CAPÍTULO XVII: LA TRAGEDIA DEL PASTOR Y LA LUNA

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—Esto no huele nada bien

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—Esto no huele nada bien. —Aseguró Red golpeando bruscamente por cuarta vez la puerta del piso de Malcolm Urie.

—¿Tal vez esté en una fiesta o en la discoteca? —Preguntó Dave revoleando los ojos y quitándole hierro al asunto.

—Es un cuarentón, casado y con hijos. —Advirtió con voz neutra. —No estamos hablando de un chaval veinteañero que sale a emborracharse cada fin de semana.

—Oye, creo que deberías relajarte y dejar de ser un paranoico. Puede que tú no lo sepas, pero la gente fuera de Erebus tiene vida nocturna, sale, se toma copas, baila, liga y...

—Y folla. —Interrumpió Red apoyando una de sus manos sobre la puerta de Malcolm sin voltearse para mirar a Dave. —¿Es lo que ibas a decir? Porque te aseguro que dentro de Erebus también follamos... y créeme: nos encanta.

—En realidad iba a decir "y disfruta", pero supongo que también sirve. —Afirmó dejando escapar un suspiro agotador.

—Bájate los pantalones. —Ordenó Red en medio del rellano frente a la puerta cerrada de Malcolm.

—¿Qué? —Respondió Dave perplejo frunciendo el ceño.

—Me has escuchado perfectamente, novato. Bájate los pantalones. —Repitió volteándose y observando a Dave a los ojos. —Ahora.

—Red, no voy a bajarme los pantalones, y mucho menos aquí. —Aseguró observándolo confuso y serio. —Me dijiste esta tarde en el ascensor que no querías que dijese a nadie lo que pasó en mi piso y ahora de repente quieres que me baje los pantalones en medio de un rellano como si nada. —Recordó percibiendo como Red acortaba la distancia entre ellos. —¿Tienes algún problema en la cabeza, Red?

Red emitió un leve soplido divertido ladeando una sonrisa y aproximándose a Dave con cautela. De pronto se deslizó hacia él con brusquedad haciéndole impactar contra la pared y dejando que su cuerpo estuviese en contacto completo con el suyo. Ambos podían sentir el aliento del otro en sus rostros y el vientre ascendiendo y descendiendo a causa de la respiración acelerada.

—¿Y aún eres capaz de desobedecerme? —Preguntó Red sujetando una de las manos de Dave contra la pared. —No te lo repito más: con la otra mano, bájate los pantalones lentamente. La próxima vez no seré tan indulgente. —Advirtió aprisionando a Dave sin dejarle opción de escapar. Estaba hablando muy en serio, pensó Dave. No se trataba de un juego o una broma, o al menos no lo parecía. Red pretendía obligarlo a cumplir sus deseos, pero una cosa tenía clara: no pretendía acceder y doblegarse, al menos no voluntariamente.

Dave dobló una de las piernas y la cruzó con la de su instructor haciéndole perder el equilibrio e impulsándolo con la otra mano hacia la pared adyacente, haciéndolo tambalearse y chocar, girando así las tornas. Dave colocó furioso las manos sobre los hombros de Red apretándolos contra el muro.

—Que te quede bien claro, tío. —Murmuró Dave de una forma todavía más agresiva que la que había empleado Red. —Te aprecio, te respeto, y estás bueno, sí. —Confirmó aferrando sus manos todavía más fuertemente a las extremidades de Red y mostrando un rostro furioso mientras se aproximaba a la oreja de Red. —Pero no soy tu puta. —Advertía tajantemente con tono amenazante. —Te juro que como vuelvas a hacer algo así, voy a matarte, aunque sea lo último que haga. —Finalizó liberando los hombros de Red y retrocediendo.

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