CAPÍTULO XIII: OTRA ALTERNATIVA

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Red empujó a Dave sobre un saco de boxeo de pie, ubicado en lo que parecía ser la sala A y dejándolo caer de espaldas sobre éste para después atizarle un golpe con el puño cerrado en la cara y hacerlo caer al suelo una vez más.

—Tío ¿cuál es tú problema? —Preguntó Dave mirando al suelo y tratando de ponerse en pie sintiendo como la herida de su labio inferior se había reabierto y había comenzado a sangrar de nuevo.

—Mi problema... eres tú. —Advirtió Red entrecerrando los ojos y señalándole con un cuchillo en la mano. —Voy a tener que enseñarte por las malas a tener más respeto hacia mí.

—¿Vas...? —Comenzó a preguntar Dave con una sonrisilla que enervaba a Red por completo y sabiendo que no haría nada que pudiera matarlo. —¿Vas a mutilarme?

—Solo si no te callas ya y borras la estúpida sonrisa de esa cara de imbécil que tienes. —Aseveró Red acercándose a él.


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—Eres muy osada por haberte atrevido a llegar hasta aquí sabiendo lo que podía ocurrirte. —Aseguró una chica rubia con cabellos muy cortos repeinados hacia atrás con un efecto mojado que emitía un brillo lacado mientras dibujaba una sonrisa maléfica. Llevaba unos pendientes casi tan grandes como su cabeza y hechos con topacios naranjas majestuosos. Daba un sorbo al té en la tacita de porcelana que reposaba con un plato a juego sobre su mano. La dejó reposar y enfriar sobre una lujosa mesa blanca y rígida mientras se levantaba hacia Elora a paso lento y decidido. Tenía un acento extraño, no era de los Estados Unidos, y su lengua materna desde luego no era el inglés, el cual hablaba muy cerrado y con expresiones un poco atípicas. —Mi nombre es Hillary, pero puedes llamarme Hill. —Matizó con una sonrisa divertida.

—Me importa una mierda tu nombre, zorra. —Aseveró Elora zarandeándose y tratando de deshacerse de las cuerdas que la ataban a la silla sin éxito. —¿Qué le habéis hecho a Ares? Sois unos monstruos. —Hillary sonrió más todavía, como si aquello le diese placer.

—¿Monstruos? Él sabía qué le ocurriría si las pruebas resultaban fallidas o inconcluyentes. —Garantizó disculpándose a sí misma.

—¿Qué vais a hacer con él y con esos chicos? —Preguntó frunciendo el ceño con los ojos llorosos. —¿Qué es el proyecto SHADE?

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