Seguramente habrás aprendido o vas a aprender acerca de que hay diferentes tipos de inteligencia. Muchísimos años atrás, se pensaba que la inteligencia era una sola, es decir, de una sola clase y estaba más relacionada con la adquisición de conocimientos académicos. Luego, el psicólogo Howard Gardner propuso que, en realidad, hay 8 tipos diferentes de inteligencia a las que denominó inteligencias múltiples (2). Tiempo después, los psicólogos Peter Salovey y John Mayer presentaron el concepto de inteligencia emocional, la cual fue explicada de manera detallada por otro psicólogo llamado Daniel Goleman en su libro del mismo nombre (3). La inteligencia emocional a la que se refiere Goleman es la capacidad que tenemos de reconocer nuestras emociones y las emociones de los demás. Este tipo de inteligencia contiene cinco componentes principales: 1. Autoconciencia emocional, 2. Autocontrol emocional, 3. Automotivación, 4. Empatía, 5. Relaciones interpersonales. Si quieres conocer más sobre este tipo de inteligencia, te invito a que leas el libro "Inteligencia Emocional" en dónde se expande mucho más el tema.
En los últimos tiempos se ha dado mucha importancia a este último tipo de inteligencia. Hoy en día se sabe que el coeficiente intelectual no determina el éxito en la vida. Existen personas que son muy inteligentes pero que no triunfan en la vida por eso hay quienes opinan que la inteligencia emocional es mucho más importante que la inteligencia intelectual.
Con esto quiero hacerte entender que tener buenas calificaciones en el colegio es importante, pero no es lo más importante. No porque tengas buenas calificaciones significa que te irá bien en el futuro. Además, tienes que adquirir un poco más de lo que es la inteligencia emocional para aprender a manejar tus emociones.
¿Por qué es importante aprender a manejar nuestras emociones? Te responderé a esta pregunta presentándote dos casos distintos:
El primer caso es el de María. En dos ocasiones diferentes, cuando ella tenía 12 y 14 años, experimentó una gran frustración cuando se presentó en las olimpiadas de canto de su colegio. A ella le gustaba mucho cantar y creía que era buena en eso. En esos dos años que se presentó, María se preparó muchísimo para cantar, confiando en que lo haría bien y podría demostrar lo buena que era. Al llegar el día y, poco antes de salir al escenario, los nervios la invadieron tanto que, al momento de cantar, nada salió como ella se lo hubiera esperado. La primera vez que cantó se olvidó gran parte de la letra de la canción y la segunda vez la voz le tembló desde que empezó a cantar hasta que terminó, de tal manera que descompuso su interpretación. Ella se sintió muy mal esas dos veces puesto que era algo que a ella le gustaba mucho hacer y se había esforzado tanto en los ensayos. María culpó mucho a los nervios que sintió esas dos veces. Ella pensaba que, si no se hubiera puesto tan nerviosa, no habría pasado lo que pasó. Pero María no estaba del todo acertada en esto. Los nervios fueron inevitables. No había forma de prevenirlos. Era algo natural. No podía haber hecho nada para controlarlos. Lo que sí podía haber hecho era aprender a manejarlos. Podía haber aprendido qué es lo que debía hacer cuando se presentaban. Si bien los nervios determinaron su interpretación musical, no fueron los responsables de que a ella le hubiera ido mal. María trató de no ponerse nerviosa, trató de negar y de ignorar esa emoción no dándose cuenta de que no podía hacer nada para que desaparecieran. Esto es lo que ella expresó después:
"Yo me siento mal porque canté pésimo, estaba muy nerviosa. No sé qué me pasó, en los ensayos yo cantaba perfecto. ¿Sabes lo que es ensayar todos los días perfectamente y luego cantas mal?"
María se sintió tan desmotivada y frustrada hasta el punto de no querer cantar más y creer que en realidad no era buena en el canto. Sin embargo, una profesora que la conocía bien y la había oído cantar un par de veces la animó diciéndole que ella tenía una linda voz y que fue sólo en ese momento que las cosas no salieron bien. Fue sólo en ese momento.
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Corazón que aprende lección que permanece
Non-FictionCreo que muchas personas coincidirían conmigo en afirmar que la etapa de la adolescencia, entre los 11 a 18 años aproximadamente, es una etapa particularmente difícil por todos los cambios que se van dando y las experiencias que a uno le toca vivir...