Audrey
Minutos después de la encerrona orquestada sobre el escenario, en el backstage, cuando vuelvo a ser dueña de mis articulaciones, mi mano se eleva en el aire y cae con fuerza sobre la mejilla de Richie.
—¿Cómo has podido hacerme esto? —exclamo con indignación mientras siento la rabia recorrer cada fibra de mi ser.
Richie se lleva una mano a la zona golpeada, pero su expresión no muestra ningún rastro de arrepentimiento. El resto de los miembros de la banda nos observan en silencio, sin intervenir en la tensa situación.
—Me dijiste que no querías esperar. Estoy dispuesto a transigir en eso. Y también en lo de los hijos, si quieres. Casémonos y empezamos a hacer niños. Podemos empezar esta misma noche.
La rabia no me abandona en absoluto. Cada vez que pienso en el numerito que ha organizado sobre al escenario se me llevan los demonios.
—Cortamos hace meses, Richie. ¿Qué te hace pensar que voy a volver contigo?
Richie suspira.
—Eso es lo que hacemos tú y yo. Cortar y luego volver. ¿Por qué iba a ser ahora distinto? He estado pensando en lo que me dijiste en aquel bar, en el hecho de que te has acomodado a mi vida todos estos años. Y tienes razón, joder, y lo lamento. Por eso he montado el show de hoy. Un gran gesto romántico para demostrarte que quiero volver a intentarlo.
Richie se acerca y yo lo aparto de un empujón.
—¡Pero yo no quiero! —exclamo al borde de las lágrimas.
Richie queda congelado en el sitio.
—¿Qué? Pero ¿por qué? Yo aún te quiero.
—Pero yo no, Richie. Yo ya no te quiero. De hecho, diría que hace mucho que ya no lo hago.
Richie da un paso hacia atrás, como si mis palabras se hubieran convertido en un nuevo empujón que pretenden alejarlo más de mí. Pero enseguida se recupera, niega con un movimiento de cabeza y sonríe, como si llegara a la conclusión de que no puedo estar hablando en serio.
—Estás enfadada, no sabes lo que dices.
—Estoy enfadada, pero sí que sé lo que digo.
—Solo me estás castigando por haber sido un capullo egoísta al pedirte aplazar la boda. Lo entiendo. Lo merezco.
Suelto un grito frustrada.
—¡No te estoy castigando! Siento si esto te duele, pero Richie, ya no te quiero. Hace tiempo que dejé de hacerlo. Estaba contigo por costumbre, y por lealtad, porque soy el tipo de persona que cree en las causas perdidas y lucha por ellas hasta el último aliento. Pero lo nuestro dejó de ser amor hace mucho. Ni siquiera creo que tú sigas sintiendo algo por mí.
Richie entrecierra los ojos con incredulidad y se queda en silencio unos segundos hasta que las palabras se deslizan por sus labios como culebras resbaladizas:
—Hay otro, ¿verdad?
—¿Qué? —pregunto por su repentina acusación
—¿Hay alguien más en tu vida? ¿Es por eso por lo que me rechazas de esta manera? —insiste. Su voz se llena de amargura.
La sorpresa me embarga ante su suposición. No puedo evitar sentir indignación por sus palabras.
—Richie, no se trata de otra persona. Se trata de nosotros, de ti y de mí. Por mucho que llevásemos quince años juntos, convertimos en costumbre el romper y volver. ¿Has intentado arrugar un papel? Una vez lo arrugas, es imposible que vuelva a su forma original. Las marcas siguen ahí, quizás más tenues, pero siguen. Prueba de arrugar un papel 20 veces. Inevitablemente acabará por romperse.
—¿Estás comparando nuestra relación con un jodido papel?
—Lo comparo porque es comparable.
Un breve silencio nos sobrevuela. Los ojos de Richie se convierten en dagas afiladas.
—Estás con él, ¿verdad?
Frunzo el ceño.
—¿Con quién?
—Con el maldito Jayce MacKinnon. Un conocido os vio paseando juntos hace poco y me preguntó si estabais juntos. No puedo creer que, después de todo, me hayas cambiado por él. Siempre sospeché que sentías algo por él y duele comprobar que estaba en lo cierto.
Todas las piezas del rompecabezas empiezan a encajar en mi cabeza. Lo que ha hecho Richie hoy no tiene nada que ver con el amor: es una reacción a lo mío con Jayce. La rabia hace eco en cada fibra de mi ser.
—Tú no me quieres —musito con los dientes apretados—. Haces esto porque no soportas la idea de que esté saliendo con Jayce.
—Más bien, no soporto la idea de que estés saliendo con Jayce porque te quiero.
Me llevo una mano al rostro y ahogo un grito. Luego miro a Richie que parece casi tan rabioso como yo.
—Quiero a Jayce.
—¿Qué?
—Quiero a Jayce, Richie. Lo quiero desde hace años. Me enamoré de él cuando salíamos juntos, pero te elegí a ti porque creía que era lo correcto. Ahora sé que me equivoqué.
La habitación se llena de un tenso silencio mientras nuestras miradas chocan como titanes en medio de una tormenta. Es doloroso admitir la verdad, pero solo la verdad hará que Richie comprenda que está librando una batalla perdida.
Justo entonces, veo a Caroline aparecer desde un lateral y acercarse corriendo a mí. Su abrazo es el bálsamo que necesito en este instante. Me rodea con sus brazos cálidos y reconfortantes, y siento cómo todo mi cuerpo se relaja lentamente.
—¿Estás bien?
—Lo estaré en cuanto salgamos de aquí.
Lanzo una mirada a Richie, que parece fuera de juego después de mis últimas palabras. Sin decir nada más, abandono el backstage y salimos del pabellón por la puerta trasera, siguiendo las indicaciones de un agente de seguridad. No es seguro volver ahí dentro.
El aire fresco de la noche me golpea el rostro, brindándome una sensación de liberación. Caminamos juntas por el oscuro callejón, alejándonos de ese lugar que ha sido testigo de tantas emociones contradictorias.
—Tengo una llamada perdida de Jayce —comenta Caroline a mi lado
La miro con cara de pánico y busco mi propio teléfono. Lo desbloqueo con dedos temblorosos y descubro que yo también tengo varias llamadas perdidas y un mensaje:
Jayce
Acabo de ver un video donde aceptas casarte con Richie. Audrey, creo que me debes muchas explicaciones.La angustia se apodera de cada partícula de mi ser. Intento llamarlo, pero ahora es él quien tiene el móvil apagado o fuera de cobertura. La situación se vuelve más angustiosa todavía.
¿Cómo se han podido complicar las cosas de esta manera en tan poco tiempo?
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Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Audrey Simmons, soy abogada y acabo de romper con mi novio, con el que llevaba 15 años de relación. Desde entonces he buscado un piso para vivir en Manhattan, lo que no ha sido fácil. Por eso, cuando me ofrecen la posibilidad de vivir en un...