Contrato de confianza

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Audrey

Lo dejo pasar al apartamento con el corazón atravesado en mi garganta. Jayce se sienta en el sofá. Puedo sentir su mirada fija en mí.

—¿Quieres tomar algo? ¿Café? ¿Un refresco? ¿Agua? — pregunto, visiblemente nerviosa. Soy hiperconsciente de mi cuerpo y no sé qué hacer con mis brazos, por lo que acabo cruzándolos sobre el pecho.

—No, gracias. Siéntate conmigo, por favor. —Con una sonrisa comedida, da palmaditas en el sofá.

Obedezco, con un sinfín de sentimientos encontrados. Sigo enfadada con él, pero reconozco que le sienta tan bien el traje y me mira de una forma tan superintensa, que por momentos me olvido. De hecho, he tenido que vencer varias veces la tentación de saltar sobre el regazo y poner mi nariz en su cuello para aspirar su olor, ese olor personal que tanto me gusta y tanto anhelo ahora mismo. ¿Qué dice eso de mí? Que Jayce MacKinnon es mi kryptonita, mi debilidad.

Cojo aire, lo dejo ir despacio y decido hacerme la digna, cruzando los brazos sobre el pecho y levantando la barbilla con altivez.

—Acabo de hablar con Minerva Collins. 

Jayce asiente.

—Philip también me ha llamado hace un rato para explicarme que no va a seguir adelante con el divorcio.

Ahora soy yo quien asiento. Me muerdo el labio, incómoda y durante unos segundos ninguno de los dos dice nada. Luego digo:

—Te envié un mensaje de WhatsApp.

—Lo sé. Lo vi.

—Y te hice una pregunta.

—Que he venido a responder —se apresura a asegurar.

Alzo una ceja y lo miro en silencio. Mi cuerpo se tensa, a la expectativa de lo que tiene que decir. Con un movimiento de cabeza le indico que hable. Él asiente, coge aire y deja que las palabras fluyan entre sus labios.

—Ante todo quiero disculparme por mi comportamiento ayer. Fue muy inmaduro por mi parte sacar conclusiones precipitadas y no verificar la información contigo antes de darla como cierta.

Chasqueo la boca contra el paladar, cabreada de nuevo por su desconfianza.

—Eso es lo que no entiendo, ¿cómo pudiste pensar por un segundo que podría casarme con Richie de la nada? ¿Tan poco valor crees que le doy a lo que tenemos?

Jayce niega con un movimiento enérgico de cabeza.

—Por supuesto que no creo eso, pero había un video, un vídeo en el que parecía que tú aceptabas su proposición. Entiende mi punto de vista. Te llamé varias veces y no respondiste. Me puse nervioso y me desbordé. Fue como volver a ser el Jayce de hace seis años viendo que otra vez el capullo de Richie le arrebataba a la mujer de su vida.

Jayce hace un mohín con los labios, un mohín tan adorable y tierno que, por unos instantes, bajo la guardia, pero enseguida vuelvo a subirla. No puedo perdonarle tan rápido.

—Jayce, ¡comparaste a Richie con el helado de menta y chocolate! —le recuerdo, indignada.

—Estaba borracho, confuso y enfadado, Audrey. Dije muchas cosas que no pienso en realidad. Siento haber insultado al helado de menta y chocolate con esa comparación—dice intentando hacer una broma, pero yo no me río. Al ver mi seriedad él levanta las manos a modo de disculpa—. Lo que quiero decir es que nunca debí hablar en esos términos. No puedo borrar lo que dije ni mi comportamiento de ayer, pero sí que puedo prometerte que no volverá a pasar. Porque confío en ti, Audrey, y confío en lo nuestro. —Bajo mi atenta mirada, Jayce mete la mano dentro de la chaqueta del traje, saca un sobre y me lo ofrece. Lo cojo con curiosidad.

—¿Qué es?

—Compruébalo.

Abro el sobre, saco la hoja que hay dentro y leo:

«Contrato de confianza». 

