Mi vida estalla en mil pedazos.

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Audrey

Actualidad

Me encuentro en la cocina preparando la cena, un revuelto de verduras con tiras de pollo, cuando escucho la puerta principal abrirse. Segundos después, Richie aparece y me da un suave beso en los labios. Nos contamos como nos ha ido el día mientras preparamos la mesa, servimos los platos y nos sentamos para cenar.

—Ah, por cierto, esta mañana mamá me ha llamado para preguntarme cuándo íbamos a mandar las invitaciones de la boda. Sé que todavía falta tiempo y que acordamos tomar las cosas con calma, pero es importante avisar con antelación para que la gente pueda reservar la fecha —le digo después de beber un sorbo de vino tinto—. Además, he recibido un correo electrónico del salón de bodas donde hicimos la reserva, recordándonos que debemos hacer el segundo pago antes del viernes.

El rostro de Richie cambia de expresión. Tensa la mandíbula y sus ojos se oscurecen.

—Creo que tenemos que hablar sobre eso, cariño. —Hay un breve silencio—. Sé que dijimos que nos casaríamos en abril, pero necesito que pospongamos la boda.

Dejo el tenedor suspendido frente a mi boca, incapaz de seguir comiendo mientras trato de procesar sus palabras.

—¿Posponer la boda? ¿Por cuánto tiempo?

—No mucho, quizás un año. Como máximo, dos.

¿Un año? ¿Dos? ¿Está de broma?

—Pero ¿por qué?

—Hay una razón de peso. Hace unos meses, Marcus — uno de los miembros de su banda— conoció a un técnico de sonido de Dynamic Music, una discográfica muy importante en la industria musical actual. Gracias a él, hemos logrado que un representante escuche nuestra maqueta y nos dé su opinión —explica con una sonrisa tensa—. El tipo dice que tenemos potencial. Si hacemos algunos ajustes, podemos destacar y abrirnos camino en la industria. Es la oportunidad de mi vida, Audrey. Pero me ha aconsejado no casarme por ahora. Según él, es más atractivo para el público femenino que el líder de la banda esté soltero.

Mis ojos se abren con incredulidad ante lo que acabo de escuchar.

—No puedes estar hablando en serio —digo con voz entrecortada—. Eso que dices es ridículo. ¿Qué tiene que ver que estés o no casado con la calidad de vuestra música?

—En realidad, nada, pero es una cuestión de marketing. A las fans les gusta soñar con la posibilidad de tener un romance con sus ídolos.

—¿Me estás pidiendo que aplacemos la boda para que otras puedan fantasear contigo?

—Sé que suena egoísta, que teníamos un plan, pero cariño, llevamos quince años juntos, ¿qué son dos años para nosotros?

Enfadada, dejo el cubierto sobre la mesa y cierro mis manos en puños. Lucho para controlar las lágrimas que amenazan por desbordarse de mis ojos por pura rabia.

—He estado esperando por ti durante años, Richie. Casarme no es un capricho. Quería ser madre joven y no lo he sido porque, según tú, no era el momento. Y estoy cansada de esto. No puedo seguir aplazando mi vida por la tuya. —Mi voz tiembla, no puedo evitarlo.

—Oh, venga, Audrey, estás exagerando — dice con tranquilidad, mientras se lleva un trozo de carne en la boca, como si mis palabras no tuvieran ningún impacto en él.

—Quince años juntos. Quince años esperando que algún día nuestra relación ocupe un lugar importante en tu ranking de prioridades.

—Y lo ocupa, pero...

—Tu sueño es más importante.

Richie chasquea la boca, aparentemente enfadado. 

—No te hagas la víctima, Audrey, joder. Desde el principio de nuestra relación te dejé claro que la música era lo primero. Y tú lo aceptaste. No es como si esto te tomara por sorpresa.

—Pero ya no somos unos críos como éramos entonces. No puedes seguir aferrado a un sueño imposible. Has estado intentándolo durante años, tocando en bares, enviando maquetas y buscando oportunidades, y no ha funcionado. Tal vez sea hora de rendirse.

—Ni hablar, Audrey. No pienso rendirme. No cuando hay una oportunidad al alcance de mi mano.

—Sabes tan bien como yo que eso no te llevará a ningún lado. Será una nueva decepción.

—¿Por qué estás siendo tan cruel conmigo?

—No estoy siendo cruel, estoy siendo realista. —Vamos elevando el volumen de nuestra voz a medida que intercambiamos palabras, escalando la tensión.

—Me estás poniendo en una situación imposible.

—Y tú me estás poniendo en una situación imposible a mí.

Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos. La tensión se palpa en el ambiente.

Podría decirle a Richie que nos tranquilizáramos. Que lo consultáramos con la almohada y lo hablásemos mañana, pero siento que esto es la gota que colma un vaso ya demasiado lleno.

Siento un nudo en la garganta al darme cuenta de que no hay alternativa. Solo hay una cosa que puedo hacer. Tenemos que dejarlo. Y, esta vez, al contrario que otras veces, soy consciente de que no se trata de algo temporal, sino de una decisión definitiva. Siento que algo que ya estaba roto y que habíamos intentado reparar con parches y remiendos finalmente se ha roto por completo.

—Se ha acabado —digo con la voz temblorosa.

—Sí, tienes razón. Mejor terminemos esta discusión antes de que digamos algo de lo que nos arrepintamos.

—No, Richie. Me refiero a nuestra relación. Quiero que terminemos.

Y así, sin esperarlo, en un día que prometía ser como cualquier otro, mi vida estalla en mil pedazos.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora