¿Podré manejar esto cuando llegue a casa?

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Jayce

Unos días más tarde, me encuentro en el Green Pub revisando la última versión del contrato de convivencia que Audrey me devolvió ayer por la noche. Ya no recuerdo cuantas versiones llevamos ya. ¿Seis? ¿Siete? Con un suspiro desganado, me llevo la jarra de cerveza fría a los labios, doy un sorbo y paseo mis ojos por el local.

El Green Pub es un auténtico pub escocés regentado por Kenzie, un hombre de mi misma edad que proviene de las Highlands. A mis hermanos y a mí nos encanta venir aquí, ya que este lugar nos transporta a nuestras raíces. Todo en este pub, desde sus bebidas hasta su estética, parece sacado directamente de Escocia. Las paredes están revestidas con madera oscura, hay fotografías de paisajes escoceses colgadas por todas partes, y una gran variedad de botellas de alcohol se exhiben ordenadamente detrás de una larga barra. El mobiliario está compuesto por barriles de cerveza, bancos tapizados, y mesas y sillas de estilo rústico.

Yo estoy sentado en uno de los bancos, esperando a que mis hermanos aparezcan. Una vez más, se retrasan. Desde que el amor apareció en sus vidas, los encuentros entre nosotros se han reducido de forma drástica.

Suelto un suspiro y regreso a la lectura. No puedo creer que Audrey haya añadido en el contrato un horario para el uso del salón, la cocina y la lavadora. Creo que hace tres versiones del contrato que esto se nos fue de las manos. Yo solo quería establecer unas reglas básicas para una convivencia pacífica, pero Audrey, en lugar de verlo así, se lo tomó como un ataque personal y después de aquella tarde distendida decorando juntos el salón hemos vuelto a la hostilidad.

Estoy tachando una de las cláusulas cuando siento la presencia de dos personas frente a mí. Levanto la cabeza de los papeles y miro al frente. Dean me saluda ofreciéndome su puño mientras se sienta en el banco de enfrente. Choco su puño con el mío y fijo mi mirada en la chica que lo acompaña, que se queda de pie al lado de la mesa sin llegar a sentarse. Es Sally, la mejor amiga de Dean desde niños, una chica preciosa, pequeña, de ojos rasgados y cabello largo y castaño oscuro. Hoy lleva gafas de pasta negra y sus ojos parecen más grandes y rasgados de lo que son. Sally es de madre coreana y padre estadounidense, y esa fusión de culturas son visibles en sus rasgos.

—Eh, Sally, cuánto tiempo —digo levantándome de un impulso para darle un abrazo. Ella se ríe contra mi pecho y la dejo ir con una sonrisa—. ¿Cómo te va la vida en California?

—Bien. Calurosa. —Hace un mohín apenado. No puedo evitar reírme.

—Solo tú podrías encontrar un motivo de queja en el buen clima.

—Los rayos solares influyen en el envejecimiento de la piel y la aparición de arrugas. —Suelto una carcajada y vuelvo a sentarme. Ella, sin embargo, permanece de pie—. Si no os importa voy un momento al baño. Ahora vuelvo.

Sally desaparece dentro del baño y yo sonrío, fijando mi mirada elocuente en Dean.

—No sabía que la traerías.

—Mañana regreso a Harvard y quería pasar el día de hoy con ella antes de despedirnos. ¿Te molesta?

—Oh, no, qué va. Sally me gusta más que tú.

Dean pone los ojos en blanco ante mi comentario juguetón. Yo me río y doy otro trago a la cerveza.

—Está un poco triste estos días porque la relación con su novio no está pasando por un buen momento.

Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora