CAPÍTULO XVI: TAL VEZ VIMOS TIEMPOS MEJORES

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—¿No te cansas de dormir, novato? —Preguntó Red observando a Dave por el retrovisor central de su automóvil con una media sonrisa mientras Dave se desperezaba y bostezaba

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—¿No te cansas de dormir, novato? —Preguntó Red observando a Dave por el retrovisor central de su automóvil con una media sonrisa mientras Dave se desperezaba y bostezaba.

—No duermo una mierda desde que salí de aquella enfermería en Erebus. —Aseveró somnoliento. —Vuestros ridículos entrenamientos a horas intempestivas nos hacen estar agotados siempre. Déjame aprovechar ahora.

—De no ser por mis ridículos entrenamientos seguirías siendo un negado para la lucha. —Dave abrió uno de los ojos y le lanzó una mirada de sorpresa.

—¿Significa eso que admites que sé luchar? —Preguntó soltando un bufido.

—En absoluto. —Sentenció quedando en silencio. Por las ventanillas del coche tan solo podía apreciarse la oscuridad de la noche y los faros de otros coches junto a ciudades en la lejanía acompañados de un fulgor rojizo emitido por la luna de sangre. El motor del coche era lo único que se oía.

—Oye... —Murmuró Dave rompiendo el silencio taciturno. —Llevo un rato queriendo preguntártelo... pero contigo nunca sé cuándo preguntar o cuándo es mejor no hacerlo. —Respiró profundo frotándose los ojos con una de sus manos tratando de despejarse. —¿A qué ha venido el numerito que has montado con Markus y Lilith esta tarde solo para que fuese contigo?

—No ha venido a nada. —Espetó de forma borde y directa. —No me fío de Lilith ni de nadie. —Explicaba sin apartar la vista de la carretera.

—¿Tampoco te fías de mí? —Preguntó Dave recolocándose y sentándose bien sobre el asiento trasero, aproximándose a Red desde atrás y apoyando el antebrazo sobre el respaldo de éste.

—Tampoco. —Soltó de forma brusca, lo cual no sorprendió a Dave, que asintió sin cambiar su expresión facial, aunque ligeramente decepcionado.

—Ya estamos llegando a Filadelfia. —Anunció Dave tras dejar unos segundos de silencio. Había comprendido que aquella era una de esas muchas veces en las que era mejor no preguntar. —¿Cuál se supone que es nuestro destino?

—¿Recuerdas el camión de estupefacientes que robasteis tú y Lilith en Nueva York? —Preguntó.

—Como para no recordarlo... casi me dejo la vida en aquel puerto del infierno. —Dave revoleó los ojos.

—Pues vamos al piso de Malcolm Urie, un viejo socio que vendió nuestros contactos de la Habana a Díaz a cambio de unos dólares de más. —Explicó dando unos golpecillos con el dedo sobre el volante. —El imbécil pensó que no nos enteraríamos, pero era tan sencillo como rastrear las llamadas de su teléfono móvil.

—¿Y vamos a matarlo solo porque haya facilitado nuestros contactos a otra organización que nos hace la competencia? Me parece absurdamente precipitado. —Comentó Dave frunciendo el ceño.

—Eh frena, vaquero. —Murmuró Red observándolo molesto desde el retrovisor. —Nadie ha dicho que vayamos a matarlo... al menos ese no era el plan en principio. —Matizó suspirando con fuerza. —Todo depende de lo que haya pasado con Gaki, si lo han matado o herido, muy probablemente tendremos que matarlo como castigo y asegurarnos de que Díaz y su banda sepan que hemos sido nosotros. —Respondió encendiéndose un cigarrillo con una mano y sujetando el volante con la otra. —Si Gaki está bien, con partirle una pierna, destrozarle la casa y amenazar a su familia será más que suficiente para que no se repita. —Dave tragó saliva tras escucharlo, aunque no dijo nada sobre aquello. Sabía de sobra que si le replicaba a Red con respecto a la crueldad de sus actos como ya hizo otras veces en el pasado, no iba a servir para nada en absoluto.

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