Audrey
—Toma, ponte esto en la cabeza. Evitará la hinchazón. —Un paño con hielo aparece en mi campo de visión.
Sigo tumbada después de haber recuperado la consciencia tras la caída, y no reacciono de inmediato porque... mierda, joder, es Jayce MacKinnon quien está frente a mí, sujetando el hielo. Uno de mis mejores amigos de la universidad.
El hombre al que confié muchas cosas en su momento. Por el que tuve un montón de sentimientos encontrados.
El mismo que desapareció de un día para otro sin dejar rastro, ignorando mis llamadas durante semanas
Sus ojos azules me atraviesan y siento que me mareo de nuevo. Me pierdo en sus facciones viriles, su mandíbula marcada, la barba de días sombreando el mentón, los labios mullidos entreabiertos, sus manos grandes y cuidadas ofreciéndome el maldito paño con hielo, el pelo oscuro y desordenado cayendo sobre su frente, la expresión preocupada en el rostro... ¿Por qué parece sacado de la sesión de fotos para un catálogo de moda masculina? ¿Cómo es posible que esté más bueno que antes?
Estoy al borde de un colapso nervioso. Temblorosa, intento incorporarme. Al percibir mi dificultad, Jayce se arrodilla a mi lado y me ayuda. Una vez sentada en el suelo, me coge la mano, pone el paño con hielo en ella y con un gesto me indica que me lo ponga en la cabeza. Obedezco, porque realmente me duele un montón y porque estoy demasiado aturdida como para llevarle la contraria.
Los ojos me arden, así que los entrecierro. Rociarme con gas pimienta es sin duda uno de los epic fails más sonados de la historia de Audrey Simmons.
—¿Estoy... soñando? —titubeo al fin, intentando comprender por qué demonios Jayce MacKinnon está arrodillado frente a mí.
—¿Es qué sueles verme en sueños?
En otro tiempo y lugar, esta conversación nos habría hecho sonreír a ambos, pero ahora... hay demasiada tensión entre nosotros. Supongo que no todos los días te reencuentras con alguien del pasado al intentarle rociarle un puto gas pimienta en la cara.
—¿Se puede saber qué haces en mi piso? —pregunto tras un largo e incómodo silencio.
—La pregunta debería ser al revés: ¿qué haces tú en mi piso?
Me río, nerviosa.
—No. Insisto. Este es mi piso. Firmé el contrato de arrendamiento el jueves. Tengo una copia en mi despacho.
—Será en MI despacho, y dudo que ese contrato tenga validez jurídica porque esta propiedad es mía.
—Pero Harrison me dijo...
Un destello de comprensión cruza el rostro de Jayce y me hace un gesto con la mano para que me detenga.
—Espera, ¿qué?
—Harrison Lewis me alquiló el piso. Me dijo que Frasier Crane estaría en el extranjero una temporada y que necesitaba que alguien viviera aquí para mantener el piso libre de ladrones y ocupas.
Una arruga profunda aparece en la frente de Jayce.
—¿Frasier Crane?
ESTÁS LEYENDO
Entre Leyes y Pasiones (Libro 4: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Audrey Simmons, soy abogada y acabo de romper con mi novio, con el que llevaba 15 años de relación. Desde entonces he buscado un piso para vivir en Manhattan, lo que no ha sido fácil. Por eso, cuando me ofrecen la posibilidad de vivir en un...