La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
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Red, seguido de Dave a sus espaldas, abandonó la biblioteca donde se encontraban apodada como "el fórum" según un cartel de acero negro que había al lado del portón de entrada. Justo debajo Dave advirtió que había letras minúsculas escritas con un grabado dorado y en cursiva: "«Scripta manent, verba volant». Petronius".
Red le echó un vistazo de reojo, y continuó sin inmutarse hacia delante deteniéndose en un ascensor amplio y haciendo un gesto con el cuello a Dave para que lo siguiese y entrase con a él.
—«Los escritos permanecen, las palabras vuelan». —Aclaró el joven traduciéndolo sin variar el rostro y presionando el número del piso, Dave asintió de forma seca y seria y fijó la mirada en los números percatándose de que absolutamente todos los pisos disponibles eran negativos. Se encontraban en un sótano con montones de plantas más hacia abajo.
Un par de plantas después, el ascensor se detuvo y se abrió, Red retiró tranquilamente una tarjeta magnética de una ranura ubicada en el panel de control que parecía activar el elevador, guardándosela en uno de los bolsillos del pantalón holgado. La tensión era un poco palpable.
Ambos salieron a unos pasillos iluminados con focos de luz blanca en el techo. Los corredores eran bastante estrechos, no cabía mucho más de dos personas juntas. Las paredes parecían estar hechas con un revestimiento de acero inoxidable de color azul marino y el suelo, también oscuro, era de piedra con un brillo metalizado y pulido, daban una impresión futurista. El ambiente transmitía una inevitable sensación de claustrofobia que a Dave parecían no afectarle demasiado, al menos por el momento.
El chico, que se hacía llamar Red, no había vuelto a cruzar palabra con él y se había limitado a seguir avanzando por los corredores dando por hecho que Dave lo seguía, aunque ni siquiera se volteaba para comprobarlo.
—Oye, ¿piensas explicarme algo de toda esta mierda? —Preguntó Dave con voz molesta atreviéndose a dar el paso. —¿O acaso estás mudo, tío?
—Se llama ser prudente. —Advirtió Red con un tono ciertamente amenazante. —Abro la boca lo justo y necesario, y pronto tú también lo harás si eres inteligente y no quieres acabar con un garrote atravesándote del culo a la garganta. —Dejó escapar un bufido, deslizando una ceja y enarcando una media sonrisa.
Dave quedó desconcertado con la respuesta y la forma de su rostro, y continuó tras el joven sin abrir la boca, observándolo con menosprecio. ¿Acaso aquello había sido una indirecta cruel para demostrarle que sabía que le gustaban los chicos? ¿O solo eran imaginaciones suyas y había sido un comentario arbitrario y desagradable acompañado de una desafortunada expresión facial? Y si no era sí... ¿cómo podía saberlo? Una de las cosas que más claras tenía era haber sido discreto con el desliz con Jay. Ni siquiera su hermana lo sabía.
Jay... un nombre que ahora le sonaba como vacío, sin vida. Había muerto por su culpa hace cuestión de horas y ni siquiera se había detenido a lamentarse, aunque lo cierto es que se sentía realmente culpable por ello. Todo pudo haber sido muy diferente.