No te voy a abandonar

Capitulo 66: La Decisión de Damian

Damián ayudó a Jon a moverse por el pasillo del hospital, con cada paso más pesado que el anterior. Jon sentía una punzada aguda en el pecho cada vez que intentaba respirar, como si un hierro candente le atravesara los pulmones. El dolor se irradiaba por su torso, dificultando cada movimiento y convirtiendo el simple acto de caminar en una tortura. Con cada paso, su visión se volvía borrosa y el mundo a su alrededor se teñía de manchas oscuras. Se apoyaba en las paredes, su mano resbalando sobre la fría y lisa superficie, buscando algún alivio efímero en el contacto.

Cuando finalmente llegaron al ala sur, el ambiente se volvió extraño y opresivo. Las luces del hospital parpadeaban ligeramente, proyectando sombras alargadas y distorsionadas en las paredes. El aire estaba cargado de un silencio antinatural, pesado y sofocante, como si el edificio mismo contuviera la respiración en espera de algo terrible. El suelo bajo sus pies, normalmente firme, parecía vibrar con una energía oscura y siniestra.

Las paredes estaban cubiertas con paneles de un blanco impoluto, pero en el silencio, el lugar se sentía más como una morgue que como un refugio seguro. El sonido de sus pasos resonaba con un eco hueco, amplificando la sensación de soledad y peligro inminente. Jon podía sentir el sudor frío bajando por su espalda, mezclándose con la sensación de desesperanza que crecía en su interior.

De repente, una puerta lateral se abrió de golpe y varios secuaces de la liga de las sombras emergieron, rodeándolos rápidamente. Damián y Jon se pusieron en guardia, pero Jon, debilitado por el dolor, fue rápidamente sometido. Un secuaz lo tomó por los hombros y lo obligó a mirar hacia una esquina de la sala.

Allí, en el suelo, yacían los cuerpos sin vida de Jason y Tim. La visión golpeó a Jon con una fuerza devastadora, paralizándolo. Sus amigos, sus hermanos de corazón, estaban muertos.El mundo  se derrumbó en ese instante. Un dolor insoportable se apoderó de su pecho, mucho más agudo que cualquier herida física. Apenas podía respirar, y sus piernas temblaron bajo el peso de la tragedia. Sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies, arrastrándolo hacia un abismo de desesperación y oscuridad.

El dolor era tan intenso que lo sentía como un puñal atravesando su corazón. Sus pulmones ardían con cada intento fallido de respirar, y su cabeza parecía estar a punto de explotar por la presión de la angustia. Cada fibra de su ser gritaba de dolor, un sufrimiento que lo consumía desde dentro, ahogando cualquier otro pensamiento o sensación.

Las risas crueles de los secuaces resonaron a su alrededor, llenando la habitación con un eco macabro. En un intento desesperado de bloquear el sonido, se tapó los oídos con fuerza, cerrando los ojos para intentar escapar de la horrenda realidad frente a él. Pero las imágenes de Jason y Tim, sus cuerpos inmóviles y fríos, se habían grabado en su mente, persiguiéndolo incluso con los ojos cerrados.

La desesperación se apoderó de él. Sentía que no había salida, que estaba atrapado en un tormento interminable. Sus amigos, aquellos que habían estado a su lado en las peores batallas, que habían compartido risas y lágrimas, le habían sido arrebatados de una manera tan brutal e injusta. Era como si le hubieran arrancado una parte de su alma, dejando un vacío que nunca podría ser llenado.

La impotencia lo envolvió, un sentimiento sofocante que lo dejó sin aliento. Intentó gritar, pero su voz se ahogó en un sollozo silencioso. Las lágrimas caían sin control, quemando su rostro con su amargura. La realidad de la pérdida era abrumadora, y el dolor se multiplicaba con cada segundo que pasaba.

Damián, luchando contra los secuaces que lo rodeaban, gritó el nombre de Jon, tratando de alcanzarlo. Pero la distancia parecía insalvable, y los enemigos eran demasiados. La situación se tornaba desesperada, con la sombra de Thalia al acecho, disfrutando de la tragedia que había desatado.