CAPÍTULO XXXIV: TUS PEORES DECISIONES TE PERSEGUIRÁN

78 8 1
                                        

—No tienes de qué preocuparte, Lilith ha remitido un comunicado con la firma de Erebus para que ninguna fuerza de seguridad entre en el hotel hasta pasadas un par de horas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No tienes de qué preocuparte, Lilith ha remitido un comunicado con la firma de Erebus para que ninguna fuerza de seguridad entre en el hotel hasta pasadas un par de horas. —Advirtió Elora dirigiéndose a Dave y tomando asiento frente a Étoile, que ahora se encontraba inconsciente pero atada a una silla de madera en la misma sala en la que tuvo lugar la reunión. Ningún policía, bombero o periodista debería acceder al edificio, lo han puesto en cuarentena por posible fuga de gas y los empleados que se encontraban trabajando aquí ya han abandonado el edificio junto a los clientes. —Se recolocó un pequeño mechón de pelo que se soltó de la coleta detrás de las orejas. —Cogemos lo que necesitemos y abandonamos el lugar por el único lugar posible para que nadie nos vea cargar con Étoile... por suerte este lugar tiene una red de saneamiento interno bastante ancha por la que salir.

—¿Las alcantarillas? —Preguntó Dave con una cara de asco más que evidente.

—¿Se te ocurre otra forma? —Preguntó de forma retórica.

—¿Y cómo demonios sabíais dónde estábamos y lo que estábamos haciendo para llegar de forma tan oportuna? —Preguntó Dave todavía sin entender nada de la situación. En realidad, agradecía que hubiesen llegado, pero le asustaba el control que tenía todo lo que hacían, cada paso que daban.

—El registro de Erebus acerca de la misión nos ayudó bastante... —Comentó Elora. —Eso y que Lilith lleva un tiempo siguiéndoos la pista... de hecho, es el motivo por el que estoy aquí y no en Greenwich con mi nuevo marido. —Anunció con una media sonrisa.

—Es cierto, escuché que te casaste, y el motivo por el que lo hiciste... —Advirtió Dave mirando de soslayo con un tono apagado. —Siento no haber estado nunca para ayudarte... y siento haber sido un capullo la última noche que hablamos. No sabía nada por lo que habías estado pasando. —Elora negó inmediatamente con la cabeza y se levantó observando la calle con cuidado, vigilando que nadie la viese frente a la ventana.

—Al principio te odié, Brett. —Dave sentía ya ese nombre tan impersonal... tan lejano y tan poco significativo que estuvo a punto de pedirle que no le llamase más así. —Lo reconozco... pero, después me puse a pensar y me di cuenta de que ambos tuvimos que pasar por situaciones lo suficientemente duras como para justificar lo que hicimos o no hicimos. No te culpo, llevábamos muy poco tiempo conociéndonos, pero... —puso una mano encima de su muñeca mientras observaba cabizbaja el suelo —las cosas allí abajo fueron tan intensas en tan poco tiempo que, un único amigo por una semana, verdaderamente se sentía como un amigo de la infancia...

—Lo sé. —Reafirmó Dave acercándose a ella con una sonrisa agridulce. —Es frustrante no haber podido hacer nada por luchar y salir de esta pocilga y que los dos sigamos igual de jodidos, pero con más cicatrices por fuera.

—Y por dentro... todos aquí hemos hecho cosas horribles. —Susurró echándole una mirada a Madame Étoile, que seguía completamente inconsciente sin hacer el más mínimo movimiento. Su vientre se alzaba y se deprimía, por lo que seguía con vida. —Brett, quiero hablarte de algo verdaderamente importante, pero... primero necesito que me prometas y me jures que esto no saldrá de aquí... nuestras vidas dependen de ello.

REDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora