La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
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—¿Todavía no estás vestido? —Preguntó Dave de forma retórica viendo cómo Red se encontraba semidesnudo sentado en la cama y navegando por internet con su teléfono móvil entre las manos.
Semidesnudo. Tan solo en ropa interior. Únicamente con un bóxer que separaba su miembro viril del frío aire exterior. Dave trató de no observarlo demasiado, pero ¿cómo podía no hacerlo cuando, por mucho que odie admitirlo, el chico que más le excitaba en este mundo estaba sentado prácticamente sin ropa tras una noche en la que le desveló el lado más humano que le había mostrado hasta el momento?
Simplemente no pudo, y el hecho de que Red estaba abstraído por completo en su teléfono móvil le dio vía libre a Dave para observar todos y cada uno de los detalles. Contempló los tatuajes de sus brazos que recorrían su cuello y finalizaban en el inicio de su pecho. No tenían mucho sentido explícito, se trataba de tribales y figuras poco detalladas unidas con cuerdas marineras y nudos enrevesados. En el lateral derecho de su pecho había escrita una palabra: "Ordinarius" y bajo ésta descansaba una letra "R" manuscrita que probablemente simbolizaría su nombre... tal vez incluso su auténtico nombre, pensó Dave.
Las venas de sus antebrazos resaltaban siempre bajo los tatuajes y conforme ascendían hacia los bíceps definidos iban ocultándose. Sus pectorales y abdominales remarcados eran completamente hipnóticos. No eran la clase de músculos extremadamente definidos, pero se notaba el pesado entrenamiento al que se había sometido durante años y Dave no paraba de observarlos con excitación y envidia al mismo tiempo.
El cuerpo de Red estaba lleno de cicatrices pequeñas y magulladuras casi inobservables a simple vista, no obstante, lo que llamó la atención de Dave de nuevo fueron las grandes marcas de su pecho. Una más alargada y superficial sobre el pecho derecho, bajo el tatuaje y otra que parecía haber sido mucho más profunda bajo el pecho izquierdo, en una zona muy cercana al corazón.
Por último, bajó a la entrepierna y observó con detalle la protuberancia que se marcaba bajo la única prenda que llevaba. Se ruborizó sin pretenderlo y trató de desviar la mirada.
—Hace... un frío de narices. —Tartamudeó Dave instantes después todavía obnubilado y esforzándose por apartar la vista de Red. Llevaba una toalla mojada en la mano y el cabello húmedo. —No sé cómo puedes estar tan normal sin ropa.
Red por fin apartó la mirada del móvil dejándolo caer sobre la cama y lanzando una mirada interesante a Dave.
—Estaba tratando de ver si picaban los peces... Si Mahoma no va a la montaña... —Dejó escapar entre burlas. Dave lo observó desconcertado. No entendía a qué se refería. —La montaña irá a Mahoma.
—¿A qué te refieres? —Entonces Dave cayó en cuenta de que Red sabía perfectamente que lo había observado de arriba abajo hace unos segundos. —Oh...
—Sí... "oh". —Repitió Red mostrando un poco sus dientes tras una sonrisa ladeada. —No te hace gracia que te toque, vale, lo he pillado. Pero... puedo garantizarte que serás tú quien acabe suplicándome a gritos que te folle, novato. —Respondió instantáneamente sin tapujos y sin cortarse un pelo con cara de orgullo. Dave negaba con la cabeza mientras se sentaba en la otra cama y se ponía las mismas zapatillas del día anterior de la misma forma que había hecho con la ropa.