Hoy en un día perfecto

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Audrey

Mientras disfruto de una copa de champán en la habitación de mi nuevo apartamento en Park Avenue, no puedo evitar sentirme afortunada. Hace unos días, Harrison Lewis me sorprendió con la oferta de alquilar un apartamento en uno de los lugares más exclusivos de Nueva York a un precio muy asequible, y ahora aquí me encuentro, tumbada en una cama king size rodeada de sábanas de seda de lujo y muebles de diseño.

Al principio, la oferta de Harrison me pareció un tanto extraña. Según me explicó, estaba buscando a alguien que viviera en el apartamento de uno de sus clientes mientras este estuviera en el extranjero. Es una situación temporal, lo cual explica el precio tan bajo.

Tuve algunas reservas al principio, pero después de ver el apartamento y su ubicación, no tuve dudas: tenía que ser mío. No solo es que la vivienda parezca sacada de una revista de decoración, con sus espacios abiertos, amplias habitaciones, una cocina de ensueño y baños estilo spa, sino que además la zona es inmejorable. Incluso Caroline me dijo que estaba loca si no aceptaba la oferta.

Y bueno, todo sucedió muy rápido. Vi el apartamento el martes, pagué el generoso depósito ese mismo día, firmé el contrato de arrendamiento el jueves y hoy, sábado, he terminado de mudarme.

Ha sido una carrera contrarreloj. Harrison insistió en que debíamos hacerlo lo más rápido posible, ya que su cliente estaba preocupado por tener el apartamento desocupado durante mucho tiempo. Según Harrison, el propietario de este apartamento se llama Frasier Crane y es un reputado psiquiatra que está impartiendo clases en Oxford este año. Al principio me preocupaba vivir en un lugar que pertenecía a otra persona, por si dejaba muchos objetos personales y tenía que convivir con ellos, pero resulta que, a excepción de los muebles, utensilios de cocina y ropa de cama, no hay nada suyo aquí, así que ha sido un verdadero acierto.

Con las burbujas del champán danzando en mi estómago, observo el pijama de encaje negro que llevo puesto esta noche. Tiene transparencias, es suave al tacto y realza mi figura. Lo compré ayer en una boutique de la Quinta Avenida con la intención de celebrar el comienzo de mi nueva vida, una vida sin Richie. Mi mirada se dirige hacia el anillo de compromiso que aún llevo. Sé que debería quitármelo, pero lo pagué yo y me gusta.

Un bostezo escapa de mi boca y decido que es hora de acostarme. Tengo la casa llena de cajas y mañana, domingo, quiero madrugar para ponerlo todo en su sitio.

Dejo la copa de champán sobre la mesita de noche, voy al tocador y me aplico la mascarilla facial de aguacate y miel que compré en una tienda de productos artesanos. Es un poco incómodo dormir con ella, pero me deja la piel como el culito de un bebé. Después miro el resultado en el espejo; es como si me hubiera colocado una máscara verde en la cara. Parezco Jim Carrey en la película de La máscara.

Regreso a la cama, me acomodo en ella y apago la luz. Las burbujas del champán me suben a la cabeza y se me escapa una risita feliz. Hoy en un día perfecto, no hay nada que pueda pasar capaz de estropear este momento.

Absolutamente nada. Y con este pensamiento, me quedo dormida.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora