Novios

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Audrey

Horas más tarde, estoy dándole vueltas al tema del mensaje de Richie cuando la puerta de mi apartamento se abre. Hace unas semanas decidimos darnos las llaves de nuestros apartamentos como muestra de compromiso. Bueno, yo nunca llegué a devolverle la que usaba cuando vivíamos juntos, pero sí que hice una copia de mi llave para dársela a él. Un símbolo. Un paso más hacia esta relación que crece y fortalece con el paso de los días. Miro hacia la puerta de entrada, pues este apartamento carece de recibidor, y veo entrar a Jayce con el ceño fruncido y expresión seria.

Se quita el abrigo, lo deja en el perchero junto al mío y se sienta a mi lado en el sofá resoplando.

—¿Ha pasado algo malo? Esta mañana cuando abandoné tu despacho lo hice dejándote con una sonrisa en la boca.

Jayce hace un puchero y hunde su rostro en el arco de mi cuello.

—Ojalá me hubiera quedado a vivir en ese momento

—Pero ¿por qué? ¿Qué ocurre?

Durante los siguientes minutos Jayce me cuenta que su padre ha reunido a los cinco hermanos en su despacho para explicarles que Ava y él van a darse una nueva oportunidad y que va a jubilarse en unos meses. Parece conforme con la primera noticia, pero devastado por la segunda.

—Mi padre es el pilar que sustenta el bufete. Es él quien hace de mediador entre nosotros cuando no nos ponemos de acuerdo en algo. Va a ser un caos cuando se vaya.

Yo asiento, comprensiva.

—Al menos os tenéis los unos a los otros. Piensa en tu padre, tuvo que asumir la responsabilidad del bufete él solo cuando tu abuelo Duncan se jubiló. Vosotros, en cambio, podéis repartir la carga.

—Eso es cierto. Pero pienso en mis hermanos, que van sobrepasados con su paternidad, intentando conciliar el trabajo con la familia, y soy consciente de que voy a ser yo quién va a tener que asumir más carga de trabajo. Al menos hasta que Dean ocupe su lugar.

—Eso no lo sabes. No avances acontecimientos.

Jayce hace una mueca y me mira, cogiendo mis manos entre las suyas.

—¿Y si dejo el bufete y me asocio contigo?

 Me río, a sabiendas que no habla en serio.

—No creo que te gustase mucho mi trabajo. A ti te gusta lucirte en casos mediáticos para salir en televisión y que te adoren las masas. Los casos que yo llevo no interesan a nadie, represento a esa parte de la sociedad que es invisible. Además, solo tengo un despacho. Y a Ruby le daría un ataque al corazón si te tuviera allí. Es tu mayor fan.

Jayce se ríe y se muerde el labio, mirándome con ternura.

—El otro día que fui a visitarte me dio una tarjeta con su número de teléfono. ¿No crees que deberías contarle lo nuestro?

—¿Y qué intente envenenarme echándole cianuro en el café? Paso. Ya te he dicho que es tu mayor fan. Y una mujer muy celosa. Tenías que haber visto cómo se puso cuando un miembro de BTS supuestamente se echó novia. Estuvo a punto de coger un vuelo a Corea para rendirle cuentas al susodicho.

Jayce sonríe y luego transforma su expresión en otra muy distinta que me cuesta identificar.

—Pues puede ser que se acabe enterando por terceros teniendo en cuenta que el clan MacKinnon sabe lo nuestro.

Lo miro con los ojos muy abiertos.

—¿Y eso? ¿Se lo has contado?

—Umm... ¿Recuerdas cuando te dije que cerrar los estores era una buena idea? Pues no ha sido tan buena idea.

—Ay, Dios. —Me tapo la cara muerta de vergüenza—.¡¿Lo saben?!

—Sep. La próxima vez quizás sea mejor que nos encerremos en un baño. O que vengas a verme con tu amiguito el vibrador con mando.

Le pellizco el costado y él se ríe.

—Eres malo.

—Curioso que digas eso, porque cuando estoy dentro de ti me dices lo contrario.

Me guiña un ojo y me besa en un gesto cotidiano y casual que me llena el corazón de algo cálido y luminoso. Entonces, una duda se cierne en mi interior. Llevamos un par de meses viéndonos casi a diario, pero no hemos definido en ningún momento nuestra relación. Expongo mi duda en voz alta:

—¿Y qué saben sobre nosotros?

—Pues que salimos juntos.

El corazón hace una cabriola dentro de mi pecho.

—¿Salimos... juntos?

Jayce parpadea desconcertado ante mi pregunta.

—¿Acaso no lo hacemos?

—Bueno... —Me mordisqueo el labio con nerviosismo—. Nunca habíamos aclarado los términos de nuestra relación.

—Nos confesamos nuestros sentimientos, ¿no? Y nos provocamos orgasmos el uno al otro prácticamente a diario. ¿No lo hace eso obvio?

Me río ante su evidente irritación.

—Pero no dijimos que estábamos saliendo.

—No sé si sentirme profundamente herido por ser el único que supiera sobre esta relación o sentirme profundamente tonto.

—Oh, venga, las etiquetas no lo son todo... —Le doy un besito en la mejilla, pero él me aparta.

—¿De verdad no sabías que salíamos?

—Lo sospechaba. —Me encojo de hombros—. Pero como eres un mujeriego reconocido no quería precipitarme en suposiciones no confirmadas.

—Pues no quiero que lo sospeches, quiero que te quede claro: estamos saliendo. Yo soy tu novio y tú mi novia. Grábatelo a fuego, con letra negrita, mayúsculas y subrayado. Novios.

Le borro el enfado con un beso. Tengo el estómago lleno de fuegos artificiales. ¿Cómo puede ser que Jayce despierte en mí estas emociones tan intensas? ¿Por qué nunca sentí esto por Richie?

De pronto recuerdo a Richie y su mensaje de esta mañana. Debería contarle la verdad a Jayce, ¿no? Sin embargo, ahora mismo, mientras lo beso sé que no es el momento adecuado. Además, con todo lo de su padre, no quiero aumentar más su ansiedad. Mejor lo sigo besando, disfrutando de este momento de máxima conexión con el único hombre capaz de despertar un tornado en mi pecho y ponerlo todo patas arriba.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora