Audrey
Estupefacta, miro la gran variedad de juguetes sexuales que el empleado del sex-shop ha colocado sobre la mesa. Nos encontramos en «G-spot», una de las tiendas líderes en su sector. Caroline me ha traído aquí por sorpresa, para celebrar mi recién soltería. Este lugar no solo vende juguetes, sino que también cuenta con salas privadas donde los asesores sexuales explican individualmente los diferentes juguetes disponibles y su uso. Ruby ha venido con nosotras y sus ojos se abren incluso más que los míos, aunque no sé si lo hacen por los juguetes o por Zack, el hombre que los ha traído. No es para menos. Es una versión latina de Henry Cavil, y dan ganas de pasarle una mano por el torso para comprobar si esa tableta que se intuye bajo la camiseta es tan dura como parece.
—Bueno, chicas, esto de aquí son vibradores —dice Zack, señalando los dispositivos con forma de pene que ocupan gran parte de la mesa. Hay una decena, de diferentes formas y tamaños. Siempre he querido comprarme uno, no me parecía bien hacerlo con Richie, como si usar algo así fuera una infidelidad—. Los hay de muchos tipos. Estos ofrecen estimulación vaginal. —Coge uno fucsia, lo enciende y empieza a explicarnos sus características, a la vez que nos demuestra la intensidad de su vibración colocándonoslo sobre la mano—. Este modelo, por ejemplo, está diseñado para estimular el punto G, tiene la punta curva, 10 ajustes de vibración y está hecho con un material suave y flexible.
Todas asentimos, con los ojos fijos en el pene rosa que vibra en manos de Zack.
—Yo nunca me corro solo con penetración —explica Caroline, quien parece muy relajada hablando de su sexualidad con un desconocido.
Zack sonríe y señala un par de vibradores que tienen una pequeña curvatura en la base:
—En ese caso, un vibrador conejito es lo mejor para ti. — Coge uno de ellos, uno de color negro que impresiona un poco por su grosor y se lo ofrece. Caroline lo acepta fascinada—.Este modelo ofrece una doble estimulación, vaginal y clitoriana, también tiene 10 ajustes de vibración, es impermeable y un estimulador de clítoris flexible.
Caroline lo enciende, el «conejito» empieza a vibrar y se ríe divertida.
—El peligro que tiene este dispositivo es que acabe gustándome más el sexo con él que con mi novio.
—Ese es un riesgo que hay que correr —responde Zack riéndose también.
Curiosa, le pido a Caroline que me deje sostener el vibrador. La verdad es que no es fácil para mí llegar al orgasmo con tan solo la estimulación vaginal, así que muchas veces lo he tenido que fingir para que Richie no viera afectada su virilidad.
—¿Te gusta? —me pregunta Zack con una sonrisa.
—La verdad es que sí, puede ser un buen sustituto del sexo con humanos —admito con un asentimiento.
Zack me guiña un ojo, coge otro de los juguetes sexuales que hay en la mesa y me lo cambia por el que tengo. Es una especie de pene que se dobla hacia arriba.
—Esto es un doble vibrador. Es más pequeño y discreto que el anterior. Además, puede controlarse por mando.
—¿Por mando? —pregunto, interesada.
Zach me explica sus prestaciones. Está diseñado para parejas, ya que el mando permite el uso en la distancia, aunque también es cómodo para mujeres solteras como yo. Es algo más caro que el anterior, pero su diseño es más sencillo, pequeño y manejable.
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Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Audrey Simmons, soy abogada y acabo de romper con mi novio, con el que llevaba 15 años de relación. Desde entonces he buscado un piso para vivir en Manhattan, lo que no ha sido fácil. Por eso, cuando me ofrecen la posibilidad de vivir en un...