La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
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Red atravesó la puerta de la enfermería a paso firme, seguro de sí, repeinado con el cabello castaño oscuro, brillante y engominado hacia un lado y la barba completamente afeitada, lo cual le daba un aspecto más juvenil, aunque seguía estando igual de guapo, pensó Dave. Dobló el pomo y cerró la puerta en su totalidad observando a Dave sobre la cama con una sonrisa.
Iba espectacularmente elegante, vestido con un traje negro, camisa roja abierta y unos zapatos oscuros de cuero pulido que reflejaban cualquier mota de polvo que pudiesen tener encima. La imagen impresionó a Dave, quien no acostumbraba a verlo de esa forma.
—¿Ya estás despierto? —Preguntó Red de forma retórica. Dave revoleó los ojos.
—Llevo más de dos horas despierto... cuesta dormir cuando llevas postrado en una cama casi una semana ¿sabes? —Red rio por lo bajo.
—Me tuve que ir, tenía una reunión y... bueno, tengo algo que decirte con respecto a ella. —Advirtió con un tono extraño que hizo que Dave no fuera capaz de descifrar si se trataba de algo positivo o no.
—¿De qué se trata? —Preguntó. Red tomó asiento en la camilla al lado de Dave mientras inspeccionaba el bolsillo de su americana con su mano derecha.
Dave estaba en ascuas esperando lo que Red tenía que decirle mientras cruzaba las piernas y se sentaba sobre ellas cuidadosamente. La herida parecía haber cicatrizado parcialmente y los dolores habían menguado casi por completo, ya ni siquiera necesitaba gotero. Si todavía permanecía en la enfermería era por pura prevención.
—Toma. —Añadió Red entregándole una tarjeta sobre su mano la cual contenía una foto de él en formato carné. —Ahora eres Brett Adams, es tu nuevo carné de identidad.
Dave lo tomó con la mano un poco tensa y el ceño fruncido sin comprender de qué iba todo aquello.
—¿Qué...? —De pronto miró a Red a los ojos. —¿Me estás vacilando?
—No... —Sonrió. —Es tuyo. —Puso una mano sobre el hombro de Dave masajeándolo. —En la reunión ha salido tu nombre... y también el de tu compañera Elora Atkins. Y se ha hablado sobre vosotros.
—No comprendo nada en absoluto, tío. ¿Puedes empezar desde el principio? —Red levantó los hombros y suspiró.
—Por causas que ni yo mismo conozco... la cúpula ha decidido, por primera vez en la historia de Erebus, excluir a dos aprendices de sus pruebas, aunque no de su entrenamiento. —Dave comenzó a esbozar una pequeña sonrisa incrédula mientras Red seguía explicándose. —En otro contexto, algo así significaría que no sois válidos y se os eliminaría... pero en este caso os han ascendido directamente a agentes de Erebus... entre comillas —Matizó en un tono que no gustó a Dave.
—¿A qué te refieres con "entre comillas"? —Preguntó entrecerrando los ojos. —O lo somos, o no...
—Esto, no es lo habitual, novato... si han hecho esto es porque quieren algo de vosotros. —Aclaró Red. Dave tragó saliva. —¿Se te ocurre qué puede ser?