La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
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Habían transcurrido un par de días desde que ocurrió aquella extraña reunión en el despacho de Markus y éste le hiciera aquella propuesta a Dave. También desde aquel pequeño rifirrafe con Red y la conversación con Elora.
Durante aquel fin de semana era evidente que Dave había entablado una relación más amigable con su compañera de habitación, quien parecía haber encontrado en él un punto principal de apoyo, de la misma forma que Dave también lo depositó en ella. Aunque no en exceso. Dave nunca se había apoyado mucho en las personas, solo lo justo, por si acaso le fallaban. Claro está, nunca se había aliado con ninguna persona para luchar por su supervivencia tanto como hasta ahora, y el hecho de que su vida dependiera de ciertas pruebas le hizo cuestionarse el comenzar a confiar en alguien por poco que fuese. Elora le pareció la opción perfecta.
En ese par de días, el entrenamiento con Red había sido cortante. Le lanzaba indirectas por todo, se comportaba como si le tuviese un odio visceral, lo miraba con asco y trataba de hacerlo fallar en cualquier tipo de lanzamiento o combate, explotando sus puntos débiles y remarcando lo ineficaces que eran sus golpes. Dave simplemente trataba de ignorarlo, podía llegar a comprender que estuviera furioso, aunque personalmente, no lo veía para tanto. Aun así, no podía entender porque lo pagaba con él, pero tenía claro que no iba a soportar sus formas durante mucho más tiempo. Había comenzado a pensar sobre lo que Lilith le había aconsejado. Realmente necesitaba transformarse para mantener una buena reputación y ganarse el respeto de los demás, ser otra persona. Tenía que asesinar a sangre fría al antiguo Dave y comenzar a ser el nuevo Brett. Y lo iba a conseguir, estaba convencido de ello. Porque Dave no podría sobrevivir en ese ambiente, pero Brett sí podría hacerlo.
Mientras tanto, Elora se había pasado gran parte de aquellos dos días durante el entrenamiento pensando en Ares y en cómo le iría. Era domingo, el próximo día comenzaría las primeras pruebas definitivas que determinarían su destino y todos ellos estaban algo impacientes en realidad. No obstante, aquí en Erebus, el domingo era un día como otro cualquiera, pensó Dave, y aquella mañana se encaminó como ya era casi habitual a la sala Alfa. Su cuerpo todavía estaba molido y bastante desgastado, sin embargo, notaba que su resistencia había aumentado potencialmente. Aguantaba un poco más corriendo, era capaz de levantar un poco más de peso, tenía una mayor precisión con los golpes y al menos era capaz de blandir un cuchillo de forma aceptable, aunque Red no hubiera querido admitirlo. En aquellos pocos días había mejorado exponencialmente de forma innegable, quizá después de todo, la explotación a la que lo había estado sometiendo Red y los entrenamientos vespertinos con Elora estaban dando frutos mucho antes de lo que pensaba.
Al atravesar la entrada de la sala alfa hubo algo que llamó la atención de Dave de inmediato. Red no estaba solo. En la parte delantera de la sala había unas diez personas realizando sus ejercicios correspondientes, y Dave era capaz de visualizar a un par más en una de las cámaras de combate. La mayoría parecía ignorar lo que sucedía, pero Dave no lo hacía.