⭐ CAPÍTULO ESPECIAL: MIL CICATRICES ⭐

32 14 1
                                    

Octubre de 2009

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Octubre de 2009. Veracruz, México.

Las incansables manecillas del reloj era el único sonido que recorría la sala rústica mientras Ava cruzaba sus piernas y observaba a Ryan desde su sillón en profundo silencio a la vez que sujetaba una libreta y tomaba nota de vez en cuando.

―Ryan, te he hecho una pregunta. ―Advirtió posicionándose las gafas. ―¿Has tenido más de una vez la sensación que describes? ¿O solo ha sido algo pasajero?

Ryan agachó la mirada al parqué de madera oscura. Estaba tenso y sus manos arañaban y apretaban sus rodillas casi sin pretenderlo. Su corazón se aceleraba.

―Comúnmente... ―Continuó Ava. ―las personas manifiestan depresión y sentimientos de culpabilidad ante acontecimientos tan traumáticos como este... pero esto es mucho más serio y necesito que esta vez seas más claro con la respuesta para que podamos ser prudentes y prácticos con las sesiones, Ryan... ―Confesó la psicóloga inclinándose hacia delante. ―¿Es la primera vez que sientes ganas de hacerte daño? ―Preguntó tras unos segundos de silencio y respiraciones pausadas. ―¿O habías planeado acabar con tu vida más de una vez durante las últimas semanas?

Tras unos segundos incómodos de miradas esquivas Ryan asintió con los ojos grises y vidriosos perdidos en el horizonte como un banco de neblina sin rumbo en medio del océano.

De pronto unos golpes intermitentes al otro lado de la puerta sonaron y tras estos se asomó un hombre de mediana edad escrutando la habitación con sus gafas.

―Ava, ¿tienes un minuto? Tengo que hablar contigo. ―Murmuró con semblante serio. La mujer suspiró dirigiendo una mirada de preocupación hacia Ryan.

―¿Podría ser en otro momento señor Dacosta? Ahora estoy ocupada... ―Añadió tratando de permanecer con el joven adolescente.

―Ha de ser ahora. ―Insistió con voz cruda y sólida.

La terapeuta se alzó disculpándose con Ryan y abandonando la sala durante unos instantes.

―Espero que sea muy importante, Jorge. ―Advirtió Ava nada entusiasmada con haber dejado solo al chico.

―Ryan Erickson ya tiene un nuevo hogar, éste ya no es tu trabajo, Ava. ―Señaló dejándola sin palabras. ―Esta misma mañana le ha sido asignada una nueva familia.

―¿Qué? ―Tartamudeó sin creerse una pizca de lo que le contaba. ―¿Y cómo es que yo no estaba al tanto ni recuerdo haber hecho una valoración a ninguna familia?

―Alejandro se ha encargado de eso durante esta semana... ―Aseguró poniéndose tenso. ―Tan solo dile que ya está, que alguien va a recibirle con los brazos abiertos en un nuevo hogar. ―La mujer negaba con la cabeza mientras escuchaba.

―Jorge, ese chico no solo necesita un nuevo hogar ahora mismo... ―remarcó Ava con un tono melancólico. ―Ha perdido a su familia en una masacre, ha sido secuestrado y torturado durante meses y quién sabe qué más... ―cogió aire para respirar tomándose una pausa. ―Necesita a alguien en quien confiar, que le dé estabilidad y afecto y le diga lo mucho que vale y lo fuerte que es... por el amor de dios, ese chico tiene problemas serios, Jorge... no podemos enviarlo a una familia cualquiera sin saber si encajará y sin resolver algunos de los problemas base.

―Como te he dicho: ese ya no es tu trabajo. ―Repitió frunciendo el ceño enfurruñado.

Ava se paseó por el pasillo unos instantes cabizbaja y pensativa. Instantes después levantó la vista a Jorge una vez más cuestionándole.

―¿Adónde lo llevarán? ¿A la capital? ―Jorge negó con la cabeza de inmediato.

―Nueva York. ―Matizó aclarándose la voz. Ava parecía anonadada.

―¿Una familia estadounidense adoptando a un niño que casualmente ha pasado por sucesos que han tenido revuelo mediático internacionalmente? ―Preguntó incansable tratando de recabar toda la información posible. ―¿Puedo ver la información de los miembros de la familia asignada?

―Joder, Ava... ―articuló Jorge con voz baja suspirando. ―No me lo estás poniendo nada fácil...

―¿A qué te refieres? ―preguntó la psicóloga extrañada aproximándose a él con cautela y observándolo fijamente. ―Será mejor que me cuentes todo para que podamos llegar a una solución.

―No hay nada que solucionar. ―Advirtió Jorge con semblante serio y frío como un témpano de hielo. ―Alguien anónimo ha pagado una generosísima cantidad a mí y al centro para tenerlo y vamos a dárselo sin decir nada a nadie. ―Anunció sin dejar hablar a Ava, quien había abierto los ojos de par en par en cuanto oyó la noticia. ―Puedo darte una parte si no pones más inconvenientes.

―¿Ahora vendemos niños como si fuesen yeguas? Oh dios mío, Jorge... ―Expresó tapándose el rostro con las manos y respirando profundo durante unos segundos eternos. ―¿De cuánto dinero estamos hablando?

―Un millón de dólares... ―Anunció éste cerrando los ojos y tragando saliva. La mujer permanecía frente a él sin creerse la cifra. ―que equivale a unos cuantos millones de pesos.

―Dieciocho millones de pesos... ―Corrigió Ava con los ojos vidriosos quedándose unos instantes en silencio y observando al suelo.

Ambos intercambiaron miradas por un instante con ojos de culpabilidad y complicidad hasta que finalmente Ava asintió.

―Voy a entrar dentro a avisarle de que mañana no estará aquí... ―Aceptó regresando a la habitación. ―No sé cómo hacerlo... es un buen chico. De verdad que lo es.

 De verdad que lo es

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
REDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora