Ya no te quiero

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Audrey

Unos días más tarde del episodio vergonzoso con el vibrador, entro en el bar con el estómago hecho un nudo. Richie me envió un mensaje ayer para quedar aquí y devolverme algunas cosas que dejé olvidadas en su casa. Al entrar, la música rock llena el ambiente y se mezcla con las conversaciones animadas de la gente. Escaneo la multitud en busca de Richie y lo encuentro sentado en uno de los sofás tapizados. Hay una caja de cartón a sus pies y su expresión parece ausente.

El corazón me duele como si alguien lo estuviera presionando con sus manos, pero decido ser fuerte y acercarme a él. Al decir su nombre, Richie levanta la barbilla y fija sus ojos en los míos. Sonríe un poco, pero enseguida su expresión se opaca con algo parecido a la tristeza. Me siento en una silla apostada frente a él. La incomodidad se cierne sobre nosotros durante los segundos siguientes. Me gustaría decir que tiene mal aspecto, pero más allá de la expresión de su rostro, no hay ningún signo visible de que lo haya estado pasando mal. De hecho, está incluso más guapo que de costumbre; se ha cortado un poco el pelo y arreglado la barba.

—¿Allí están las cosas que olvidé? —pregunto señalando la caja de cartón, intentando romper este tenso silencio que nos envuelve.

—Ah, sí. —Toma la caja y me la ofrece.

La cojo y echo un vistazo rápido a su interior. Hay algunos libros, cedes y mis Funkos de Doctor Who. Dejo la caja en el suelo cuando se acerca la camarera a tomarnos nota. Ambos pedimos una cerveza, aunque, en realidad, lo único que quiero es largarme de aquí.

En un minuto, ya tenemos los dos botellines de cerveza fresca sobre la mesa que hay entre el espacio que nos separa.

—Bueno, y ¿cómo te va? —pregunta Richie tentativo, tras dar un sorbo a su cerveza.

Me encojo de hombros con suavidad.

—Bien, aunque supongo que no tanto como a ti que te has convertido en un éxito de internet.

La sorpresa se cuela entre los rasgos de Richie.

—¿Lo viste?

—¿Hay alguien que no lo haya visto? Vuestro video aparece hasta en la sopa.

Mi comentario le hace reír y su risa se eleva entre nosotros relajando un poco el ambiente.

—Yo no diría tanto. Tuvimos mucha suerte, la verdad. Alguien nos grabó en un concierto, lo subió en sus redes y nos volvimos virales.

—Incluso salisteis en la tele.

—Sí. Eso fue la ostia. Tenemos los próximos meses petados de conciertos y hemos recibido una oferta oficial de una discográfica para producir nuestro primer LP.

Intento sonreír, pero no puedo evitar que mi sonrisa acabe deformándose en una mueca rara. Sé que debo felicitarle, pero no me sale de dentro hacerlo cuando estoy tan resentida con él.

—Bueno, veo que al final vas a lograr hacer realidad tu sueño —digo con un hilillo de voz algo temblorosa.

—Eso parece, aunque no lo estoy disfrutando tanto como debería.

—¿Y eso? ¿Por qué?

—Porque me faltas tú, Audrey. Te echo de menos. — Traga saliva con fuerza y sus ojos se humedecen—. Es cierto que te pedí que nos viéramos para devolverte tus cosas, pero también lo hice como excusa para verte.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora