y destrucción.

No te voy a abandonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora