Audrey
Unas semanas más tarde, estoy con Caroline esperando al agente inmobiliario frente al edificio donde hemos quedado, en Inwood, una de las zonas más asequibles de Manhattan. Desde que retomé la búsqueda de piso, es el cuarto que visito. Le dije a Jayce que me marcharía en 60 días y ya he gastado casi 30.
—¿Estás segura de que Jayce no te dejaría quedarte con él? Estas últimas semanas habéis estado muy bien. Quizás si le preguntas...
Caroline tiene razón al decir que estas últimas semanas hemos estado muy bien. De hecho, hemos estado tan bien que da miedo. Entre los post-it, las noches de pelis y juegos de mesa, los paseos por Central Park y las charlas hasta las tantas, nuestra relación está pasando por un buen momento, pero...
—No puedo hacer eso. Cerramos un trato. Además, no puedo seguir viviendo con él eternamente.
Por muy cómoda que me sienta con él, no, no puedo hacerlo.
—Porque no quieres... —Caroline me lanza una mirada llena de intención y yo resoplo, últimamente no deja de lanzarme indirectas en ese sentido.
—No hay nada entre Jayce y yo.
—Ajá.
—Que no. Solo somos compañeros de piso. Roomies que se llevan bien.
—Entiendo.
—¿Por qué usas ese tono de «no te creo una mierda»?
—Porque no te creo una mierda, pero si quieres vivir engañada, no voy a ser yo quién te lo impida.
Antes de que pueda responderle, aparece en escena el agente inmobiliario disculpándose por el retraso.
—Ya saben, el tráfico de Nueva York es impredecible. Buenos días, señoritas. Soy el agente encargado de mostrarles el apartamento. Por favor, síganme.
Caroline y yo lo seguimos hacia el edificio y subimos en el ascensor hasta el piso que vamos a visitar.
El apartamento en cuestión tiene aproximadamente 30 metros cuadrados y está distribuido en una sala de estar combinada con una pequeña cocina, un baño y una habitación separada. Las ventanas permiten la entrada de luz natural, y el edificio cuenta con servicios como lavandería y un área común en la azotea.
Lo cierto es que hasta ahora es el primero que cumple con unos mínimos. Es pequeño pero confortable. Además, el precio es más que aceptable.
—Me parece que este apartamento podría ser una buena opción —le comento a Caroline en voz baja.
Después de hacer unas cuantas preguntas más, no me lo pienso más y le digo al agente que me lo quedo. Dudo que pueda encontrar algo mejor por este precio, y la intuición me dice que este lugar podría llegar a convertirse muy fácilmente en un hogar.
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Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Audrey Simmons, soy abogada y acabo de romper con mi novio, con el que llevaba 15 años de relación. Desde entonces he buscado un piso para vivir en Manhattan, lo que no ha sido fácil. Por eso, cuando me ofrecen la posibilidad de vivir en un...