La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Cómo dices? —La voz de Red se mostró perpleja. —¿Un juego para conocernos emborracharnos y pasar el rato? —Red soltó una carcajada. —¿De qué película has sacado esa gilipollez?
—Venga, vamos tío. Es un poco triste estar un viernes por la noche en un antro en pleno centro Manhattan después de más de una semana encarcelado y no aprovecharlo. —Comentó Dave divertido. —Puede ser entretenido, a no ser que... —Dave observó de reojo a Red. —que ya no seas capaz de beber un poco más porque tu cuerpo no lo aguante, claro está. —Red se inclinó hacia delante y apoyó de nuevo sus codos sobre la mesa mirándolo con interés y cierto desafío. El barullo de los jóvenes en la barra seguía igual o más ruidoso que antes.
—No me gusta que me reten. —Advirtió con convicción. —¿De qué trata ese juego del que hablas? Porque voy a patearte el culo.
—Yo intento adivinar varias cosas sobre ti, y tú bebes por cada una que sea cierta. —Explicó sonriente. —No vale hacer preguntas demasiado genéricas que podría saber cualquiera. —Red lo observó entretenido. —Es simple en realidad.
—¿Y si no estás en lo cierto? —Pregunta éste de nuevo con desconfianza.
—Entonces beberé yo. —Aclaró con una sonrisa orgullosa aclarándose la voz y llenando ambos vasos de alcohol ante la mirada de aprobación de Red. Tras unos segundos observándose mutuamente, Dave decidió abrir la boca. —No eres de Nueva York, de hecho, ni siquiera eres de los Estados Unidos. Estás metido en todo esto porque debiste haber liado una buena con asesinatos de por medio, y sin duda, ya sabías pelear muy bien cuando entraste a Erebus, no ha sido solo por el entrenamiento... —Dave observó a Red con una sonrisilla ladeada sintiéndose bien consigo mismo. Red enarcó las cejas. —¿Y bien? ¿He acertado en alguna de ellas?
Red desvió la vista a la ventana unos instantes y la devolvió a Dave asintiendo levemente.
—Es cierto, sabía pelear mucho antes de entrar en el entrenamiento de Erebus. —Advirtió bebiéndose el contenido del vaso de un golpe y observándolo una vez más con diversión. —¿Y qué te hace pensar que no soy de los Estados Unidos?
—Es una impresión de la que no estaba muy seguro, en realidad. —Aclaró Dave tratando de explicarse. —Tan solo lo he dicho porque tienes un tono de piel que me recuerda a la gente centroamericana, aunque no tienes acento, ciertamente.
—Mi familia podría serlo y quizá yo haber nacido aquí. —Cuestionó Red.
—Aunque oficialmente serías estadounidense, es obvio que tus raíces no lo serían. —Añadió Dave causando la inquietud de Red.
—Pero tú has mencionado de dónde soy yo, no cuáles son mis raíces. —Enfatizó posicionando su mentón bajo su puño, lo que le daba una pose interesante pensó Dave.
—Bueno, permítame hacer un poco de trampa, maestro... —bromeó Dave. Ambos rieron espontáneamente.
Red cogió el otro vaso de nuevo y se lo bebió sin detenerse. Ya había bebido muchísimo, pensó Dave, y no tenía ni idea de cómo se mantenía todavía tan fresco.