Tras leer esas palabras, alzo una ceja e interrogo a Jayce con ella. Él hace un movimiento con la cabeza para que siga leyendo.

CONTRATO DE CONFIANZA

Este contrato es celebrado entre Audrey Simmons y Jayce MacKinnon, con el objetivo de establecer compromisos y cláusulas relacionadas con la confianza en su relación.

Comunicación abierta y honesta: Jayce MacKinnon se compromete a mantener una comunicación abierta y honesta en todo momento. Expresará sus preocupaciones, dudas y emociones de manera constructiva y respetuosa, promoviendo así un ambiente de confianza mutua.

Respeto y clarificación de malentendidos: Jayce MacKinnon reconoce el derecho de Audrey a aclarar cualquier malentendido. Se compromete a escucharla atentamente y a buscar la clarificación de los hechos antes de sacar conclusiones precipitadas.

Apoyo en momentos difíciles: Jayce MacKinnon se compromete a brindar apoyo a Audrey durante los momentos difíciles. Demostrará empatía y comprensión, ofreciendo un hombro en el que Audrey pueda apoyarse y encontrar consuelo.

Trabajo en las inseguridades: Jayce MacKinnon se compromete a trabajar en sus propias inseguridades personales y a no permitir que afecten negativamente la relación. Pondrá esfuerzo y dedicación para superar cualquier barrera emocional que pueda surgir y construir así una base sólida de confianza.

En caso de incumplir cualquiera de las cláusulas anteriores, Jayce MacKinnon se compromete a realizar una compensación a Audrey Simmons consistente en una sesión de sexo satisfactoria con cunnilingus incluido.

Este Contrato tiene una duración indefinida y podrá ser modificado o rescindido por acuerdo mutuo de las Partes.

Jayce MacKinnon

Tras leer el documento, mis ojos buscan los de Jayce, claramente emocionada.

—¿Sabe qué este contrato no tiene ningún tipo de validez legal, verdad, señor MacKinnon? —Mi voz suena un poco temblorosa.

—Bueno, no pensé que eso fuera importante. Si no recuerdo mal, señorita Simmons, es experta en hacer pasar como válidos contratos que no lo son... —dice con un guiño Jayce, recordando aquel primer contrato que firmé con Harrison y que defendí a capa y espada a pesar de su nulidad legal. Sonrío. ¿dónde estaríamos ahora si no me hubiera puesto tan cabezona con eso? Jayce sonríe también—. Me hiciste una pregunta, Audrey, y esta es mi respuesta. Este contrato es un símbolo tangible de mi compromiso contigo. Prometo confiar en ti. Siempre.

Mis ojos se llenan de emoción al escuchar sus palabras y ver su sonrisa.

Me acerco a Jayce en el sofá, dejo el contrato a un lado, y tomo su rostro entre mis manos.

—Si vuelves a dudar de mí una sola vez más, te mataré.

—¿Eso es que me perdonas?

—Pues claro que te perdono, idiota. Porque ayer te equivocaste en algo crucial. Y es que Richie nunca será como el helado de menta y chocolate, ¿sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque mi helado de menta y chocolate, el que elegiría mil veces por encima de cualquier otro, eres tú. Tú eres mi helado de menta y chocolate, Jayce.

Jayce me mira con los ojos vidriosos y sin más espera, se inclina sobre mí y me besa. Nuestros labios encajan, nuestras bocas se abren y nuestras lenguas se acarician con premura. Jayce separa de nuevo su rostro del mío para mirarme.

—Prometo hacer todo lo posible para demostrarte cada día que soy merecedor de esa elección.

De nuevo volvemos a besarnos. Nuestras bocas se unen, nuestros dientes chocan en un momento de pasión un poco torpe y nos reímos, dejando que nuestras lenguas se entrelacen y saboreen con ganas.

No hay ningún tipo de duda. Entre todos los hombres, siempre lo elegiría a él. A Jayce MacKinnon. Mi lugar seguro en el mundo. Mi helado de chocolate y menta. Mi hogar. La persona con la que espero compartir un futuro lleno de amor y confianza.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora