La vida de Dave Callen ha dado un giro inesperado desde que Erebus, una organización de asesinos subvencionada por el estado norteamericano, decidió brindarle una oportunidad de redención a cambio de un alto precio: su propia identidad.
Por el camin...
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—Rápido Brett. —Insistió Elora desde el interior del conducto de ventilación tras finalmente lograr abrirlo y pasar. Le había costado un par de cortes en los dedos de la mano y tres uñas que se había dejado intentando aflojar los enormes tornillos para poder levantar la rejilla del conducto, pero finalmente había conseguido desatornillarlos. —No tenemos todo el tiempo del mundo.
—Espera. —Dave se detuvo entre dudas y la observó desde abajo. —No podemos dejar la rejilla por aquí tirada... la verán y deducirán lo que ha sucedido.
—Para cuando pueda verla alguien ya habremos regresado, tranquilo. —Aseguró avanzando a gatas por el canal que parecía bastante estrecho y apretado además de sucio y descuidado. —Huele a... rancio, qué peste. Y... ¡Oh dios, telarañas, qué asco! —Oyó gemir a Elora mientras trataba de colarse por el agujero a oscuras.
—Habla más despacio o nos oirán los demás. —Aclaró Dave en voz baja siguiéndola y deslizándose entre el polvo y las redes de las arañas. Estaba casi seguro de que los demás podían escuchar los golpes torpes que daba con sus rodillas sobre el metal cada vez que reptaba.
Inmediatamente Dave se contuvo un gemido de dolor y cerró los ojos sintiendo como un mal movimiento le había reavivado los fuertes pinchazo en el estómago haciéndole recordar las brutales patadas que le propinaron días antes. Continuó adelante tratando de moverse con más delicadeza y aguantando los pinchazos.
—¿Tienes idea de hacia dónde estamos yendo? —Murmuró el chico en voz baja tras haber pasado unas cuantas rejillas de otras salas y habitaciones de la planta.
—Calla. —Ordenó ésta deteniéndose frente a Dave y haciéndole parar antes de devorar su trasero. —Estoy pensando en qué parte está el portón. —Dave advirtió que se encontraban en una bifurcación de caminos dentro del conducto.
El agobio estaba acudiendo a él mucho antes de lo esperado. El cuerpo de Elora era ligeramente más diminuto, y sus proporciones eran menores, pero Dave sentía cómo su cuerpo iba a reventar el conducto de un momento a otro. Su espalda chocaba con el techo y sus hombros con los laterales. Se sentía comprimido y le costaba incluso respirar.
Elora comenzó a tomar la dirección que creyó correcta mientras Dave la seguía entre movimientos intermitentes y cortos tratando de voltear la esquina sin romperse la espalda en el intento.
—¿Qué demonios haces? —Preguntó ésta tras voltear el cuello y ver a Dave atascado en el giro.
—¡No puedo pasar, joder! —Exclamó Dave con un grito sordo y ahogado de frustración. Elora lo observaba con una sonrisa contenida. En realidad, no le hacía ninguna gracia, pero el hecho de ver a Dave con el culo y los pies ejerciendo presión sobre la espalda y los hombros imposibilitándole el paso era divertido se viese como se viese. —¡No te quedes mirando y ayúdame!
—¿Qué quieres que haga? —Preguntó ésta ironizando. —¿Te ofrezco mi pie? Por si no te has dado cuenta no soy contorsionista, no puedo darme la vuelta Brett.